Por Rubén E. Camacho
Fue la triste y desafortunada frase de quien rige los destinos de la provincia más importante de Argentina[1], con pretensiones presidenciales.
Ante semejante disparate, qué podemos decir los que no discriminamos; qué podemos decir los que buscamos que el ser humano evolucione; qué podemos decir los que no despreciamos la vida; cuál es la reflexión y la actitud que debemos desarrollar para no llegar a semejante lugar; cuál es el trabajo a desarrollar para que vuelva la democracia real al país; cómo no hacer vano este corto tránsito por la vida…
Merecemos la reflexión a fin de ver dónde nos hemos equivocados, intencionalmente o no; merecemos la reflexión por el solo hecho de cambiar el enfoque y nuestra actitud para lograr lo mejor para todos; merecemos la reflexión a fin de profundizar en nosotros mismos para conocer mejor el porqué de tanto desprecio a los demás, sobre todo al que trabaja; merecemos la reflexión de por qué hemos puesto a semejantes personas a gobernar, lo que se imaginó o ensoñó al confiar en ellos, de qué se buscaba salir; merecemos la reflexión de por qué se cree más en la mendacidad de promesas y se desdeña la realidad…
Quienes hoy gobiernan lo hacen desde una educación inconveniente hasta para ellos mismos, basada en el desprecio, la discriminación y el clasismo –basta ver sus historias de vida-. Entonces cabe la pregunta, ¿de qué ha servido desarrollar ese tipo de educación, tan alienada de la sociedad de la que forman parte y a la vez tan lejana a sí mismos y entre sí mismos? ¿Es que la educación “privada” es de un nivel superior –humanamente- frente a la vapuleada educación pública? Recordemos que gente como esta es la que desarrolla todos los planes educativos y no el docente, quien conoce en profundidad la realidad educativa, desarrollando un trabajo desde la base. ¿De qué han servido los tan afamados retiros espirituales; qué trabajos se diseñaron allí en realidad?
Y mis preguntas continúan, ¿qué hemos hecho mal para recibir de otros ese trato degradatorio acompañado de soeces términos? Pienso que debemos buscarnos en lo profundo de nuestras almas a fin de comprobar por nosotros mismos el porqué de semejante conducta hacia los demás. Esto debe abarcar a todo el conjunto de la sociedad, no solamente a aquel sector que la mantiene con sus esfuerzos, sino también a aquella mínima porción encastillada, alienada de la cual brotan las imposiciones que terminan por ser “verdades absolutas”, y también a aquellos que se sienten lejanos a la base pero que a la vista del poderoso son considerados clase trabajadora (el temor a considerarse insultados por el término trabajador es más real en sus cabezas que la dignidad que contiene dicho término). Todo está fraguado y tergiversado en beneficio de quienes ejercen la tiranía, quienes jamás se ven como responsables, ya que es más fácil culpar a otros que hacerse cargo de sí mismo. Eso también ha hecho carne en la sociedad.
¿En qué se ha transformado hoy la política? No es, como tenemos por costumbre oír, una carrera, sino más bien un servicio temporal hacia la sociedad que se dice representar (?). El problema de
esta creencia no contiene el hecho de servir a un pueblo; hoy en día, por ejemplo, son quienes se sirven de él y para ello utilizan grotescos términos -en contra de quienes deben atender- con el fin de confundir y no mostrarse en su verdadero interés. Tienen una oportunidad única de hacer algo bueno por los demás, pero eligen desperdiciarla, atendiendo únicamente sus anhelos personales, en este temporal paso por el poder. Se ha naturalizado todo tipo de violencia, como si ello constituyera un acto de justicia, lo que ya no va con los tiempos; no se ha sabido captar la sensibilidad humana ni se ha trabajado por estar a la altura moral de tratar a los demás como uno quisiera ser tratado. Anclados como están, estancadas sus almas como un barco en los hielos, es imposible concretar desde ahí un avance valiente y beneficioso para todos. Es lo que ha decantado hacia la sociedad, esa sociedad no a unir para que crezca humanamente, sino como dos fuerzas antagónicas a enfrentar y confundir, similar a dos virus eliminándose a sí mismos; una sociedad a la que no conviene despertar ni hacer reflexionar acerca de su destino, que ha perdido el control sobre sí misma y la dirección de su vida, como hijos a los que se abandona y que cada uno se arregle como pueda. Esta negligencia espiritual es lo que ha hecho raíz en el ser humano, es un arrastre de siglos que hoy hace eclosión con fuerzas; dos caminos se abren ante nosotros, uno elige deliberadamente, aun conociendo sus consecuencias posibles. Basta con poner una mirada humanizadora sobre nuestra conducta si buscamos los cambios que nos transformen en mejores personas, sacudiéndonos ese manto de sufrimiento y de falsedades que no hacen más que ocultar y postergar la grandeza de la existencia humana.
El populismo, otro término malintencionado, manipulado y difundido por periodistas sumisos al poder (ay de quienes someten sus vidas al capricho de los tiranos), término emergido de espíritus de baja calidad humana que busca degradar a la sociedad toda, excluyéndose de la misma. Hoy importa más atender a un mercado que atrasa que sacar de la miseria al ser humano.
Así ha quedado la pobre gente, desorientada y alejada de sí misma, sospechosa de cualquier ayuda humana que se le pueda brindar y desconfiando de todos. El maltrato, la crítica hacia las actitudes ajenas brotan como actos morales ejemplares, trabando cualquier tipo de relación personal que abra un beneficio mutuo. Se critica la conducta ajena, pero nada se hace por ayudar a superarla. Intento transmitir con la esperanza de ser entendido, que el ser humano es un ser “para otro”, que nuestros mejores actos terminen en otros, de esa forma estoy abriéndome a relacionarme con otros desde una postura solidaria y humanizada, es parte de mis propósitos que se une a mi propósito principal: lo mejor que pueda hacer por otros, hacerlo. Es una forma de tratarlo como deseo ser tratado. Es, también, una manera de aclarar mi trasfondo, aunque esto produzca desconfianza. Hecho que poco y nada me importa.
En nosotros está superar a estos gobernantes que únicamente buscan cerrarnos el futuro, transmitiéndonos toda su ignorancia y deshumanización, pendientes de los hilos del capitalismo. Es nuestra tarea, no sacarlos de donde se los puso, sino ayudarles a transformar su mirada para que puedan mejorar sus vidas, haciéndoles ver que se les ha confiado un cargo para el cual no están preparados por no estar a la altura de los tiempos humanos. No lo creamos un esfuerzo en vano si no somos escuchados. Recordemos que todo esfuerzo que volquemos buscando la transformación de la vida, nos hará crecer aún más; así estaremos en condiciones de elegir lo mejor para nuestras vidas y nuestros destinos. Y habrá que sortear injusticias y difamación por doquier; pero recordemos que ninguna lucha para haya justicia es vana, por más que no haya justicia. Un abrazo.
[1] Gobernadora actual de Provincia de Buenos Aires, 15 millones de habitantes.