Como Frente de Acción Feminista Humanista, entregamos absoluto apoyo a la decisión tomada por nuestra diputada Pamela Jiles, en su renuncia a la presidencia de la comisión de Familia y Adulto Mayor de la Cámara de Diputados.
Percibimos en ella una rebeldía necesaria y sumamente urgente en estos tiempos de moral torcida y tramposa, en un momento actual donde el desprestigio político se origina principalmente por la distancia de nuestros representantes con el sentir de la ciudadanía. Donde esta política institucional y empaquetada, que tanto criticó el Frente Amplio y que se comprometió a cambiar, terminó por desilusionar a las víctimas de los atropellos de los Derechos Humanos y sus familias, por los que nuestra Abuela siempre ha luchado, puesto que encarna el dolor de esa experiencia.
Sostener la memoria viva de nuestros Detenidos Desaparecidos y la irrenunciable necesidad de justicia por nuestros asesinados, es un imperativo moral que debe estar por sobre cualquier diferencia política e ideológica dentro del Frente Amplio, más aún por encima de cualquier intento de alianza política. Debe mantenerse en la posición inamovible de la defensa de los Derechos Humanos y del reconocimiento de la violencia que operó brutalmente contra las mujeres chilenas como la misma Pamela Jiles.
Más allá de las disculpas, la actitud de quienes firmaron a favor de la sanción a la diputada humanista, de Teillier (PC), Garin (RD), Mirosevic (PL), Castro (PS), Jiménez (PPD), traicionan a todo un pueblo, pero en especial traicionan a todas las mujeres chilenas víctimas de los abusos de la represión dictatorial de Pinochet. Y el silencio de nuestros compañeros de lucha en contra de la violencia cívico militar, viene a confirmar el sistema patriarcal en el que seguimos viviendo, desde donde entendemos la figura femenina, nuestros roles actuales, nuestro pasado y nuestro futuro, como un elemento accesorio a la política de cuello y corbata que ejerce el género masculino.
De esta forma, han convertido simbólicamente la Abuela en “culpable” de ser la resistencia valiente, de ser la víctima coherente a sus principios, de ser la mujer loca, la bruja, la chillona, la niña llorona del intocable hemiciclo que en el intento de proteger a las víctimas de torturas y atropellos a los Derechos Humanos de este territorio quedan al margen de esta supuesta ética institucional donde la voz femenina que sale a defender siempre a los suyos, es acallada por la moral torcida del patriarcado chileno.
Las Feministas Humanistas creemos y sentimos con firmeza que ninguna mujer torturada y asesinada en Chile es olvidada, al contrario es nuestra obligación y compromiso luchar por su memoria y justicia, tal como lo hace nuestra Diputada Pamela Jiles. Y exigimos que nuestra legislación permita revocar el mandato de personajes violentos como el Señor Urrutia, para que la herencia de la dictadura cívico militar no siga generando división social ni tampoco permita seguir alimentando esta cultura misógena y patriarcal en nuestros espacios políticos, sociales y familiares.