Ayer fue el día mundial de las Redes Sociales y me pareció una buena idea escribir un relato para conmemorar esta fecha -tan ruin- de nuestras vidas modernas:

Hacía ya tiempo que no me sentía tan feliz como hoy. Tal vez fuese porque esta mañana me había dejado el móvil en casa. De repente en el autobús -camino de la clínica- ignoraba la hora de los hombres y se me habían ido las prisas, y al no estar conectado no recibía ningún e-mail indeseable: suscritos, boletines, notificaciones, newsletters y un largo etcétera de información de la que podía prescindir. Estaba a salvo de la vorágine que implica entrar en Facebook, Twitter, Instagram, Hangouts, y otras muchas redes que ni siquiera conozco. Y como dice un escritor portugués: “Las redes sociales son de facto, viciosas. En mi caso que solo esnifo Facebook y nunca fumé Twitter o me inyecté Instagram” las cosas se complican cuando después dos horas de Facebook te puedes ir para la cama con una sobredosis de basura informativa irrecuperable.  Y prosigue el mismo autor: “¿Por qué no somos capaces de dejar esta droga inventada por un joven experto que hoy en día tiene a billones de personas enganchadas?”1

Pero yo hoy me había desenganchado, literalmente, y me sentía libre, independiente, y con tiempo para todo, incluso para bajarme del bus y tomarme un expresso en una cafetería italiana a la antigua -sin portátiles de Apple o de Microsoft- donde me pareció una buena idea redactar el presente cuento a mano escrita.  Así que la próxima vez que salgas de casa olvídate del móvil o el celular o el Smart Phone o como lo quieras llamar, y ya verás qué feliz serás. Por que ya no quieres esnifar más Facebook, ni fumar más Twitter, ni inyectarte más Instagram, ni tragarte miles de mensajes aborrecibles de WhatsApp, porque tú eres libre y lo sabes.

 

1  De Jornal As Noticias, “Mas que droga!” Junho 2018, Reino Unido,. Autor anónimo. Traducción del portugués propia.