“(El) Juez Subrogante Sr. Jorge Novarino ordena el desalojo de las personas de la Comunidad Sacamata Liempichún y autoriza a la Juez de Paz de la localidad de Alto Rio Senguer (…) a hacer uso de la fuerza pública, allanar domicilios y violentar cerraduras.”
El breve párrafo anterior expresa la última respuesta de la “justicia” al conflicto que la comunidad tehuelche-mapuche Sacamata Liempichún sostiene con los invasores de sus tierras.
El comunicado que la comunidad hizo público hace unos días, detalla el largo historial que precede a esa respuesta. Resumidamente:
- en 1906, la gente del cacique Juan Sacamata ya se había establecido en la zona;
- en 1925 a través de un decreto del Poder Ejecutivo, se les reconocen 10.000 hectáreas de tierra;
- desde entonces, una parte de esas tierras serían paulatinamente usurpadas por privados con el consentimiento de funcionarios políticos y judiciales de turno y otra parte por el mismo Estado;
- desde la década del 40 la comunidad reclama sus derechos sin lograr ningún reconocimiento (tampoco se logró el cumplimiento del relevamiento previsto en la ley 26160);
- finalmente, en diciembre de 2010, sus miembros deciden ejercer los derechos que se le niegan y recuperan una pequeña parte (300 hectáreas) del territorio usurpado.
“A partir de ese momento (…) volvimos a ejercer control territorial y a desarrollar allí nuestras actividades tradicionales; ceremonias ancestrales y distintos lugares sagrados como los son nuestro Eltun (cementerios sagrados) y nuestro rewe (lugar ceremonial).”
Ahora la “justicia” desconoce una vez más la legislación vigente, falla en su contra y ordena el desalojo.
“¿A quiénes vamos a recurrir?”
“La historia de esta comunidad –sobre el despojo sufrido a fines de siglo y nuevamente en los años ‘40– es el relato que se repite incansablemente en distintos lugares del Puelmapu”, dice el longko Mauro Millán en un comunicado desde su comunidad Pillañ Mawiza.
Y agrega: “Si esas son las únicas respuestas del poder estatal ante nuestros derechos como pueblos indígenas, si esa es la única “justicia” a la que podemos recurrir, el desenlace será el mismo que vivieron nuestros antepasados. ¿A quiénes vamos a recurrir? ¿Quiénes pueden ser garantes de la integridad física de un pueblo que está decidido a no ceder más?”
Desde la comunidad Sacamata-Liempichun, esperan poder contar con el apoyo de sus propios hermanos, organismos de derechos humanos, organizaciones sociales y –agregan–“llamamos a todos aquellos que se sientan identificados con nuestra lucha a movilizarse, acercarse a nuestra Comunidad sobretodo y difundir nuestra situación.”
El llamado resulta comprensible y urgente cuando se recuerdan los casos del Lof en resistencia Cushamen y de Lago Mascardi, que costaron la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Y porque conoce los antecedentes, la comunidad hace responsables al Estado –en sus distintos niveles–, al Juez Novarino, a las autoridades de aplicación “y a los terratenientes usurpadores –los hermanos Alí– por cualquier incidente que ocurra en el territorio, que ponga en peligro, y que atente contra la vida e integridad física de cada uno de nuestros integrantes, bienes, etc”.
También confirman su determinación de defender sus derechos: “Hoy seguimos con la firme convicción y determinación de luchar por lo que nos pertenece y demandamos justicia y reparación histórica, por la restitución de todo lo que nos quitaron.”
Mientras tanto Mauro Millán reflexiona y refuerza la convocatoria:
“quienes atentan permanentemente contra la libertad de decidir y planificar nuestro futuro como Pueblo son unos pocos, hay una gran mayoría de espectadores pasivos. Y siempre, en todas las historias de la humanidad, en cualquier parte del mundo donde se le puso límite a la tiranía, fue una mayoría consciente la que decide actuar y virar la historia. Por eso, a esa mayoría, le pedimos una intervención directa y concreta. Es necesario, mujeres y hombres de buena voluntad, que se acerquen a la comunidad Sacamata-Liempichun de Río Senguer para acompañar, para apoyar, para levantar ese espíritu de resistencia. Y sabrán, quienes lean en un futuro esta crónica, que la mayoría, consciente de su historia, nuevamente le puso límite a la tiranía.”
Contactos
Waldo Liempichún, werken, 2974353268
Cristina Liempichun, werken, comunidad Sacamata-Liempichun, cel: 2945683019
Yamila Liempichun, comunidad Sacamata-Liempichun, cel: 2945582084
Mauro Millan, longko de la comunidad Pillañ Mawiza, cel: 2945587317