Las relaciones entre las mega corporaciones de Estados Unidos y Brasil han marcado la gestión del gobierno de facto de Michel Temer, quien ha privilegiado con sus decisiones los intereses estadounidenses sobre la soberanía y el bienestar del pueblo brasileño.
El pasado 17 de agosto culminó en Bogotá, Colombia, la primera gira por Suramérica del secretario de Defensa de Estados Unidos (EEUU), James Mattis, periplo que lo llevó también a Brasil, Argentina y Chile; y donde el principal tema fue Venezuela y la estrategia que ejecutarán los países aliados a Washington para “reforzar la unidad contra el régimen de Maduro”.
Ese mismo día, fuentes de la Casa de Nariño confirmaron al medio colombiano Caracol Radio que “el tema de Venezuela representa una de las mayores preocupaciones para el gobierno norteamericano”.
Caracol Radio informó que en esa reunión entre Iván Duque -presidente de Colombia, vasallo de Álvaro Uribe Vélez- y James Mattis, se concluyó que “la situación” de Venezuela “se ha convertido en un problema de seguridad nacional para Colombia”, razón por la cual consideran “importante”, “mantener vigentes las acciones con la comunidad internacional para el restablecimiento de la democracia en Venezuela”. las razones que justificarían considerar un riesgo a Venezuela serían la “crisis humanitaria”, “movilización masiva de emigrantes” y “otros factores”. Valdría la pena conocer esos otros factores.
Esta información la confirmó posteriormente el canciller Holmes Trujillo, quien dijo: “Vamos a continuar con el propósito de fortalecer una gran coalición democrática internacional que permita avanzar en la creación de condiciones para que finalmente el pueblo venezolano pueda escoger en procesos transparentes, democráticos y libres el gobierno que deseen tener”.
10 días después, el lunes 27 de agosto, el presidente colombiano confirmó el retiro de su país de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) usando la excusa de que este bloque de integración regional era “cómplice” de la “dictadura” que, en el marco discursivo norteamericano, existe en Venezuela con Nicolás Maduro, a pesar de resultar electo en votaciones libres por la mayoría de los venezolanos.
Desde 2017 el gobierno de Colombia también ha enviado de manera progresiva una gran cantidad de tropas a la frontera con Venezuela bajo el pretexto de actuar contra “criminales, el terrorismo y el narcotráfico”. Juega a la presión y el desgaste.
De hecho, el martes 21 de agosto pasado, Colombia intentó calentar los ánimos al informar una supuesta incursión de tropas venezolanas a territorio neogranadino, hecho que fue denunciado por el gobierno venezolano, que lo calificó como “un falso positivo” que pretendió usarse como excusa para justiciar una acción militar contra Venezuela, o por lo menos para tensionar aún más la situación en el país.
Un día después de que el gobierno de Colombia aumentara la presión contra Venezuela, el gobierno de facto del empresario Michel Temer en Brasil, quien llegó a la Presidencia a través de un golpe parlamentario, decidió intensificar también las medidas contra su vecino país y ordenó a las Fuerzas Armadas enviar tropas del Ejército a la frontera para “minimizar los impactos del desastre humanitario” que “amenaza la armonía de todo nuestro continente”, “resultado de las pésimas condiciones de vida al que está sometido el pueblo venezolano”.
Las declaraciones de Temer no están improvisadas. Cuando el jefe militar estadounidense visitó Brasil hace poco más de 10 días, la pauta se centró en los métodos y acciones que ejecutarían para seguir aislando a Venezuela.
“Vamos a buscar el apoyo de la comunidad internacional para adoptar las medidas diplomáticas que resuelvan ese problema”, dijo Temer -citado por la agencia EFE- este martes al hacer el anuncio del envío de tropas del ejército brasileño hacia el estado de Roraima, fronterizo con Venezuela.
Sin embargo las Fuerzas Armadas brasileñas ya estaban presentes en Roraima, con el fin de participar en la “Operación Acogida” que tiene un supuesto objetivo de “carácter humanitario” para atender a emigrantes venezolanos, quienes han sido víctimas de xenofobia y persecución en territorio brasileño.
La medida de Temer permite ahora a las tropas brasileñas ejecutar “operaciones relacionadas con la seguridad”. El decreto estará vigente desde este miércoles 29 de agosto hasta el próximo 12 de septiembre. Ya en 2017, Brasil abrió las puertas a las tropas estadounidenses en el llamado ejercicio militar de la triple frontera, donde participaron las fuerzas armadas de Brasil, Perú, Colombia y EEUU.
El llamado de Temer a sus tropas, también coincide con el despliegue estadounidense de su buque hospital USNS COMFORT (T-AH 20) que estará en aguas de Centro y Suramérica para finales de septiembre, con el pretexto de realizar “una misión humanitaria de dos meses con paradas en Colombia y otros países de la región, aún sin aclarar.
En un análisis político realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) -institución dedicada a la investigación, estudio y análisis de los fenómenos políticos, económicos y sociales de América Latina- titulado: EEUU avanza sobre el Brasil de Temer y publicado el pasado 27 de mayo de 2018, se explica como el régimen de facto que encabeza Michel Temer, ha privilegiado los intereses del gobierno y empresarios estadounidenses sobre su soberanía y necesidades del pueblo brasileño.
Cita el informe de la CELAG que con la llegada de Temer al poder, el Ministerio de Defensa de Brasil y el Departamento de Defensa estadounidense concretaron -en marzo de 2017- la firma del Acuerdo de Intercambio de Información sobre Investigación y Desarrollo (MIEA – Master Information Exchange Agreement), que proporciona la expansión de la colaboración en investigación y desarrollo, y fomenta desarrollo de nuevas e innovadoras tecnologías de defensa.
Este convenio convirtió a Brasil como el segundo socio comercial en la industria de defensa de EEUU en América Latina, después de México. Este proceso se agilizó luego de una reunión realizada el 30 de septiembre de 2016 -un mes después del golpe contra Dilma- cuando se realizó el primer “Diálogo entre las Industrias de Defensa de Brasil y EEUU” en Brasilia.
Un informe del Ministerio de Defensa de EEUU -citado por el CELAG- en el primer año de trabajo con el gobierno de Temer, se lograron “avances” en los controles de exportación y otras cuestiones reglamentarias. Posteriormente -en octubre de 2017- se realizó en Washington el segundo encuentro EEUU-Brasil en este ámbito, el que participaron representantes del Departamento de Estado, Departamento de Comercio, Departamento de Defensa, NASA, BAE Systems, Motorola, Beyond Horizons Space Consulting, Boeing, General Atomics, entre otros.
Algunos acuerdos que resaltan en la relación del comercio militar entre EEUU y Brasil resaltan la feria de armamentos realizada en Rio de Janeiro el 4 de abril de 2017, done se firmó un acuerdo entre Rockwell Collins (empresa de defensa de EEUU) y Embraer Defesa & Segurança, segmento de Embraer con función estratégica en el sistema de defensa brasileño, enfocado en la fabricación de aviones militares, tecnologías de radares, información, comunicación y vigilancia.
“El acuerdo se formalizó a través de Savis y Bradar, empresas subsidiarias a Embraer para evaluar el desarrollo conjunto de negocios para aplicación en defensa. Savis se dedica al desarrollo, diseño e implementación de sistemas y servicios en el área de monitoreo de fronteras y protección de estructuras estratégicas. Bradar es una empresa de base tecnológica especializada en el desarrollo y producción de radares para aplicaciones en las áreas de defensa, seguridad y sensorización remota (SAR)”, cita el análisis del CELAG.
También destaca el estudio que otro de los intereses de EEUU es la base aeroespacial Alcántara, ubicada en el municipio de Maranhão. En 2003, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso fin a las negociaciones con EEUU para el uso de esa base; sin embargo, Temer retomó el proyecto y presentó propuestas para que EEUU utilizara la base en junio de 2017. Desde entonces, representantes de empresas estadounidenses como Lockheed Martin, Boeing, Vector Space Systems y Microcosm visitaron la instalación y demostraron su interés en utilizarla.
El 22 de mayo de 2018, el Subsecretario de Estado estadounidense, John J. Sullivan, se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Marcos Galvão, en Brasilia para formalizar la creación del Foro Permanente de Seguridad Brasil-EEUU, que tiene como objetivo “crear condiciones favorables para la articulación interagencia y el desarrollo de estrategias operativas en torno a seis áreas: narcotráfico, tráfico de armas, delitos cibernéticos, lavado de armas y dinero, crímenes financieros y terrorismo. La primera reunión se celebrará este año en Washington”, reseña el informe del CELAG.
Para ese momento, la agenda del Subsecretario de Estado también incluyó –según el reporte del CELAG- “la discusión sobre comercio, inversiones, cooperación espacial y defensa, (…) el apoyo regional para la restauración de la democracia en Venezuela y encuentros con miembros de la sociedad civil brasileña. Todos, ámbitos y temas en los que el gobierno estadounidense junto con el sector privado de ese país vienen avanzando sin obstáculos desde el golpe contra Dilma Rousseff”.