Los autores de las líneas que siguen, son docentes que trabajan en el programa de Educación Permanente para Jóvenes y Adultos (EPJA), en Chubut. Dictando talleres con los detenidos en la cárcel de Esquel, conocieron a Facundo Jones Huala. Aquí hablan de un Facundo del que los medios no hablaron, de la relación que construyeron, del aprendizaje compartido.
Somos los maestros de Facundo, los que aprendimos que decir Mari Mari Takuifi, acompañado de dos besos es un recibimiento.
Somos los maestros de Facundo, los que hicimos juegos teatrales en el aula y escuchamos decir que el juego es diversión, es alegría, es un poco de libertad, es un volver a la infancia plena de sensaciones maravillosas.
Somos los maestros de Facundo, el que jugó con todos sus compañeros, meta risa y carcajadas y agregó que el juego ayuda a los oprimidos a liberarse.
Somos los maestros de Facundo, el que siempre con una sonrisa y dispuesto a aprender intercambiaba sobre el teatro, su rol político y su implicancia social, cuestiones que derivaban en largas discusiones.
Somos los maestros de Facundo, el que analizaba textos para la radio y hacía suya la palabra a sabiendas de que sus pares se hacían de ella también.
Somos los maestros de Facundo, el que trenzaba con sus compañeros un proceso pedagógico liberador en esa inevitable relación que se teje en el aula, tanto en el decir como en el hacer pero indispensablemente en el discurso y la disertación. Algo que ni él, ni nosotros, ni sus compañeros quizás hayamos vislumbrado explícitamente.
Somos los maestros de Facundo, el que amablemente crítico, demandaba material que permitiera junto con sus compañeros interpelar todo lo que estuviera en la planificación y hacía que la palabra se llenara de dimensiones y se volviera un instrumento transformador.
Somos los maestros de Facundo, el que siempre discutió el concepto de Estado-Garante de Derechos y sostuvo la idea del Estado-Opresor, dos palabras que no debían jamás estar separadas según su postura.
Somos los maestros de Facundo, el que ingresó a la escuela no habiendo “nacido para las matemáticas” y luego las hizo suyas.
Somos los maestros de Facundo, el Facundo de carne y hueso, el Facundo de ideas e ideales y no el personaje de las “noticias”. Facundo, el hombre junto al que, en el “estar siendo”, nos humanizamos.
Somos los maestros de Facundo, el que en la noche del 10 de septiembre se despidió entre risas con un “happy teachers day” que luego tradujo: “Kume antü nekeymen pu maestro, pi winka, kimentuchefe uy la pipin. (Feliz día para los maestros, como dicen los winka. Kimentuchefe, decimos nosotros). Kumey ta antü, newen tuaiñ, kumey ta newem, fachantü neleyman. (Feliz día, que tengan mucha fuerza, que sea un buen día y todos tengamos bienestar). Ayün chumleymun, pu kimeltufe, anay. (Los queremos mucho, maestros, amigos.)”.
Somos los maestros de Facundo, los que vemos que justo en el Día del Maestro una aeronave argentina se lo lleva a Chile en contra de las indicaciones de la mismísima ONU y sin darle el aviso correspondiente a la familia y a sus defensores y luego de estar sometido a una prisión cuestionada por arbitraria por parte de los organismos de DDHH.
Somos maestros y reconocemos los tipos de silencios. Los hay que buscan resaltar, ser la antesala de algo, los que pretenden generar un clima. También los que son baches, esos silencios no buscados. Pero hay otros, distintos, como los blancos de una página: los que sólo se explican con ausencias no debidas.
Somos maestros y con todo nos toca aprender, como siempre y cada día, quién es el alumno y quién el maestro.
Somos maestros y lo somos de muchos con quienes necesariamente tenemos que hablar de futuro porque el futuro es el lugar donde pasaremos el resto de nuestras vidas. Y porque la ira, el enojo, el enfado grande, la tristeza, la impotencia, son parte del aquí y ahora pero no pueden ser para siempre.
Somos maestros y nos preguntamos ¿qué mañana deseamos?
Equipo Docente Escuela EPJA-ECE 7714