Ante la pasividad de las autoridades nucleares, Ecologistas en Acción y Jarama Vivo señalan parte de los emplazamientos radiactivos con el objetivo de que la población sea consciente de su ubicación.
Para estas organizaciones el silencio durante 48 años es inadmisible. La falta de señalización es una muestra clara de ello.
Reclaman la caracterización y el control de cada uno de los enterramientos, informando a la población, a los propietarios y a las administraciones locales.
Ecologistas en Acción y Jarama Vivo califican este silencio como un riesgo inasumible. Tal y como reconocen informes del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) realizados en estos enterramientos, debían haber contado con vigilancia, control y señalización. Sin embargo, esto nunca se ha producido. Una mera inspección visual de los enterramientos deja patente la proximidad y el fácil acceso a los mismos. Esta falta de conservación ha hecho posible que varios de estos depósitos hayan sido removidos, ocasionando un posible riesgo de contaminación radiactiva a la población.
Aunque los residuos radiactivos depositados en estos enterramientos con forma de banquetas –elevaciones del terreno en los márgenes del canal de riego– eran los que tenían más baja actividad, los informes del CSN reconocen que en su día no se realizaron todas las mediciones adecuadas. Los técnicos del CSN proponen averiguar la titularidad de los terrenos donde se produjeron los enterramientos, señalizar las zonas contaminadas, caracterizarlas y, en su caso, descontaminar. Unas recomendaciones a las que no se ha prestado ninguna atención. Hay que tener en cuenta que durante estos 48 años han podido producirse filtraciones al suelo e incluso al Canal del Jarama, que en la mayoría de las banquetas discurre a escasos metros. Se desconoce además si bajo los enterramientos puedan existir drenajes o conducciones de agua.
«En estos momentos no existe garantía alguna de que estos vertidos no hayan sido removidos y dispersados», señala Raúl Urquiaga, portavoz de Jarama Vivo. «De hecho, algunas de las localizaciones están sobre infraestructuras como la variante de la A4, caminos o torres de electricidad». Para Francisco Castejónm portavoz de Ecologistas en Acción y físico nuclear, «esto es una muestra más de las malas prácticas de la industria nuclear y de una política de desinformación sobre los enormes riesgos de esta energía”. Castejón añade que «las dosis radiactivas máximas establecidas por la ley se han reducido en los últimos años, sin que ello haya sido un impulso para que las autoridades actuaran para proteger a la población expuesta a estos vertidos».
Este no es el único caso en España. Existen otros terrenos contaminados por radiactividad. La industria nuclear los dispersó con la excusa de que los niveles de radiación eran bajos. Unas malas prácticas que han supuesto que como, en este caso, el cambio de uso de los terrenos provoque que el incremento de exposición de altas dosis de radiación sobre la población.