He visto una película que me hace pensar en estos días. The freedom writers diary (El diario de los escritores de la libertad) es el título, y está basado en una historia real, una historia que dura más de veinte años. Una joven profesora de letras desafía a sus alumnos de zonas marginales y familias «en riesgo» a interesarse por el aprendizaje de la lengua y la literatura. En lugar de acercar a los niños a las letras, les acerca sus difíciles biografías a las descritas en importantes libros, rompe el tabú de la comunicación entre las diferentes bandas con dinámicas relacionales, despierta la humanidad y el sentido de pertenencia y, al descubrir las experiencias más fuertes de los niños, se muestra en su autenticidad y en su capacidad de amar. Contra todo pronóstico óptimo se obtienen resultados impensables. Una historia con final feliz, una historia real con final feliz. Hoy en día, a veces dudamos de que puedan existir, pero no es así.
En cambio, la joven Erin Gruwell nos dice que incluso una persona puede generar un ejemplo y un círculo virtuoso donde la mayoría de los demás no ven ninguna esperanza. La fuerza de una sola persona puede producir milagros, si entra en la armonía correcta con los que la rodean y comprende su intención. Es la fuerza de un efecto de demostración que expresa conceptos fundamentales en la educación, así como en la vida diaria. La confianza depositada en las posibilidades de los demás, la comprensión de las dificultades y actitudes que surgen de la autodefensa de quienes se sienten heridos y vulnerables, la capacidad de encontrar soluciones concretas a problemas concretos. Ese maestro no pone en juego dones milagrosos, pone en juego cualidades humanas que todos poseemos y que sólo tenemos que decidir utilizar. Tú siempre eliges, esta es la condena del ser humano. ¿Cuántas Erin Gruwells hay entre nosotros hoy?
Hay muchos más de lo que pensamos.
Entonces me acuerdo de Mimmo Lucano, el alcalde bajo arresto domiciliario por haber dado un modelo de desobediencia y humanidad, en momentos en que los vientos soplan exactamente en el lado opuesto. ¿Cuántos Mimmo Lucano hay entre nosotros hoy?
Hay muchos más de lo que pensamos.