Nacida entre 1684 y 1686, Kimpa Vita fue el resultado de una unión milagrosa. Después de la lucha de la reina Nzingha Mbande contra el colonialismo y la esclavitud, en 1666 otro rey, M’vita Kanga, intentó liberar a su pueblo de los portugueses. La rebelión, sin embargo, terminó muy mal, ya que los europeos tenían mejores armas y sólo un niño llamado Kangu a Vimba sobrevivió a la masacre. Se hizo hombre y se casó con una noble del reino del Congo. Una profetisa llamada Mafuta anunció que de ellos nacería una gran mujer, enviada por Nzambi Pungu o Tata Nzambi (el creador) para salvar al pueblo de su sufrimiento. La niña, Kimpa Vita, fue bautizada con el nombre de Beatriz.
De niña comenzó con sus oraciones para ayudar a muchas personas a recuperarse de la depresión debido al secuestro de sus seres queridos. Pedro IV, que se había refugiado en las montañas, también pidió volver al trono de Kongo.
Hay que recordar que el cristianismo llegó a África, concretamente a Etiopía, antes que a muchos países europeos, pero sin la esclavitud y la opresión impuestas por el colonialismo en los países subsaharianos. En este contexto, Kimpa Vita adaptó el cristianismo a la realidad africana, incorporando las religiones tradicionales. Era devota de San Antonio, que se le apareció con la piel negra y afirmaba que en el Paraíso también había santos negros. Cantaba y rezaba en kikongo, la lengua local y no en portugués o latín, lenguas y cultos traídos por los opresores que la población no conocía ni entendía.
En 1704 lanzó una campaña no violenta para la liberación y restauración del reino del Congo destruido por los portugueses. Se opuso a todas las formas de esclavitud, desde las prácticas locales hasta las vinculadas a la dominación europea, y dirigió a miles de personas en la reconstrucción y repoblación de Mbanza Kongo, la antigua capital, trayendo de vuelta al rey Pedro.
En este punto su historia adquiere impresionantes similitudes con la de Juana de Arco. Los portugueses, los misioneros capuchinos y el propio rey, celosos de su popularidad, vieron en su figura un grave peligro e iniciaron un complot contra ella, acusándola de brujería, herejía y de haber tenido un hijo antes del matrimonio. El 2 de julio de 1706, Kimpa Vita fue quemada en la hoguera en Evululu junto con su compañero y su hijo recién nacido. Según la profecía de su madre, se reencarnaría siglos más tarde en un hombre llamado Simón Kimbangu, que sería su verdadero heredero.
Las misas católicas inspiradas por el culto creado por Kimpa Vita se celebran en toda África y el movimiento que ella fundó todavía existe en la actualidad. En Angola, un grupo de teatral, Elinga Teatro, escenificó el espectáculo «Kimpa Vita: la Profetisa Ardiente», escrito y dirigido por José Mena Abrentes. El 2 de julio, aniversario de su muerte, se celebra en muchos lugares de África.