Entrevistamos a Claudia Soto Rojas, escultora chilena, nacida en Concepción, ganadora del Concurso Público nacional instituído por la Universidad de Concepción con motivo de su centenario, para la creación de una escultura monumental.
Esta Universidad es la tercera que históricamente se creara en Chile, luego de las Universidades de Chile y Católica; es la primera universidad regional, ubicada al Sur del país. De sus aulas han surgido grandes personajes, importantísimos aportes al acontecer nacional, así como reflexiones e investigaciones de primer nivel y políticamente muy significativas, gran baluarte de la izquierda, dio origen a varios de los movimientos revolucionarios chilenos.
Al cumplir 100 años en 2019, la Universidad quiere crear un nuevo símbolo y para ello recurrió al mencionado concurso. Su campus, abierto a la ciudad, se transformó en un parque urbano, el parque más importante de la ciudad de Concepción, donde además la Universidad cumple un rol vital en la extensión cultural para la región y el sur del país. Su arquitectura es muy simbólica y potente, ahí el arco es un elemento fundamental, sobresaltada en los años 60’ s por una escultura emplazada en el Foro, que a mi parecer es la mejor escultura de Samuel Román, homenaje a los fundadores de la casa de estudios.
Esta nueva escultura, que se espera sea un nuevo símbolo tal como lo es el gran campanil del Foro y la obra de Román, se instalará en el eje perpendicular al eje patrimonial de la Universidad que va de la Escuela de Medicina a la Biblioteca, esto es frente a la Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas.
Pressenza: ¿Cuál es la importancia de la escultura urbana?
C.S.: Quise estudiar escultura urbana, porque la ciudad y la sociedad en la que vivimos actualmente es bien especial. Podríamos decir que estamos en un momento en el que las ciudades prácticamente están viviendo una desintegración. Santiago es ejemplo Latinoamericano de ello, una ciudad segmentada, llena de barreras, hay muchos estudios que así lo demuestran, son distancias físicas, psicológicas, económicas, culturales, distintas formas de segregación. Esto genera un vacío, nos hace des-aprender a vivir la ciudad, a relacionarnos con los otros, a convivir. Y es en ese vacío en el que entra la escultura urbana, con un rol muy importante, todavía no valorado por las autoridades locales ni nacionales. La escultura y el arte público en general cumplen un rol muy significativo, que tiene que ver con las emociones, con el rescate de la memoria, con los nuevos significados de los espacios que no tienen significados. La ciudad contemporánea lo que más necesita es posibilitar una re-significación, un re-aprendizaje de la convivencia. Los espacios públicos son espacios significados por diversos elementos, como una escultura pública, son esos espacios de encuentro que estamos necesitando para que las diversidades urbanas lleguen a converger.
La escultura tiene una importancia dentro de la ciudad y conforma espacios distintos de convivencia y memoria que no los generan otras cosas. Vivimos en un momento donde se abre una distancia abismal entre el poder político, el mundo académico, el sector privado, las artes, la cultura y lo social. Hoy lamentablemente son mundos completamente diferentes; a eso también me refiero cuando hablo de desintegración de nuestra sociedad.
Pressenza: ¿Cuál ha sido tu impulso, tu propósito, tu búsqueda de un aporte a estos espacios públicos a través de la escultura?
C.S.: Ingresé a la Escuela a estudiar Arte pensando en la escultura desde un comienzo porque me había dado cuenta que en mi formación se había desarrollado cierta aptitud para ver el espacio en modo diferente. Ver la composición espacial de una escena, por ejemplo. Ví mucho ballet, mucha ópera, hice danza también. Eso que sucede en un escenario, con todas las líneas de composición, se da y se repite en el espacio público.
Cuando ya estaba en mi carrera, tuve un contacto muy especial con Lautaro Labbé, escultor que en esa época se comenzaba a dedicar a la escultura colectiva. Y la primera en que trabajamos se realizó en Concepción, en un espacio que está justo en frente de donde se va a colocar mi escultura para los 100 años de la Universidad. Fue el primer homenaje a los caídos en dictadura de la Universidad de Concepción. Ese trabajo colectivo en un espacio abierto, nos enseñó a todos los que participamos a crear colectivamente. Esa experiencia aportó para que luego fuera a Barcelona a estudiar sobre los Espacios Públicos.
Pressenza: ¿Y esta escultura que gana el concurso de la Universidad de Concepción ahora, en qué sentido representa eso?
C.S.: Creo que una de las razones por la que la escultura gana precisamente es por ese largo aprendizaje. La escultura urbana debe construirse, según entiendo, para un espacio específico. Para un lugar, con sus características formales, considerando la composición y el comportamiento humano que rodea a ese lugar. Si la escultura es para galerías, para la casa, para colocarla en cualquier parte, no funciona. Esta escultura mía que ganó, tuvo la gracia de comprender el espacio en el que va a ser ubicada. Juega a favor de la arquitectura, no compite con ella. Es una obra abierta, son tres arcos, tiene seis bases, por lo tanto es una obra que se para desde el suelo. Al estar compuesta por tres arcos, permite pasar por entre medio e interactuar con ella. Ese es un espacio estudiantil y la obra lo reafirma.
Pressenza: ¿En qué materiales está hecha?
C.S.: Es una estructura de acero. Tiene que durar en el tiempo y tener también la nobleza, en sus materiales, para que le de la prestancia a una obra – como símbolo de la Universidad – que re-significa el centenario de la Institución.
Pressenza: ¿Tiene un brillo y una luz?
C.S.: Si, porque el acero inoxidable juega mucho con la luz, pero queremos que el brillo sea lo más mate posible, para que juegue de manera sutil porque ya el metal es suficientemente brillante, de modo que no hay que pulirlo mucho. No va a ser espejado, sino con un brillo mate, que funciona también estupendamente en la noche. Porque está contemplada iluminación nocturna para que las figuras se dibujen en la noche.
Pressenza: ¿Debiera inaugurarse en mayo del 2019?
C.S.: No hay un día fijado, pero se inaugurará para la celebración oficial de los 100 años.
Pressenza: Para finalizar, cuéntanos del Concurso mismo…
C.S.: Concursamos aproximadamente 30 artistas nacionales y en una primera etapa se seleccionaron 12 y de allí salieron las obras ganadoras; el primer, segundo y tercer lugar y algunas menciones honrosas. Es un orgullo para mí haber obtenido el primer lugar. Fue un concurso anónimo en el que participaron casi todos los escultores importantes del país. No fui la única ex-alumna, habían otros también. Alrededor de un tercio fuimos mujeres.
Creo que la emoción me desbordó al ganar. Seguramente ha sido de las emociones positivas más grandes que he tenido en la vida, porque tenía para mí muchos significados: profesionales, emocionales, de memoria y trayectoria. Mi mundo, desde la temprana infancia, fue la Universidad de Concepción, así es que ganar ahí fue la emoción tal vez más importante de toda mi carrera.