El objetivo de este breve artículo es destacar la importancia de las comunidades en los procesos revolucionarios que cambian los mitos y visiones que subyacen en una sociedad determinada.
Estas consideraciones surgen de un discurso ante los «Estados Generales de Trabajo» organizado a finales de septiembre de 2013 en Val Susa y han constituido el marco ideal del foro «SOS: Comunidad y Revoluciones» en octubre de 2013.
Me ha parecido interesante volver a proponerlos hoy, también teniendo en cuenta la confusión que reina en el momento actual, en el que prefieren perspectivas que han resultado desastrosas en el pasado al intento de pensar en un nuevo modelo de sociedad.
¿Qué revolución nos interesa?
La palabra revolución evoca banderas en el viento, marchas, ejércitos que disparan, alborotadores que guillotinan, etc.; no estamos hablando de ese tipo de revolución.
Aquí se habla de las revoluciones del sistema de concepción de un grupo social, del cambio en sus mitos y, en consecuencia, en su contrato social.
Hablamos de este tipo de revolución porque históricamente ha sido el prerrequisito para las revoluciones con banderas, porque las revoluciones con banderas no funcionan si no van precedidas de un cambio de visión y porque es esencial para un cambio radical y no violento.
Un mito es difícil de morir
Cualquier mito actúa copresentemente, pre racionalmente y, en la mayoría de los casos, prejudicialmente.
Los individuos de la sociedad en la que viven, en la mayoría de los casos ni siquiera saben que existe, en el mejor de los casos están fuertemente influenciados por ella.
El mito actúa en el plano social, lo impregna todo, incluso a nosotros aquí, afecta a la percepción misma del mundo; no puede ser eliminado por la ley.
Puede ser reemplazado, por ejemplo, por otro mito, a través de un largo y paciente trabajo de concepción.
No puede ser impuesta, pero debe estar impregnada de ejemplos, efectos demostrativos, activaciones sociales
Además, el mito es cíclico, tiende a decaer por sí mismo cuando ha terminado su curva de recorrido; algunos indicios hacen razonable la idea de que estamos cerca del agotamiento de los mitos que han gobernado el mundo humano en los últimos siglos, por lo tanto, es un período favorable a la creación de nuevos mitos. En este caso, el problema es reemplazarlo por un mito más evolucionado, que nos permita evolucionar como seres humanos, lo cual no se puede dar por descontado.
El papel de las comunidades: arraigar nuevos mitos
El primer paso para convertir las ideas en mitos es implementarlas, ponerlas en práctica, lograr que tengan raíces sociales; estas raíces sólo pueden ser las comunidades de personas que se conocen y viven juntas o comparten una idea.
Si la idea es particularmente revolucionaria, los miembros de la comunidad que han decidido, libremente, adoptarla, se ayudan mutuamente a superar el mito anterior, se motivan y fortalecen la idea inicial con nuevas soluciones y conceptos.
Esto crea un círculo de valores que transforma la idea en un mito, personal o compartido.
El papel de las comunidades: nacimiento del mito a través del efecto demostración
Las comunidades donde el proceso anterior se lleva a cabo de manera más efectiva, se convierten en un ejemplo a seguir, la demostración de que es posible: crea un efecto de demostración, reproducible en otros lugares y en otras comunidades.
Este es el comienzo de un nuevo mito, el comienzo de la revolución.
El papel de las comunidades: posibles problemas
El proceso descrito de manera tan simplificada es complejo y lleno de desafíos.
Una de las dificultades más sutiles es la tendencia de las comunidades a encerrarse en sí mismas, a ser auto-referenciales; esta tendencia es mecánica y bloquea la transformación de una buena idea en un nuevo paradigma y por lo tanto debe ser combatida intencionalmente, manteniéndose abiertas a nuevas ideas y nuevas energías.
Además, si la nueva idea es percibida por otras comunidades como ventajosa para las comunidades en las que nace y desventajosa para los demás, el proceso de creación de un nuevo paradigma se bloquea de raíz.