Muchos temas han animado la edición de este año de la Marcha de Perugia Asís.
Una larga preparación, debate, alguna controversia y alguna distinción para una marcha, la que inventó proféticamente Capitini y que ha pasado de momentos de lucha noviolenta a una celebración retórica.
Este año una multitud irrefrenable, ya que dispersos entre Perugia y Asís y en algunos momentos dispersos o desanimados por la lluvia han llevado las banderas unos 700 adherentes de todo tipo; influenciada por la reciente manifestación de Mimmo Lucano, preocupada por la situación en la que la recepción y los que dan testimonio de ella se ven agobiados, afligidos por la crisis permanente del pacifismo «clásico», pero reforzados por muchos jóvenes que desconocen las sutiles polémicas, decididos a reivindicar el desarme nuclear, y que recuerdan la necesidad de una revolución silenciosa que parte de los gestos de la vida cotidiana, la Marcha fue todos estos temas y tal vez más, y como debiera ser, patrimonio de la humanidad y no de ningún otro lugar.
En esto, en la noviolencia en el camino, está la belleza de todas las marchas por la paz. También se hermanó con la Marcha Sudamericana por la Paz y la Noviolencia y fue la primera oportunidad para el recién formado Comité Promotor de la Segunda Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia de mostrar la nueva bandera en su rostro.
La esperanza es que también sea la sensación de un mayor despertar y sintonía entre todos aquellos que quieren un mundo mejor y giran sus manos para lograrlo.
Abajo hay una hermosa galería de fotos de Alessandra l’Abate