COMUNICADO
25 de julio: Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora
Han pasado 26 años desde que, en el marco del primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas en República Dominicana, se declarara el 25 de julio como el Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, con el propósito de visibilizar y reconocer las luchas contra el sexismo y racismo que atraviesan nuestras vidas. Desde aquella fecha en adelante nuestras acciones por mantenernos vivas, porque se reivindiquen nuestros aportes en cada uno de los territorios en que vivimos y para que los Estados garanticen nuestros derechos, han sido muchas. Es así porque creemos necesario seguir apostando por la construcción de sociedades antirracistas, que garanticen condiciones de vida digna para las afrodescendientes.
El camino andado ha sido largo y nos ha permitido encontrarnos, reconocernos, desafiar las fronteras impuestas, reconectar y volver a caminar junto a la memoria de nuestras ancestras. Somos conscientes que luchamos frente a todas las opresiones que vivimos día a día y aún nos es requerido demostrar que estas existen, que son profundamente dolorosas y afectan nuestras vidas. Las voces que ponen en duda nuestras experiencias de discriminación continúan señalándonos como susceptibles ante una historia “que no queremos superar”. Tenemos la certeza, y no exageramos, de que el racismo sigue siendo una de las formas más perversas de negación, exclusión y violencia en nuestras vidas: nos niega oportunidades, limita el ejercicio de nuestros derechos más fundamentales e incluso nos cuesta la vida, literalmente.
Estamos seguras de que el color de la piel sigue siendo el marcador y herramienta más fuerte de un perverso sistema de discriminación y al mismo tiempo un determinante de las experiencias de exclusión de las mujeres negras y afrodescendientes. Sumado a otras opresiones, el color de piel agrava el contexto de desigualdad, subvaloración y violencia que enfrentamos.
Resistir y evidenciar que nuestras experiencias como mujeres negras no son las mismas que las de otras mujeres, no negras, es fundamental; el género, la clase, la orientación sexual, la edad, el color de nuestras pieles y nuestras corporalidades nos colocan en situaciones específicas de vulnerabilidad y exposición ante violencias cotidianas y estructurales. Frente a ello, consideramos fundamental insistir en que nuestras identidades, marcadas por la racialización de nuestros cuerpos, también se han visto deshumanizadas, explotadas, despojadas, empobrecidas y criminalizadas, desde la trata esclavista, y aún, en sociedades que se definen democráticas, persisten las invisibilizaciones, las representaciones y prácticas racistas con total impunidad.
Desde nuestro feminismo negro, apostamos por seguir construyendo espacios seguros de y para las mujeres afrodescendientes y negras; así como un feminismo crítico de la desigualdad, del machismo, el patriarcado, la homolesbobitransfobia y otras opresiones, pero al mismo tiempo capaz de reconocer que el racismo ha sido brutal y construido para sostener relaciones de poder, incluso entre quienes apostamos por el feminismo y nos hemos unido en el dolor y en la lucha por la igualdad. Creemos en un feminismo antirracista que pueda reconocer y aportar en la construcción de nuevas ciudadanías que desestabilicen las estructuras que sostienen un sistema opresor, tan feminicida como etnocida. Un sistema que se sostiene en la extracción de la vida, tanto de los cuerpos y territorios de los pueblos afrodescendientes, indígenas, como de las mujeres. Apostamos por un feminismo que, desde la tan nombrada sororidad, sostenga una discusión abierta sobre los privilegios de la blanquitud y las desigualdades entre las mujeres.
Hoy queremos hablar desde el recuerdo de nuestras ancestras, nuestras abuelas, madres, hermanas e hijas, el de nuestras compañeras aun cuando muchas de ellas no estén presentes para leer con nosotras estas líneas. Hoy queremos hablar desde el dolor que nos genera escuchar a nuestras compañeras, amigas, hermanas ser insultadas, agredidas y amenazadas porque se atrevieron a denunciar el racismo que les jode cada día. Queremos hablar, desde las lágrimas que brotan escribiendo estas líneas en momentos dolorosos y repudiables para nuestro país. Queremos extender la red y seguir tejiéndola, sabiendo que no estamos solas, que nos tenemos, que nuestra sola existencia es resistencia, que nuestras vidas, marcadas por el dolor, se han encontrado, para “hablar de esas sombras. De esa voz silenciada, dentro y fuera de Nosotras. Del Dolor causado por el Racismo. Y [sabemos que] ese Dolor es Negro…”, como lo mencionó Vilma Piedade [1]
Y desde ese dolor, ese Dolor Negro, hoy reafirmamos nuestra resistencia, nuestra fuerza, nuestras formas de amarnos, nuestras alegrías por seguir vivas y buscándonos, ante una estructura que busca mantenernos sistemáticamente oprimidas. Hoy seguimos en pie, juntas, desde varios frentes con nuestra presencia y nuestra palabra.
Lima, 25 de julio de 2018
Colectivo Presencia y Palabra
[1] Vilma Piedade – Mujer negra. Brasileña. Feminista. Mujer de Asé. Se graduó en Portugués – Literatura Brasileña y posgraduación en Ciencia de la Literatura – Teoría Literaria, ambas en la UFRJ. Es autora de varios artículos y del libro «Dororidad», publicado en Brasil, por la Editorial Nós, en noviembre de 2017. Presente en la Lucha Antirracista. Contra la Intolerancia Religiosa / Racismo Religioso. Presente en la construcción de un Feminismo Dialógico Interseccional, que incluya el Feminismo Negro, presente en el Movimiento de Mujeres Negras y Mujeres de Asé. Integrante de la PartidA Rio y de la AMB Rio-Articulación de Mujeres Brasileñas.