Thiemo Fetzer, University of Warwick for The Conversation
Podría pensarse que luego de dos años de que el Brexit ganara el referéndum no habría nada más que decir sobre lo que causó el voto a favor de la salida de la UE. De hecho, es apenas ahora que se está llegando al fondo del asunto. Las primeras investigaciones resaltaron las distinciones económicas entre las áreas a favor de salir o de permanecer respectivamente, entre otras cosas. En términos más generales, las áreas que estaban a favor de salir son más desfavorecidas, tienen un nivel de ingresos más bajo y menos trabajos con un estatus alto, los votantes rinden de forma más pobre en la educación y tienden a ser más viejos.
Sin embargo, resulta que ninguna de estas características hizo que el voto por salir fuera una conclusión esperada. Mi nuevo estudio descubrió que las medidas de austeridad implementadas desde el 2010 por el gobierno del Reino Unido han influenciado en la decisión de salir, aumentando el apoyo hacia este voto hasta en diez puntos porcentuales.
Con el proceso del Brexit en marcha y el Partido Conservador dividiéndose sobre qué oferta final hacer a Bruselas, las cosas habrían sido muy diferentes si el gobierno de Cameron hubiera tomado un enfoque diferente para la gestión de las finanzas públicas hace unos años.
La deriva hacia la derecha
Tanto en el Reino Unido como en otros países, se ha visto la relación que existe entre la aflicción económica y el aumento al apoyo a las plataformas políticas de derecha. Existen pruebas, por ejemplo, de que era más probable que las personas votaran por salir si vivían en áreas cuya base de producción había sido debilitada por la globalización. Se han visto vínculos similares entre las dificultades económicas del libre comercio y el voto populista y extremo en los Estados Unidos y en Alemania.
La inmigración podría estar en una categoría similar. Es sabido que algunas formas de inmigración tienen efectos pequeños pero perceptibles en los mercados laborales, lo que reduce el crecimiento salarial para los trabajadores mal pagados tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos. Si bien por lo general los efectos son pequeños, hay pruebas de que esto aumenta el apoyo a la derecha entre las personas que se ven afectadas de forma indirecta, al menos en los Estados Unidos.
De la misma manera, la automatización parece suprimir el crecimiento salarial entre los trabajadores poco calificados. Históricamente, el progreso tecnológico que ahorra trabajo se ha relacionado con el descontento político, por ejemplo, los luditas en Inglaterra durante la década de 1830. El aumento de la economía del trabajo informal y los contratos sin un mínimo de horas establecidas puede tener efectos similares.
Luditas al ataque
Es probable que cada uno de estos factores amplíe la división económica entre las personas instruidas y quienes están en la parte inferior: los académicos a veces se refieren a esto como el creciente sesgo de habilidades en los mercados laborales. Lo que esto implica para el estado es bastante claro. Para mantener el apoyo público para temas como el libre comercio y la inmigración, tendencias que generalmente se consideran como un aumento del nivel de vida de la población en general, un estado moderno necesita ayudar a quienes pierden.
Austeridad desde el 2010
Los gobiernos pueden hacer esto de varias maneras, desde la inversión continua en educación y capacitación hasta el diseño de un sistema de bienestar que pueda ayudar a las personas a hacer una transición hacia habilidades más útiles. En el contexto del Reino Unido, mi nuevo estudio concluye que el estado respondió de esta manera hasta 2010.
Los pagos de beneficios para aquellos que estaban cada vez peor en términos relativos se habían expandido constantemente. Con el inicio de la austeridad, esta tendencia se detuvo abruptamente. Los más vulnerables tendieron a sentirse más insatisfechos con el establishment político existente y cambiaron su apoyo al UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido). Las estimaciones empíricas sugieren que en los distritos que recibieron el impacto promedios de la austeridad, las cuotas de voto en el Reino Unido fueron más altas que las de los distritos menos expuestos: en 3,6 puntos porcentuales en las elecciones europeas de 2014 y en hasta 11,6 puntos en las elecciones locales de 2016.
El 23 de junio de ese año, el país cosechó este torbellino. Ahora que se hacen llamamientos prominentes para consultar nuevamente a la gente sobre la forma exacta que debería tomar el Brexit e incluso si debería continuar, no estamos más cerca de saber cuál será el resultado final. Todo esto, parece, podría haberse evitado. Para las generaciones políticas por venir, eso debería ser algo para pensar.
Thiemo Fetzer, Profesor Asociado en Economía, Universidad de Warwick
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Leer el artículo original.
Traducido del inglés por Valeria Torres