El pasado 2 de octubre, en conmemoración del Día Internacional de la noviolencia, se celebró en Barcelona el Vencuentro de espiritualidad y noviolencia, esta vez centrado en los aportes de la mujer a la espiritualidad.

En estas jornadas participaron representantes de diversas espiritualidades, que intercambiaron sobre el aporte que las mujeres habían realizado en sus religiosidades.

Berta Meneses maestra Zen.

La practica del Zen tienen un origen remoto, nace en India con Siddhartha Gautama, después conocido como Buda. Este asceta que buscaba respuesta a los grandes interrogantes como ¿tiene sentido mi vida? ¿Por qué el dolor? ¿Por qué la muerte? eligió el camino del medio, de la justa medida y en un amanecer en el que contemplaba la estrella de la mañana, tuvo una iluminación que le llevó al estado de despierto, Buda significa despierto.

El despertar lo manifiesta con una frase muy sencilla “todos los seres somos Buda, pero es a causa de los velos a los que nos apegamos que no se nos manifiesta”. Así pues, el camino que va a definir Buda es el de desvelar, quitar esos velos para poder contactar con nuestra esencia.

Esta sabiduría llega a China y allí se une con el taoísmo y de esa mezcla surge el Zen. Esta práctica que viene de India tiene un carácter muy individual, se propone la entrada en el Nirvana de cada individuo, pero la teoría taoísta es mucho más universal, el ser humano está en integración con los otros seres humanos y la naturaleza, es una salvación cósmica, el otro es otro yo mismo.

El Zen es una manera concreta de vivir en el que juega un papel mu importante la plena conciencia y es una práctica que se llama Zazen. Esta práctica se realiza sentados, en silencio, y se busca avanzar en hacer caer lo velos. Toda la mística ha tenido métodos, pero no han llegado a formular claramente los métodos que usaban, solo los podemos intuir a través de sus escritos, a diferencia, el Zen tienen unos métodos muy definidos. Solo se transmite de corazón a corazón. Mi “yo” no son mi profesión o nacionalidad, mi identidad es algo muy profundo y supone experiencia profunda del ser que soy, esa experiencia se consigue a través de una práctica. El Zen no se basa en los textos ni las palabras, se basa en la experiencia.

La práctica nos lleva a la experiencia de experimentar quien soy yo, ese yo que no nace cuando nacemos ni muere cuando morimos, en lenguaje cristiano es la experiencia con Dios.

El primer principio es la fe, ya que se requiere una gran fe en que tu eres esa esencia divina, el segundo principio es la gran duda, ya que estamos muy condicionados por una manera de percibir que nos hace creer que lo que vemos por nuestros sentidos es la realidad, pero no lo es, necesitamos liberar a nuestros sentidos de muchos patrones el tercer pilar es la firme determinación, el gran compromiso con uno mismo.

En el Zen hay nueve niveles, el ultimo coincide con el que hablan muchos sufís que es la conciencia del amor y a través de la práctica se va bajando a estos niveles, durante la práctica se accede a la conciencia no fragmentada, que percibe globalmente, significa intuición y en el siglo XXI será necesario desarrollar la intuición o nos vamos a pique, necesitamos una comprensión global.

Recordó como en el inicio de todas las religiones se habla de la importancia de la mujer, pero después, con la institucionalización de las religiones, la mujer queda relegada. Tenemos mucho trabajo por hacer para recuperar esa ubicación de lo femenino.

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http://www.zen.cat/cat/mestra/berta-meneses.html