“Es la hora de los hornos
y no se ha de ver más que la luz”
José Martí
Cada día queda más claro que la reelección del presidente Nicolás Maduro por un nuevo mandato de 6 años (2019-2025) ganando con un contundente 68% de los votos, asestó un golpe de gracia a todos los partidos políticos de la oposición han quedado reducidos a la insignificancia; sus reiterados desaciertos los han llevado ahora al pregón de la intervención extranjera, es decir que otros hagan por ellos lo que no pudieron conquistar con los votos; sin proyecto que presentar al país más allá que derrocar al gobierno, su poder de convocatoria hoy no alcanza ni para elegir a una junta de condominio; muchos de sus fervientes partidarios, frustrados y decepcionados, emigraron y los que no, les manifiestan un profundo rechazo.
Como resultado, la oposición local ha quedado en manos de los empresarios privados quienes usan su poder para desestabilizar, induciendo la inflación y culpando de ella al presidente. Poderoso don dinero, que no conoce fronteras ni banderas.
Sin embargo, el pueblo ya está claro, según una reciente encuesta publicada por la empresa Hinterlaces y difundida por José Vicente Rangel en su programa de televisión dominical: el 62% de los venezolanos prefiere que el presidente de la República, Nicolás Maduro, resuelva los problemas económicos del país, y un 61% atribuye los problemas económicos a agentes externos al gobierno como la guerra económica, caída del precio del petróleo, especulación y sanciones financieras de EEUU.
Por tanto, los actores más altisonantes en este momento provienen del extranjero, muchos de los otrora líderes de la oposición nacional han emigrado y continúan con su rol de marionetas de quienes por siempre han sido y siguen siendo sus amos: los señores del dinero, quienes gustan ejercer su poder en las sombras. La situación se ha sincerado, como corresponde al momento que estamos viviendo, lo que José Martí llamó “La hora de los hornos, y no se ha de ver más que la luz”: la hora de la Verdad.
Desde que el gobierno venezolano dio inicio a su Plan de Recuperación Económica y Prosperidad, lleva adelante una ofensiva diplomática y política con un intenso despliegue de altos funcionarios por el mundo, incluido el presidente, en varios frentes simultáneos, en especial China, Rusia, India y Turquía para contener las pretensiones de los coyotes de invadir el país. Visibilizar la agresión externa es el objetivo de la diplomacia venezolana, contrarrestar la inquisición mediática contra la revolución bolivariana, explicar a cada Estado la situación que se vive a nivel nacional, llevar a oídos receptivos la Verdad de Venezuela.
No obstante el reciente intento frustrado de magnicidio planificado desde Estados Unidos, amenazas contra su integridad física, planes belicistas pregonados por Donald Trump y la intensa campaña internacional para desconocer su legitimidad, el presidente Maduro sorprendió a todo el mundo, con su valiente presencia en la 73ª sesión de la Asamblea General de la ONU en New York, en la propia boca del lobo. En su discurso el presidente llevó “la voz de un pueblo luchador, heroico, revolucionario, que se ha negado a rendirse a lo largo de su historia que ha sido testigo de una de las arremetidas más infames y bochornosas que se conozca en los últimos años”. Y a pesar de estas agresiones, se mostró dispuesto a dialogar con el mandatario estadounidense Donald Trump, “a agenda abierta” sobre todos los temas que quiera el Gobierno de los Estados Unidos.
El presidente en su discurso, reveló que “durante los dos últimos años, el país fue sometido a medidas unilaterales ilegales de bloqueo económico como el impedirles el uso del dólar a través de posiciones de uso de dominio por parte de las autoridades de la secretaría del tesoro estadounidense”. Así mismo denunció, “que se ha construido a nivel mediático mundial un expediente contra nuestro país para pretender una crisis humanitaria, que utilice los conceptos de Naciones Unidas para justificar una coalición de países, encabezados por el Gobierno de Estados Unidos y sus gobiernos satélites en América Latina, que le ponga la mano a nuestro país”.
Explicó que la situación de acoso y agresión tienen como objetivo apropiarse, a como dé lugar, de las inmensas riquezas naturales del país, el petróleo principalmente, y además, como lo resaltara el presidente en su alocución: “se está certificando la más grande reserva de oro en el mundo y la cuarta reserva de gas en el planeta”.
En medio de esta difícil situación, la invitación a una visita de estado del mandatario de China Xi Jinping al presidente Maduro, realizada entre el 13 y el 16 de septiembre, ha sido la noticia de mayor impacto en estos días, no solo por la firma de importantes acuerdos bilaterales en diversas áreas, sino por el significado estratégico que representa el respaldo de una gran potencia en este momento, un espaldarazo que se agradece. Por otra parte, es una demostración de confianza al liderazgo del presidente que ha sabido revertir crisis internas muy complejas y presentar un plan sólido de recuperación económica, una alternativa al dólar evitando el bloqueo, situación con la que China también tiene que lidiar.
En una rueda de prensa internacional convocada a la llegada de esta visita, se dieron a conocer los 28 acuerdos firmados, que se suman a los 700 proyectos de desarrollo ya en marcha con la nación asiática. Quizás el más considerable firmado en esta visita es el financiamiento estimado en 5.000 millones de dólares, para doblar la producción petrolera actual y poder surtir a China un millón de barriles de petróleo adicionales por día. Por lo que se prevé que en el corto plazo podría desplazar a Estados Unidos como principal cliente del crudo venezolano.
Ante las críticas que el país está siendo hipotecado, entregado a una potencia extranjera, el presidente aclaró: “Los esquemas de financiamiento que tenemos con China no generan deuda, todo el dinero que China ha financiado se ha pagado con petróleo. No ha generado ni deuda ni hipoteca, sino desarrollo. China no nos impone condiciones como hace el Fondo Monetario Internacional con Argentina. China se relaciona en términos de igualdad y respeto con los países hermanos del sur; no busca cambios de gobierno, busca un mundo de destino común».
Quienes profieren estos comentarios pecan de mala intención o de ignorancia; invisibilizan o desconocen el hecho que por la política soberana establecida por el Comandante Chávez y ha continuado el presidente Maduro, se estructuró un complejo ajedrez geopolítico para proteger las reservas de crudo del país, mediante la asociación y constitución de empresas mixtas con Rusia, China, India, España, Francia, Reino Unido, EEUU, Brasil, Japón, entre otros países; y con el fin de impedir su privatización se estableció en la Constitución que el estado debe mantener un porcentaje accionario mayor al 50% en todas las empresas en áreas estratégicas, entre ellas y una de las más importantes Petróleos de Venezuela.
Como parte de este despliegue de Venezuela por el mundo, el pasado 23 de septiembre el Ministro de Petróleo, participó en la Décima Reunión del Comité de Monitoreo conjunto de los países productores OPEP y no OPEP, que se celebró en Argelia en la que se acordó no elevar la producción al haber alcanzado el mercado del crudo niveles satisfactorios de estabilización. Tres días antes de esta reunión, el presidente Donald Trump envió un tuit en estos términos: “Protegemos a los países del Medio Oriente, quienes no estarían seguros por mucho tiempo sin nosotros, ¡y sin embargo continúan presionando por precios del petróleo cada vez más altos! Lo tendremos en cuenta. ¡El monopolio de la OPEP debe bajar los precios Ya! Los asistentes al encuentro consideraron este mensaje insultante e hicieron caso omiso a sus “ordenes”.
¿Será posible que el Sr. Trump esté cobrando por su “protección” al mejor estilo de Don Corleone? El politólogo norteamericano Noam Chomsky, describe a la perfección esta conducta de los Estados Unidos en sus relaciones internacionales manejadas con una lógica mafiosa: el Padrino no tolera la desobediencia, si un pequeño comerciante en algún lugar, por ejemplo, no paga por protección, el Don no lo acepta. Envía sus matones a pegarle hasta hacerlo pasta, incluso si no necesita el dinero, porque otros pueden seguir su ejemplo y el virus puede propagarse por todo el mundo, entonces las cosas empiezan a deteriorarse. Este es un principio dominante de los Estados Unidos en su forma de relacionarse con los países que no son complacientes con “sus intereses”.
Quizás muchas personas no hayan escuchado los discursos de los mandatarios que participaron en la 73ª sesión de la Asamblea General de la ONU, pero un hecho inusual se viralizó por el mundo, al comienzo de la intervención de Donald Trump, al escucharlo decir que “en menos de dos años, mi gobierno ha logrado más que cualquier gobierno en la historia de nuestro país”, los más de cien líderes mundiales y las delegaciones presentes no pudieron contener una espontánea y sonora carcajada. Algo impensable hace muy pocos años atrás, dentro de la solemnidad y respeto que se supone debe inspirar ese recinto, mucho menos cuando quien habla, no es un bufón o un showman, sino quien se supone es el representante de la nación más poderosa del mundo. Luego en una conferencia de prensa, al querer minimizar el hecho afirmó: «No se reían de mí, se reían conmigo. Lo estábamos pasando muy bien”. No aclares que oscureces, dice un refrán popular venezolano.
El hecho de que la ONU en pleno se riera de Trump no una ni dos, sino tres veces, es llamativo, dado que una de las frases que más empleó el presidente estadounidense en la campaña electoral fue «somos el hazmerreír del mundo». Aun cuando sus predecesores en las intervenciones en la ONU siempre se han erigido como los amos del mundo año tras año, al igual que Trump, haciendo uso de sus innegables dotes histriónicas, lo hizo esta vez, en esta ocasión quien estaba hablando allí fue percibido en forma unánime como un comediante. La Verdad tiene formas inesperadas de manifestarse en la realidad y lo ocurrido, según mi percepción y anhelo, espero sea el preludio de lo que los viejos filósofos Hegel y Marx afirmaran en su tiempo: “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como comedia. ¿Y por qué va la historia a ese paso? Para que la humanidad pueda separarse, riendo, de su pasado”.