Entre las razones para la construcción de la nueva línea ferroviaria Turín-Lyon está también la ecológica. Se afirma que la Gran Obra reducirá las emisiones al trasladar el tráfico de la carretera al ferrocarril. Pero no todos los trenes son de bajas emisiones.
En este caso, hay que tener en cuenta los 57 km del túnel, con una obra que durará más de 10 años y producirá cierta contaminación, mientras que la recuperación posterior es incierta, ya que dependerá del tráfico real futuro.
Además, dado que la temperatura interior del túnel superará los 50 grados, se requerirá una torre de enfriamiento permanente con un alto consumo de energía.
Es importante que el análisis de costes y beneficios también calcule el balance de carbono de la infraestructura certificada por un organismo de investigación científica.
Para ayudar al clima, sería más prudente invertir miles de millones de dólares de un proyecto que no está listo antes de que hayan transcurrido una docena de años en ciertas soluciones ecológicas inmediatas como la energía renovable y la recalificación energética de los edificios.
Oficina de prensa NO TAV