Por Luís Eduardo Gomes/Sul 21. Traducción de Pressenza
Fidel Ruiz, miembro del movimiento social La Poderosa, habla sobre la experiencia de organización de barrios populares en la Argentina.
Porto Alegre recibió (en el fin de semana del 27 de julio), al 2° Forum Latinoamericano de La Poderosa, movimiento social nacido en el barrio de Villa Zavaleta, en Buenos Aires, y que hoy ya se multiplica en 11 países de América Latina. Más de 3 mil personas pasaron por Porto Alegre, la gran mayoría llegadas de las más de 80 comunidades en que la entidad ya está organizada. Antes del evento, Sur21 conversó con Fidel Ruiz, uno de los líderes –aunque el movimiento pregona la horizontalidad y que nadie hable por todos–, para entender cómo La Poderosa surgió, se organizó y ahora pretende expandirse al Brasil.
Fidel tenía sólo 9 años cuando La Poderosa surgió en Villa Zavaleta en 2004, con la intención de organizar los partidos de fútbol en el barrio, una versión en miniatura de la realidad de una comunidad carente de Buenos Aires: violentos y sin organización. Él era uno de los niños que corrían atrás de la pelota. Con el tiempo fue haciéndose una de las voces a escuchar en las asambleas semanales que, además de tratar las reglas de los partidos, pasaron a abordar también los problemas que vivían los vecinos y cómo resolverlos. Bromea diciendo que, a los 23 años, es un “joven jubilado” en el movimiento social.
A pesar de que La Poderosa se niegue a presentar a sus miembros como líderes, Fidel se reconoce una referencia porque así es visto en su comunidad. “No porque yo sea mejor, sino porque pueden abordarme y me ven como alguien que puede contagiar la lucha de la comunidad”, dice.
La Poderosa es una organización que se presenta como apartidaria, dice no tener una plataforma política, pero no niega su conexión con la izquierda —de hecho, el nombre viene de la motocicleta que Ernesto Che Guevara usó para recorrer América Latina. Fidel destaca que el movimiento no niega la política –y no es anarquista–, porque comprende que no es mala en su esencia; no llama al voto en blanco como crítica a los gobiernos que los dejaron “en la vía” y tampoco llama a votar a una persona o partido, dejando a sus miembros libres para votar a quienes quieran. “Pero construimos un acuerdo para que nadie vote al macrismo” destaca Fidel, que a lo largo de la entrevista va a tratar la profundización de la pobreza en el país, en los años del gobierno de Mauricio Macri.
Para Fidel, la lucha de La Poderosa es para dar voz a quienes nunca la tuvieron, no para apoyar “iluminados” que hablan por los barrios pobres sin conocer siquiera el 1% de su realidad. Por eso en 2011 la organización puso en circulación la revista Garganta Poderosa, el medio de comunicación para que las comunidades hablaran de ellas y para ellas. “Obviamente, necesitamos que compañeros que no son de los barrios se sumen a la lucha, porque es una lucha de todos. En la Poderosa hay muchos compañeros de fuera, pero los vecinos son los que viven la lucha 24 horas, siete días por semana”, dice.
Fidel también entiende que para cambiar la sociedad, es preciso primero construir la movilización y organizar las comunidades. Sólo después –en su visión–, sería posible pensar en un cambio estructural que les permita soñar en ocupar los espacios de los cuales siempre fueron excluidos, como la política y la justicia. “Eso todavía va a tardar muchos años en ser posible”, dice. Aún teniendo ya un alcance importante y habiendo conquistado una voz, crear un partido no les pasa por la cabeza. Además, no sería interesante sumar otro partido que dividiera el ya fraccionado voto de la izquierda en la Argentina. “Cuando nació La Poderosa, nació de una necesidad de hacer diferente”, dice destacando –aun así–, que la organización sabe de donde partió, pero que no tiene punto de llegada. La apuesta está en el andar y la construcción colectiva.
A continuación, la entrevista completa con Fidel Ruiz.
–¿Cómo se produjo la formación de La Poderosa y de este movimiento de organización entre barrios populares?
–La Poderosa nació hace 14 años, el 8 de octubre de 2004, entendiendo que tenía que ser una organización que saliera de los barrios para atender las necesidades de la comunidad y entendiendo que los únicos factores importantes de la lucha eran los vecinos. Y así fue creciendo de una manera que muchos subestimaban. Comenzamos con una actividad de fútbol popular, con una pelota, jugando fútbol, entendiendo que de esa forma se podría construir, porque el fútbol era donde más repercutía la violencia, donde más repercutía la discriminación, el machismo, todas esas problemáticas. Entonces entendimos que si hacíamos un fútbol mixto no era para ser revolucionarios, sino para que el barrio empezara a creer que podrían convivir en un mismo campo mujeres y hombres. Y jugando sin árbitro no porque eso fuera malo, sino porque creíamos que así se producía un intercambio mayor. Para nosotros el fútbol no es sólo un deporte, es un espacio de disputa, de formación social, de educación social –como decimos–, porque es allí donde repercuten muchas emociones, muchos saberes, muchas interpelaciones y mucho de esa unión popular que muchas veces los medios de comunicación –por lo menos en nuestra experiencia de Argentina– no muestran. Siempre muestran todo el lado negativo, pero no muestran esa unión comunitaria que existe. Y así nació y creció La Poderosa, trayendo a los padres de los niños que discutían como iban a jugar el fútbol popular, a una asamblea, una reunión semanal para discutir la problemática de los barrios.
–¿Cuáles eran los problemas que aparecían en las asambleas?
–Los mismos problemas de ahora: el tema de la vivienda, el tema del hambre. Nuestra primera regla del fútbol popular fue tomar desayuno, porque muchas de las familias de los niños, se compraban dos paquetes de arroz y tenían que reservar uno para el día o la semana siguiente. Entonces el desayuno se convertía en la cena, ni siquiera en la merienda o el almuerzo. Los problemas habitacionales eran muchos. Muchos de los niños iban a jugar descalzos porque tenían que guardar las zapatillas, porque era el único par de calzado para ir al colegio al día siguiente. Y así millones de problemas, como también la falta de educación, que no era porque los chicos no querían ir a la escuela, sino porque no podían ir porque no tenían dinero para el transporte, porque los colegios no aceptaban por la falta de cultura y también porque los libros escolares no llegaban a la periferia. El tema habitacional es el gran problema que tenemos hace muchos años y algunos de nuestros barrios están bajo el mismo gobierno local hace más de 50 años. Eso demuestra que hay falta de ganas de resolver.
–¿Los problemas son más resultado de la falta de compromiso de los gobiernos locales o de la ausencia de políticas nacionales para estas poblaciones?
–Creo que las dos cosas andan juntas. Actualmente, el gobierno de Macri y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires son del mismo partido y así fue en la Provincia y en muchos lugares al largo de la historia. Pero entendemos que no hay ganas, no hay compromiso. Siempre hablan de urbanizar, de localizar a las personas que no tienen casas, pero eso nunca se termina cumpliendo. Yo vivo en Villa Zavaleta, donde comenzó La Poderosa, en que se urbanizó sólo un cuarto del barrio y después el dinero que estaba designado para la urbanización desapareció.
–¿Cuándo sucedió esa urbanización?
–Las obras se hicieron entre 2003 y 2007. Pero eso no fue por compromiso del Estado, fue porque los vecinos se organizaron y acamparon con carpas al frente de los ministerios. La policía los reprimió muchas veces. Había personas que oían promesas hace 40 años y seguían sin vivienda digna. Ahí vemos que tanto los gobiernos locales como los nacionales, no tienen ganas de erradicar la pobreza.
–¿Cuáles fueron las obras que se hicieron?
–Hicieron edificios y casas. El plan principal preveía un espacio cultural, plazas y parques. En 2009, nosotros hicimos la plaza Kevin, en homenaje a un niño víctima de una bala perdida. Esa plaza quien la hizo fue la comunidad, no el Estado.
–Estamos hablando de la década pasada, cuando la Argentina tenía un gobierno popular o supuestamente popular. ¿Hay alguna diferencia entre cómo los gobiernos kirchneristas y el actual trabajan los programas sociales y las políticas para las comunidades populares?
–Hay diferencias. Lo que pasa y lo que lo kirchnerismo nunca hizo, fue revitalizar las bases. Siempre subestimó la lucha de las bases, siempre reinó en los barrios el asistencialismo y el clientelismo, nunca una formación política de valorización de las referencias sociales y de los luchadores. Nosotros en el La Poderosa tenemos vecinos que cuando adhirieron al movimiento, ya tenían 30 de años de experiencia de lucha. No estaban en ningún partido político no porque la política sea mala, sino porque la política les mintió. El kirchnerismo tuvo muchos avances en derechos humanos. Comenzaron los juicios de lesa humanidad a los militares, hubo muchos avances, pero también tuvimos muchas deficiencias.
Tuvimos el caso de Kevin, de 9 años, muerto por una bala perdida de las fuerzas nacionales en 2013, fuerzas enviadas por el mismo gobierno Kirchner para “custodiar” Villa Zavaleta. En ese entonces había dos lugares con fuerza nacional supuestamente para nuestra seguridad, pero ese día no estaban. Y ese día no fue único, tuvimos muchos casos anteriores y también muchos casos después. Entonces creemos que tampoco existen ganas de cuidar nuestra seguridad. Siempre dijimos que esas fuerzas de seguridad estuvieron para cuidar a quien estaba afuera, porque nos violentaron. Tuvimos que crear un control comunitario que llamábamos de control popular, donde vecinos y vecinas se organizaban para controlar a las fuerzas de seguridad que debían estar cuidándonos a nosotros. Entendimos que estaban violando los derechos humanos no sólo en lo habitacional, cultural, deportivo, social; ahora también violaban los derechos de seguridad. Y entendimos que la única unión que vamos a tener es de los que están abajo, porque lamentablemente no hay Estado que nos resguarde, que resguarde nuestro futuro. Cuando pasó lo de Kevin, dijimos que la próxima bala sería para nosostros. No queremos que nos roben más futuros. Queremos que nuestros niños sigan soñando, que sigan disfrutando una infancia tranquila. Y eso lo vemos aún más en el Macrismo. Si nuestros derechos no estaban garantizados, con ese gobierno mucho menos.
–Las informaciones que llegan son que la pobreza extrema está creciendo bajo el gobierno Macri. ¿Como está afectando eso los barrios populares? ¿Los barrios populares están creciendo?
–Primero está todo mal, por lo menos lo que está pasanto en los barrios populares. Por ejemplo: antes los taxis no entraban en los barrios, pero se podía llegar hasta cierto punto y caminábamos el resto de las manzanas. En algún momento eso dejó de pasar porque se hizo muy caro para los vecinos. Entonces se formaron cooperativas que llamamos de «remises», que son vecinos de los propios barrios que cobran un poco menos que los taxis y que se pueden llamar. Si estás en el Obelisco, por ejemplo, te buscan y te dejan dentro del barrio. Hoy lo que está pasando es que muchos están perdiendo esa posibilidad de trabajo con los remises, porque los demás no tienen dinero para pagar.
Hoy si tenés plata en efectivo, tenés que pensar minuciosamente los gastos que vas a tener semanalmente. Si conseguís X cantidad de dinero, ya en tu cabeza estás pensando en lo que tenés que gastar. Eso está repercutiendo mucho en los barrios y también la falta de trabajo. Yo tengo 23 años. A los jóvenes de 18 a 24 años les está costando mucho conseguir un trabajo. Y así a muchos vecinos. La venta ambulante está creciendo mucho, porque se está sufriendo mucho y ya son tres años de gobierno macrista en que eso se nota. Imaginá hasta dónde llegó el punto de desesperación, que hoy nuestros vecinos están mirando si el dólar aumenta o no. ¡Imaginá! Imagina todo ese apocalipsis que también llega de los medios de comunicación, porque hay medios que son próximos al gobierno y otros que no lo son, pero te venden un mundo que se está cayendo a pedazos. Nadie habla desde los barrios y lo que está sucediendo en nuestros territorios.
–¿Por eso que La Poderosa construyó un canal propio de comunicación?
–Sí. Cuando pensamos en la Garganta Poderosa –que es nuestro vehículo de comunicación–, pensamos que de una vez por todas, si íbamos a hablar de los barrios, debería ser en primera persona. Eso era importante para la gente porque la Garganta no nació porque sí, no nació para un fin comercial, nació por una necesidad de informar, o de gritar, de expresarnos. La llamamos Garganta Poderosa porque la garganta es nuestro grito, nuestra voz. Y Poderosa porque la lucha que hacemos en los territorios también se hace a través de la comunicación. Para nosotros la comunicación es un espacio de lucha porque nuestros vecinos no estuvieron 50, 60 años encerrados en sus casas, estuvieron 50, 60 años luchando. Y en medio de todo eso, los medios de comunicación tirando basura en las comunidades y no sabían ni el 1% de lo que pasaba ahí. Entonces la Garganta representa eso, contar todas las problemáticas que pasan en los barrios y también contar todas las cosas buenas: desde un espacio de fútbol popular, un espacio artístico, hasta una nueva casa para que las mujeres tengan un espacio propio, para que en el futuro los niños tengan un espacio polideportivo y también para formación social.
De poquito a poquito vamos contando nosotros, y también dando una visión desde el barrio de lo que está pasando tanto en la coyuntura argentina, como latinoamericana. Hoy las voces de la Poderosa son conocidas por los medios de comunicación, porque cuando el gobierno toma una medida o tal persona dijo “tal cosa” sobre los barrios, nos llaman. ¿Por qué? Porque construimos la legitimidad desde abajo. Cuando lanzamos la revista el 1º de enero de 2011, elegimos la fecha por dos razones. Primero, porque es la fecha de la revolución cubana y segundo porque era el único día en que la prensa que tiene el monopolio del papel en la Argentina no circulaba, el único día que no iban a tirar porquería en los barrios.
–¿Como piensa crecer el movimiento hacia las comunidades que aún no están organizadas? ¿Cómo sucede ese trabajo de comunicación y organización en los nuevos barrios?
–Primero, nosotros no tenemos un libro que diga «es así». Nosotros siempre decimos que La Poderosa –más que nunca–, se reconoce por la práctica, se conoce por la acción. Entonces mostramos la legitimidad autónoma, autogestionada. La revista la vendemos nosotros mismos en todas las universidades, en todos los espacios culturales, en las calles. Nosotros nacemos de la lucha. Lo que hacemos es contagiar esos lugares mostrando cómo nos fuimos organizando frente a las necesidades. La Poderosa nació de una necesidad. La Garganta nació de una necesidad también. Y lamentablemente nacen de una necesidad porque no nacemos en el mundo ideal, nacemos en este mundo con contradicciones, con muchos prejuicios. Y también mostrando la gran organización que existe en los territorios. Mostramos eso en cada charla a la que somos invitados en las universidades, en cada espacio cultural donde nos invitan para hablar, en cada espacio que tenemos.
–Y ¿cómo ocurre el proceso de llegada a ciudades de otros países de América Latina, como Brasil? (La Poderosa tiene relaciones con movimientos sociales de Porto Alegre y de ciudades como Salvador y Niterói)
–Primero, entendiendo que cuando nosotros comenzamos en 2004, nos llamamos La Poderosa por dos motivos. Primero, porque defendemos la palabra poder. Nos acostumbramos a creer que la palabra poder era mala y no se podría construir a partir de ahí, pero sí podemos construir desde bajo. Los gobiernos que fueron más reivindicativos del pueblo también salieron de abajo, entonces creemos que es posible. Y nos llamamos Poderosa también porque así se llamaba la moto de Che, con la que recorrió toda América Latina. Nosotros creemos en eso: que no podemos hablar de Venezuela sin conocer la realidad de Venezuela; no podemos hablar de Colombia sin conocer la realidad. Todo lo que hacemos –y nos cuesta mucho–, es viajar, conocer la realidad, conocer las experiencias e invitarlos a ser parte de esta experiencia que supimos construir en Argentina. En Brasil, ciertamente en Porto Alegre, pensamos en eso. Por eso hacer un Forum Latinoamericano, una cúpula de bases, también para que Porto Alegre pueda sumarse a la lucha Poderosa latinoamericana. Por eso reunir referencias de derechos humanos, feminismo, cultura, deportes, de la problemática de la tierra, para expresar y demostrar que las luchas latinoamericanas no están separadas, que ahora es cuando más juntas deben estar. Creemos que cuando comenzamos a nacionalizar la Poderosa en la Argentina, teníamos que conocer la realidad. Si la Garganta tenía que comunicar algo sobre otros estados, debería comunicar a partir de las personas que vivían en esos lugares. Y así creemos en cada sector de América Latina, por eso hacemos asambleas en todos los países de América del Sur, Cuba y México.
–Volviendo a la situación política en la Argentina. El gobierno Macri –así como el gobierno brasileño–, tiene una política económica que los medios de comunicación venden como la única posible. No se puede gastar en políticas sociales porque es preciso pagar a los acreedores, los intereses, porque tienen que hacer ajuste fiscal y se niegan las alternativas. También en los dos países volvió a crecer la pobreza. ¿Como están tratando la gente y los medios de comunicación ese crecimiento de la pobreza?
–En Argentina es muy difícil la comunicación. Hoy todos los medios tradicionales –si podemos decirlo así– juegan con el gobierno macrista. Hay uno que otro que puede hacer algo diferente, pero todos están con el macrismo, tratando de justificar ciertas políticas de Estado, el por qué la inflación de la Argentina no baja, que ahora sólo va a bajar en febrero del año que viene mientras el próximo semestre seguirá muy mal… En marzo de este año, en Tucumán, un policía mató a un niño de 12 años por un tiro en la nuca, por la espalda. Todos los medios de comunicación trataron de justificar la acción del policía y hasta hoy lo siguen justificando. O sea: intentan justificar que la vida de un niño de 12 años no vale nada porque era un delincuente, cuando todos sabemos los problemas que existen por atrás.
Y el año pasado también tuvimos la mala experiencia de un caso de desaparición forzada seguida de muerte, la de Santiago Maldonado –en el sur de la Patagonia argentina–, que luchaba junto a los mapuches argentinos que hoy están siendo violentados y tratados como terroristas, obviamente con el acompañamiento de Chile que está haciendo una política de seguridad en que cada día los reprimen más. Todo los medios tratando de decir cualquiera barbaridad, levantando hipótesis de cualquier magnitud, dando voz a los operarios del macrismo que decían que Santiago Maldonado estaba escondido en Chile, que estaba en un lado o en otro. Dos meses después, el cuerpo apareció en el mismo río donde supuestamente no lo encontraban. Ahora intentan dar otra justificación. Un mes después sucede el caso de Rafael Nahuel (muerto en noviembre de 2017 durante una reocupación en la provincia de Río Negro), también con violencia de la fuerza nacional contra la lucha mapuche. Intentaron justificar que Rafael estaba armado cuando las principales hipótesis dicen que no lo estaba, y así con muchas causas en que los medios de comunicación se pusieron del lado del macrismo.
Hoy reivindican la apertura de un comedor comunitario, cuando todos sabemos que abrir un comedor comunitario es reconocer y afirmar que hay pobreza. En todas esas cosas, en cuestiones económicas, sociales, comunitarias, los medios se ponen del lado del macrismo. En estos tres años (de gobierno Macri), muchos medios despidieron trabajadores y los propios funcionarios salieron a justificar los despidos. Muchos de los que quedaron también salen a justificar el despido de sus compañeros, compañeros que conocían hace años, entonces así vemos que están con este gobierno todos los medios: económicos, judicial, de seguridad y también de comunicación.
–Pero con el crecimiento de los problemas también crece la presión popular. ¿Cual crees tú que será el resultado de esa presión frente al continuo crecimiento de la pobreza?
–Hoy en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, no hay un día en que no haya una manifestación social, porque se entiende que si no salimos a la calle, no va a pasar nada. Y también porque los medios de comunicación interpretan mal las informaciones, no informan por qué las personas están en la calle, sólo el caos en el tráfico, nunca la causa. Hoy las personas están manifestándose por una necesidad. El año pasado, sufrimos represión como hace muchos años no sufríamos en la Argentina, en la lucha contra la reforma del sistema jubilatorio. Aumentaron la edad de jubilación y cortaron beneficios sociales, y el pueblo salió a las calles. El pueblo está protestando a cada segundo. También protestó cuando murió Santiago Maldonado. Y esta semana volvió a salir contra el proyecto del gobierno nacional de volver a aplicar las fuerzas militares en la seguridad interna. Supuestamente van a controlar las fronteras argentinas para combatir el narcotráfico y el terrorismo que puede venir del exterior, pero entendemos que la última vez que pasó eso (en la dictadura militar), todos sabemos las consecuencias. Por eso el pueblo sale a protestar, no sale porque sí, sino porque no queremos eso nunca más. El pueblo argentino está resistiendo mucho para que se terminen todos los ajustes, todas las políticas, todos los decretos, pero también porque hay un valor en la sociedad argentina en esto de luchar. A lo largo de la historia la Argentina luchó en las calles; desde la dictadura militar, después, antes, en los años 90, 2000, en los últimos años…
También tratamos de interpelar a las demás clases sociales para que no sea una lucha de clases, donde sólo los pobres están marchando porque no tienen trabajo. Tiene que ser una lucha conjunta. Cuando en la Argentina se cantaba, en 2001, “Piquete y cacerola ¡la lucha es una sola!”, los piquetes hacían convocatorias para las marchas a todas las clases sociales. Hoy parte de la resistencia popular se da también en la clase media, porque ellos también la están pasando mal, no sólo los que viven en los barrios populares. Tiene que haber esa hecatombe, ese desajuste, para que el pueblo se una. Nosotros con la Garganta Poderosa, intentamos hacer eso, intentamos interpelar. No tratamos de decir “esta es la verdad”, decimos lo que está sucediendo y tratamos de informar a la sociedad para que –cada vez más– estemos del mismo lado y luchando. Lo que está pasando en Argentina es eso.