Mientras el mundo observaba y esperaba con expectación el resultado del importante esfuerzo mundial -en el que participaron más de 100 buzos de cuevas de diversos países, 1.000 miembros del ejército tailandés y otras 10.000 personas que desempeñaban diversas funciones- para rescatar a un equipo de 12 jóvenes futbolistas y su entrenador, que quedaron atrapados durante 17 días en una cueva inundada en Tailandia, 850.000 niños fueron asesinados por personas adultas en otras partes del mundo, muchos de los cuales simplemente murieron de hambre en el Yemen o en otras partes de África, Asia y América Central y del Sur.
Pero otros niños murieron en sacrificios rituales, muchos niños murieron después de haber sido traficados sexualmente, violados y torturados, muchos murieron en guerras (incluso en Yemen), muchos murieron mientras vivían bajo ocupación militar, muchos murieron como niños soldados o mientras trabajaban como esclavos, y otro gran número de niños sufrió violencia en una miríada de otras formas que van desde violencia (incluyendo la violación sexual) infligida en el hogar familiar hasta vidas de pobreza, falta de hogar y miseria en países ricos industrializados o como refugiados huyendo de zonas de conflicto. Ver “El ‘Pequeño Secreto Oscuro’ de la Humanidad: Matar
de Hambre, Esclavizar, Violar, Torturar y Asesinar a nuestros Niños”.
¿Por qué los medios corporativos de comunicación del mundo destacaron tan gráficamente la historia de la cueva tailandesa inundada y por qué tanta gente común y corriente responde con tanto interés -lo que significa compromiso emocional genuino- en esta historia, pero no con los otros que acabamos de mencionar?
¿Y qué nos dice esto sobre la psicología humana y la geopolítica?
Huelga decir que mucho.
Durante el drama de las cuevas tailandesas, los principales medios corporativos de comunicación, como el Washington Post y la BBC, estuvieron publicando rutinariamente actualizaciones de «noticias de último minuto» sobre el estado de los esfuerzos de rescate. En los momentos álgidos del drama, los informes sobre este tema estaban eclipsando las principales historias políticas y otras historias del día. Al mismo tiempo, no hubo «noticias de último minuto» sobre cualquiera de las múltiples formas de violencia contra los niños, las cuales estaban matando (y lo siguen haciendo) a 50.000 niños cada día.
Entonces, ¿por qué los medios de comunicación corporativos se interesan en esta historia esencialmente local (tailandesa) sobre un grupo de 12 niños atrapados en una cueva? ¿Y por qué atrajo tanto apoyo, incluyendo a buzos de cuevas, ingenieros y médicos extranjeros, así como al multimillonario de la tecnología, Elon Musk, que voló para investigar las opciones de rescate y ayudar en los esfuerzos del mismo? Ellos y sus homólogos ciertamente no están volando para rescatar niños en un gran número de otros contextos, incluyendo aquellos en los que la provisión de comidas simples y nutritivas además de agua limpia haría maravillas.
Bueno, en esencia, la historia era grandiosa para los medios corporativos, simplemente porque informaba sobre algo de poca importancia para aquellos que no habían sido impactados inmediatamente y permitía a los medios atraer la atención sobre ellos mismos y otros «héroes» (occidentales) involucrados en la historia mientras se dedicaban a su práctica usual de distraernos de lo que realmente importa. Y era una historia fácil de vender simplemente porque los medios de comunicación pueden utilizar una amplia gama de seguros desencadenantes emocionales para atraer a la gente hacia la historia dramatizada sin plantear simultáneamente preguntas difíciles sobre el (espantoso) estado del mundo y la responsabilidad por él.
En un lenguaje sencillo: al igual que los eventos deportivos y otras formas de entretenimiento, el rescate en las cuevas proporcionó un tiempo y un espacio contenido de forma segura para que las personas se sintieran involucradas emocionalmente (en este caso) en un drama de la vida real (con sentimientos como el miedo y el alivio, les permitieron una salida) mientras reforzaban cuidadosamente su sentimiento inconsciente de impotencia para hacer algo al respecto y su aceptación de esto. Por eso era tan importante que se destacaran los esfuerzos de rescate de los expertos: el mensaje clave de los medios de comunicación era que «no hay nada que tú puedas hacer».
Por supuesto, en ese contexto, esto era en gran medida cierto. El problema es que la cobertura de los medios corporativos no estaba dirigida a ese contexto. Se dirigía a todos esos otros contextos que ni siquiera se estaban discutiendo, y mucho menos destacando: la amplia gama de cuestiones -incluidas las numerosas guerras en curso y la interminable violencia militar, la amenaza de una guerra nuclear, la catástrofe climática y las innumerables amenazas a nuestra biosfera planteadas por actividades como la destrucción de la selva tropical, la crisis de los refugiados, las ocupaciones militares, así como la violencia en curso contra los niños en tantos contextos como los mencionados anteriormente- que necesitan gran parte de nuestra atención, pero para las cuales la élite utiliza sus medios corporativos de comunicación con el fin de distraernos y reforzar nuestra sensación de impotencia.
Otro aspecto de la historia fue la forma en que puso de relieve la naturaleza «accidental» del incidente: nadie fue realmente responsable, ni siquiera el desafortunado entrenador que sólo intentaba dar a sus jóvenes jugadores una excursión interesante y a quien, según los informes, ninguno de los padres culpó.
Al centrarse en los detalles logísticos de la historia (la distancia dentro de la cueva, la estrechez de ciertos pasajes, las posibilidades de rescate, el equipo, la amenaza de lluvias monzónicas…), sin culpar a nadie, los medios de comunicación pudieron reforzar su interminable mensaje de que «nadie» es responsable del estado del mundo. Por lo tanto, ningún individuo ni organización es responsable de hacer nada tampoco. Una vez más, este mensaje está diseñado para profundizar un sentido de impotencia y para hacer que la gente se muestre reacia a actuar: para convertirlos en observadores impotentes en lugar de participantes activos en su propio destino.
Por otro lado, cabe señalar que, por supuesto, en los contextos en los que sirve a los intereses de las élites atribuir culpas, ciertamente lo hace. Por lo tanto, las élites podrían llegar a culpar a los musulmanes, rusos, palestinos u otros blancos más recientes (dependiendo del contexto) por algún problema. Sin embargo, en estos contextos, la historia de la «culpa» está enmarcada para asegurar que las élites tengan la máxima oportunidad de actuar como deseen (a menudo militarmente) mientras (de nuevo) engendran un sentimiento de impotencia entre el resto de nosotros.
La tragedia del incidente de las cuevas tailandesas es que un hombre murió y muchos niños pasaron 17 días en una situación en la que, sin duda, estaban aterrorizados y sufriendo una verdadera privación física. Pero los medios de comunicación de élite usaron cínicamente el evento para distraernos de temas de vital importancia, incluyendo la grotesca violencia en curso contra niños y niñas en un gran número de contextos, y para reforzar “La Falsa Ilusión de ‘Yo No Soy Responsable’”.
En resumen, mientras que los 12 niños y su entrenador fueron rescatados después de estar 17 días atrapados en una cueva inundada en Tailandia que requirió un sofisticado y costoso esfuerzo internacional, durante el mismo período en todo el mundo, 850.000 niños fueron asesinados por individuos adultos. Incluso en Tailandia durante este período de 17 días, aparte de los niños violados y asesinados como resultado del tráfico sexual y otros actos de violencia, 119 niños se ahogaron (a razón de siete cada día). Véase “SwimSave: Previniendo el Ahogamiento Infantil”. Obviamente, estos niños y niñas fueron ignorados porque no se obtenía ningún beneficio al informar sobre su difícil situación y ayudar a movilizar un esfuerzo internacional para salvarlos.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Bueno, para empezar, podemos boicotear a los medios corporativos y ciertamente no gastar dinero en ellos. La poca verdad que contienen suele tener aún menos valor (y probablemente apenas va más allá de un buen informe deportivo). En su lugar, invierta todo el dinero que antes gastaba en los medios corporativos apoyando a los medios de comunicación progresistas. Puede que no hayan informado sobre los sucesos relacionados con el rescate de las cuevas tailandesas, pero sí sobre la violencia que se está infligiendo a los niños en circunstancias más grotescas, como la guerra en Yemen. También reportarán y analizarán los eventos globales importantes desde una perspectiva veraz y que mejore la vida y a menudo ofrecerán estrategias para su participación comprometida.
Si quiere entender por qué la mayoría de la gente es engañada por los medios corporativos, cuya función principal es distraernos y desempoderarnos, tendrá un claro juicio al leer cómo los adultos distraen y desempoderan a los niños en nombre de la «socialización». Véase “¿Por qué Violencia?” y “Psicología de la Valentía y Psicología del Miedo: Principios y Práctica”.
Si desea educar a los niños para que sean agentes poderosos de cambio que no tengan problemas para resistir los intentos (ya sea por parte de los medios corporativos o de cualquier otro agente de élite) de distraerlos y desempoderarlos, lo invitamos a considerar hacer “Mi Promesa para los Niños”.
Si usted es fácil de engañar, mejorará enormemente su capacidad para discriminar y enfocarse en lo que es importante al “Poner los Sentimientos Primero” que, entre otras cosas, restaurará su conciencia, intuición y «registro de verdad», funciones mentales vitales suprimidas en la mayoría de las personas.
También lo invitamos a considerar la posibilidad de participar en “El Proyecto Flame Tree para Salvar la Vida sobre la Tierra” que traza una estrategia de quince años para crear una comunidad mundial pacífica, justa y sostenible para que todos los niños (y todos los demás) tengan un planeta ecológicamente viable en el que vivir.
Y para la amplia gama de otras manifestaciones de violencia contra los niños y niñas a las que nos referimos anteriormente, considere usar la estrategia no violenta de Gandhi en cualquier contexto que le preocupe particularmente. Véase Estrategia de Iniciativa No violenta o Estrategia de Defensa/Liberación No violenta.
También puede considerar firmar el compromiso en línea de “La Carta de los Pueblos para Crear un Mundo Sin
Violencia” que identifica explícitamente el papel de los medios de comunicación corporativos, entre muchos otros agentes de élite, en la promoción de la violencia.
¿Estoy contento de que los 12 niños y su entrenador hayan sido rescatados en Tailandia? Por supuesto que lo estoy. Desearía que se hiciera un esfuerzo equivalente para rescatar a cada uno de los 50.000 niños que mataremos hoy, mañana, pasado mañana y tras pasado mañana…
Traducido del inglés por María Cristina Sánchez