Estados Unidos ha tenido el déficit comercial más grande del mundo por casi medio siglo. En 2017 ascendió a 566.000 millones de dólares para bienes y servicios, y sin estos últimos, a 810.000 millones de dólares.
Además, el mayor déficit comercial con China llegó a 375.000 millones de dólares, lo que supuso un aumento pronunciado con respecto a los 34.000 millones de dólares que tenía en la década de los años 80.
En 2017, el déficit comercial con Japón fue de 69.000 millones de dólares, y con Alemania de 65.000 millones de dólares. Y lo mismo le ocurre a Estados Unidos con sus socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), por ejemplo tiene un déficit de 71.000 millones de dólares con México.
El presidente estadounidense Donald Trump quiere reducir el desequilibrio con medidas proteccionistas. En marzo de 2018, impuso un arancel de 25 por ciento a la importación de acero y de 10 por ciento a la de aluminio, un mes después de hacer lo mismo, además de imponer cuotas, a la importación de paneles solares y de lavarropas.
Y el 10 de este mes, Estados Unidos publicó una lista de importaciones chinas, por un valor de 200.000 millones de dólares al año, a las que impondrá un arancel de 10 por ciento, probablemente a partir de septiembre, tras imponer un arancel de 25 por ciento a algunas de esas importaciones por 34.000 millones de dólares a partir del 7 de julio.
¿Los déficits comerciales de Estados Unidos reflejan una debilidad?
La explicación habitual para los déficits comerciales bilaterales es la diferencia de precios.
Pero Estados Unidos acusa a esos países de prácticas comerciales “injustas”, como manipulación monetaria, supresión salarial y subsidios estatales con el fin de impulsar las exportaciones, además de bloquear las importaciones estadounidenses.
Trump considera injustos acuerdos comerciales como el TLCAN. De hecho, su equipo de asesores insiste en reducir sus déficits mediante la renegociación de los acuerdos comerciales, la “compra estadounidense”, un dólar más fuerte y enfrentándose a China.
Pero el déficit comercial general que tiene, compensado por el flujo de capitales, tiene que ver con la brecha entre ahorros e inversiones.
Estados Unidos gasta más de lo que produce, lo que hace que importe bienes y servicios. Los créditos baratos impulsan el consumo mediante el endeudamiento, lo que aumenta el déficit comercial.
La deuda total de los hogares estadounidenses ascendió a 13,2 billones (millón de millones) en el primer trimestre de 2018, el 15 trimestre consecutivo de aumento en los rubros de hipotecas, préstamos y créditos estudiantiles y automotrices y de tarjetas de crédito. La deuda de los consumidores fue más del doble del producto interno bruto (PIB) en 2017.
También aumentan los déficits presupuestales del gobierno. De 67,7 por ciento del PIB en 2008, la deuda se incrementó a 105,4 por ciento en 2017. El déficit del presupuesto federal fue de 665.000 millones de dólares en el ejercicio fiscal de 2017, trepando 14 por ciento respecto de los 585.000 millones de dólares registrados en el de 2016.
El déficit presupuestal de Estados Unidos fue de 3,5 por ciento del PIB en 2017.
Y según la Oficina de Presupuesto del Congreso legislativo, superará el billón de dólares en 2020, dos años antes de lo proyectado por los recortes impositivos de Trump y el aumento del gasto.
El crecimiento de la economía estadounidense también puede elevar el déficit comercial, porque los consumidores gastan más en bienes y servicios importados. El dólar más fuerte hace que los productos extranjeros sean más baratos para ellos, pero encarece sus exportaciones en el extranjero.
Esas fuerzas económicas subyacentes se volvieron más importantes que sus políticas en el incremento del déficit comercial, mientras los desequilibrios bilaterales reflejan relaciones comerciales específicas con países concretos. Entonces trastocar las relaciones comerciales bilaterales no hará más que traspasar el déficit comercial a otros.
¿Tener la torta y comérsela?
¿Entonces por qué Estados Unidos tiene un déficit comercial estructural? En tanto que “divisa de reserva” internacional de hecho tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ese país ha dado liquidez al resto del mundo.
Su percibida solidez militar significa que lo consideran un lugar seguro para preservar los activos financieros. Alrededor de las tres quintas partes de los 10 billones de dólares de reservas mundiales de 2016, por ejemplo, estaban en dólares estadounidenses.
El suministro de liquidez internacional de Estados Unidos por emitir la divisa de reserva mundial ofrece varias ventajas económicas. También le genera señoreaje precisamente por emitir la principal divisa del mundo, gracias a la diferencia entre el valor nominal de billetes y el costo de emisión.
Con la creciente demanda extranjera de dólares, Estados Unidos puede tener que gestionar déficits casi de forma indefinida creando más deuda o vendiendo activos. La demanda de activos denominados en dólares, es decir, bonos del tesoro estadounidense, eleva su precio y reduce las tasas de interés para financiar tanto el consumo como las inversiones.
Si bien los inversores extranjeros compran activos estadounidenses de corto plazo y baja rentabilidad, los estadounidenses pueden invertir en el exterior en activos de mayor rendimiento y largo plazo. Estados Unidos suele obtener mayores beneficios de esas inversiones que lo que paga por la deuda, considerado un “privilegio exorbitante” de Estados Unidos.
Entonces para que Estados Unidos se beneficie del “privilegio exorbitante” del dólar papel en tanto que moneda de reserva, tiene que tener un déficit comercial crónico.
Por lo que renunciar al estatus de divisa de reserva mundial tendrá grandes consecuencias para el estándar de vida, las finanzas y la economía estadounidenses.
¿Estados Unidos podrá ganar la guerra comercial?
Barry Eichengreen señaló que los países en alianzas militares con estados que emiten divisas tienen 30 por ciento más de divisas de sus aliados en reservas extranjeras que los que no pertenecen a esas alianzas.
En cambio, Trump prioriza la reducción del déficit comercial para fortalecer el dólar estadounidense y su dominio, mientras perjudica algunas de sus viejas alianzas políticas.
A medida que Estados Unidos se retira del escenario diplomático, el uso de otras divisas de reserva, incluso el renminbi chino, aumenta, en especial en Europa y África.
Es irónico entonces que mientras Trump lanza guerras comerciales contra amigos y enemigos, sea China la que probablemente gane, tanto desde el punto de vista geopolítico como económico.
El consiguiente cambio económico global no solo perjudicará al dólar de Estados Unidos y a su economía a través de la tasa de cambio y los costos de préstamos, sino que también impactará en su predominancia geopolítica.
Anis Chowdhury, profesor adjunto de la australiana Western Sydney University, ocupó altos cargos en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York y Bangkok.
Jomo Kwame Sundaram, exprofesor de economía, fue secretario general adjunto para Desarrollo Económico de la Organización de las Naciones Unidas y recibió el Premio Wassily Leontief por ampliar las fronteras del pensamiento económico in 2007.