La división de Ucrania en dos mitades casi simétricas (quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE), significó “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU basado en el principio de “acción-reacción”, produciéndose por parte de EEUU la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico. En este contexto, asistimos a la imposición de sanciones comerciales por parte de EEUU y la UE contra Rusia tras la crisis de Ucrania que supusieron una aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales aunado con la jugada maestra del hundimiento del precio de los hidrocarburos hasta los 40 $/barril, medida que contó con Arabia Saudí como colaborador necesario y que significó un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin así como serias dificultades para conseguir financiación externa a pesar de la subida de tipos de interés del Banco Central Ruso hasta la barrera ionosférica del 10,5%.
La economía, el Talón de Aquiles de Putin
El Gobierno ruso estima para el 2018 un crecimiento del PIB del 2,5%, una inflación del 4% y una tasa de paro cercana al 5 %, datos esperanzadores que sin embargo no podrán obviar la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía rusa así como la drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales implementadas por el Gobierno de Medvédev que habría hecho oscilar en sus valores a la existencia misma de la clase media. Los recortes habrían provocado la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones y quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica. Así, la población de Rusia es de 145 millones y adolece de un crecimiento negativo desde 1.991 que se ha traducido en una reducción de 5 millones de personas en la última década.
Asimismo, la estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo a lo que habría que añadir la obsoleta planificación estatal herencia de la época jruscheviana, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos, siendo el Gasto en Defensa del 2017 cercano a los 60.000 millones de €. Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de las Fuerzas Armadas, Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) con un presupuesto hasta el 2020 que alcanzaría la cifra ionosférica de 410.000 millones de euros lo que aunado con la rampante corrupción de las élites y la implementación de nuevos y gravosos impuestos a la ciudadanía, habría provocado el nacimiento de una creciente corriente de denuncia de la corrupción, del militarismo y de la carestía de la vida que tendría como iceberg las protestas convocadas por el movimiento “Fondo de Lucha contra la Corrupción”.
¿Intenta EEUU la asfixia económica de Rusia?
Rusia sería en estos momentos la única potencia capaz de pacificar el avispero sirio y facilitar la exportación de productos petrolíferos de Irak e Irán. En consecuencia, tras el acuerdo OPEP-Rusia para reducir la producción de petróleo y que habría conseguido elevar el precio del crudo hasta los 70€/barril, no sería descartable el nacimiento de un nuevo cártel energético que utilizaría el petroyuán en las transacciones comerciales para luego utilizarlas para incrementar sus reservas de oro y así adquirir preeminencia frente al dólar en las operaciones financieras internacionales, dentro de la ofensiva de Putin para acabar con el papel del dólar como patrón monetario mundial tras la imposición por parte de EE.UU. de nuevas sanciones contra Rusia.
EEUU por su parte, quiere evitar a toda costa que Putin se perpetúe en el Poder por lo que procederá a aplicar de nuevo la estrategia kentiana para lograr la asfixia económica de la economía rusa. Así, tras el affaire Skripal, la Administración Trump impuso sanciones contra 7 oligarcas rusos vinculados directamente con Putin así como a las 12 compañías que poseen o controlan, de la que sería paradigma las empresas del grupo Deripaska investigado en EEUU por sus presuntas conexiones con Paul Manafort dentro de la llamada “trama rusa” y que según el diario digital Gazeta.ru podría afectar al 15% de la economía rusa.
¿Superará Putin el test de Septiembre?
El hundimiento del rublo ( pérdidas del 15% respecto a las principales divisas internacionales) y la subida del IVA sería un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin pues implicará serias dificultades para conseguir financiación externa, un aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales no siendo descartable una Revolución de Colores que movilizará a la sociedad rusa para protestar contra la carestía de la vida, pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov (represión del levantamiento de obreros de Novocherkaask, 1962),
Así, la decisión del Gobierno ruso de retrasar la edad de jubilación (de los 60 a los 65 años para los hombres y de 55 a 63 para las mujeres) habría provocado fisuras en la imagen monolítica del líder ruso Putin que tendrían su reflejo en el descenso de la popularidad del propio Putin y de su partido, Rusia Unida por lo que Putin centrará sus esfuerzos en superar el test en las próximas elecciones Municipales y de Gobernadores a celebrar en el mes de Septiembre. Sin embargo, en la región Autónoma Judía con capital en Birobidján, las elecciones se adelantaron tres semanas y tuvo como resultado sorpresa el triunfo del Partido Comunista (65%) que capitalizó el voto desafecto del partido de Putin, Rusia Unida, quien tan sólo logró un raquítico 32%, por lo que las próximas elecciones de Septiembre serán un test para determinar el futuro político de Putin.