Últimamente hay una oleada en Europa de discursos anti-inmigración. Los argumentos de estos discursos se pueden adjudicar a tres categorías: algunos son idiotas, otros mezquinos y la mayoría mentirosos.
Los argumentos idiotas son aquellos que están directamente equivocados. Se basan en creencias sin contrastar (como que las mujeres tienen el cerebro más pequeño o tonterías así) y son fácilmente desmontables. Los utilizan mayormente las personas muy desinformadas, que lamentablemente, en esta era de la (des) información, son muchas. Si estas personas hicieran un pequeño esfuerzo por informarse mejor podrían cambiar sus creencias, pero muchas veces esa intención no existe, en parte porque la persona cree estar en lo cierto, y en parte porque es mucho más cómodo soltar eslóganes erróneos que tener que informarse.
Los argumentos mezquinos son aquellos que olvidan el pequeño detalle de que los inmigrantes son personas igual que uno, con similares sueños, alegrías y tristezas; que el mundo en que vivimos es tremendamente desigual, y que las oportunidades que ha tenido uno no las ha tenido la mayor parte de la población del planeta. También olvidan que muchos inmigrantes proceden de lugares donde se han desatado guerras financiadas (cuando no provocadas) por Europa y EE.UU. Por último, se ignora el hecho de que la mayor parte del planeta está sumida en la pobreza por causa de las políticas mezquinas de los grandes poderes económicos, casi siempre ubicados en EE.UU. y Europa. De hecho, la bonanza económica (en declive) que se ha disfrutado en los países ricos ha sido, y sigue siendo, financiada por los países pobres; dicho de otra manera, tal como está montado el sistema económico mundial, para que haya algunos ricos tiene que haber muchos pobres. Los pobres no son tales porque no trabajan, sino porque trabajan para los ricos. Todos estos argumentos son sostenidos por las personas que no quieren ponerse en el lugar de los demás, que son incapaces de imaginarse cómo vive esa persona que se anima a cruzar el mar Mediterráneo en una patera.
Los argumentos mentirosos son los repetidos por los políticos “de moda”, entre los cuales Marine Le Pen en Francia, Trump en EE.UU., Matteo Salvini en Italia y más recientemente Pablo Casado y Albert Rivera en España. Ojalá estos fueran los únicos políticos que sostienen estos discursos, pero lo cierto es que son muchos más. Se trata de argumentos mentirosos porque quienes los utilizan saben que están mintiendo. Seguramente hay una mezcla de racismo medieval escondido, deseo de desviar la atención de la población de los problemas reales, junto con un interés por el rédito electoral.
Estos tres tipos de argumentos suelen aparecer mezclados. En este magnífico artículo de Ignacio Escolar se desmontan casi todos los argumentos que utilizan los racistas para justificar sus idioteces, mezquindades y mentiras.
Unas pocas cosas que hay que tener claras:
- Los inmigrantes son personas igual que tú y que yo; ni mejores ni peores.
- Cualquiera puede ser inmigrante por alguna circunstancia que escapa al propio control.
- Históricamente, la inmigración ha favorecido el desarrollo de todos los pueblos.
- Los países de los cuales proceden los inmigrantes son sistemáticamente agredidos (física o económicamente) por los países receptores de migración.
- El mundo es muy injusto, y por eso ocurren las crisis migratorias. Los principales responsables de esta injusticia son los grandes poderes económicos.
- Rechazar de plano a los inmigrantes con argumentos racistas, supremacistas o económicos es de idiotas, mezquinos o mentirosos, o las tres cosas juntas.