por Paul Craig Roberts, 4 de julio de 2018
el artículo original se puede encontrar aquí
Como Presidente de Ecuador, Rafael Correa fue un regalo de Dios para el pueblo ecuatoriano, para la independencia de América Latina y para Julian Assange de WikiLeaks. Al servir a la justicia y la verdad en lugar de a Washington, Correa se ganó el odio y la determinación de Washington para destruirlo.
Correa fue sucedido como presidente por Lenin Moreno, a quien Correa creyó erróneamente que era un aliado, pero que tiene toda la apariencia de ser un activo de Washington. Lo primero que hizo Moreno fue hacer un trato con Washington, impedir que Correa volviera a presentarse a la presidencia y delatar a Julian Assange. Moreno quiere revocar el asilo concedido a Assange y ha impedido que Assange continúe su actividad periodística desde la embajada ecuatoriana en Londres. En otras palabras, Moreno ha conspirado con Washington y el Reino Unido para encarcelar efectivamente a Assange en la embajada.
Ahora Moreno ha dado otro paso que pone de relieve su carácter de canalla. Correa, al darse cuenta de que él y su familia estaban en peligro, se mudó a Bélgica. Un tribunal ecuatoriano ha ordenado a los belgas que detengan a Correa y lo extraditen a Ecuador por un falso secuestro.
Correa cree que Bélgica no va a cumplir con una acusación absurda de la que no se ha presentado ninguna prueba y que la acusación tiene por objeto difamar su nombre. Si yo fuera Correa, no estaría tan seguro. Miren la facilidad con la que Washington pudo usar a sus vasallos -Suecia y el Reino Unido- para anular efectivamente el asilo político que Ecuador le dio a Assange. Bélgica también es vasallo de Washington y experimentará amenazas y sobornos -cueste lo que cueste- para poner a Correa en manos de Moreno, es decir, en manos de Washington. Si yo fuera Correa, iría a la embajada rusa y pediría asilo a Putin.
Aquí hay un reporte de noticias de RT:
[1] https://www.rt.com/news/431653-correa-ecuador-arrest-order/