Martin Hvidt, Universidad del Sur de Dinamarca para The Conversation
Después de años de campaña de las mujeres activistas, el 24 de junio se levantará la prohibición de que las mujeres conduzcan en Arabia Saudita. Es la más visible de un conjunto de iniciativas recientes adoptadas por el rey saudí y el príncipe heredero, Mohammad bin Salman, para fortalecer el papel de la mujer en la sociedad saudí.
Entre ellas se incluyen más oportunidades de empleo en el sector público para las mujeres, una aparente relajación del estricto código de vestimenta de las mujeres, la extensión del sufragio a las mujeres para que puedan votar y presentarse como candidatas en las elecciones municipales de 2015, y pequeños pero importantes pasos para disminuir la influencia del sistema de tutela masculina del país, que requiere que las mujeres obtengan el consentimiento de un pariente masculino para tomar decisiones importantes.
En las semanas anteriores al levantamiento de la prohibición, varias mujeres activistas del derecho a conducir fueron arrestadas en Arabia Saudita, lo que dejó algunas dudas sobre la determinación del gobierno de relajar el control social sobre las mujeres. En un país donde el control central sobre los ministerios particulares es relativamente débil, esto es muy probablemente una expresión de desaprobación por parte de algunas partes del establishment religioso a la velocidad y contenido del proceso de reforma.
Arabia Saudita es conocida por ser uno de los regímenes más conservadores del mundo. Entonces, ¿por qué está teniendo lugar esta flexibilización general del control social sobre las mujeres en este momento? En un trabajo de investigación reciente, sostengo que lo más importante es impulsar la economía haciendo que tanto las mujeres como los hombres sean más productivos en el trabajo.
Arabia Saudita se encuentra actualmente en una grave situación económica. Durante los últimos 60 años, los abundantes ingresos petroleros permitieron que el Estado construyera un extenso sistema de bienestar social que, además de la vivienda gratuita y otras características lucrativas, proporcionaba a los ciudadanos empleos bien remunerados en el sector público, con pocas demandas, largas vacaciones y jubilación anticipada.
Este modelo funcionaba bien siempre y cuando la población fuera pequeña y los ingresos petroleros abundantes. Pero este ya no es el caso. La población está creciendo rápidamente y continuará haciéndolo en un futuro previsible. Hoy en día, el 60% de los 22 millones de ciudadanos saudíes son menores de 30 años. El precio del petróleo se desplomó en 2014 -aunque ahora se ha recuperado un poco-, lo que tuvo un grave impacto negativo en los ingresos del Estado saudí.
Con esto en mente, en 2017, el joven príncipe heredero, anunció Visión Saudita 2030, la reforma más radical de la economía saudí hasta la fecha. El ambicioso objetivo a largo plazo es transformar la economía, que depende principalmente de los ingresos del petróleo, en una economía posterior al petróleo, y lograr que una parte mayor de la población saudita se incorpore a la fuerza de trabajo. De los 12 millones de puestos de trabajo remunerados en Arabia Saudita, en la actualidad sólo 5 millones están en manos de los saudíes, mientras que los 7 millones restantes están en manos de trabajadores inmigrantes. Otro elemento de Visión 2030 es que el reclutamiento se base en el mérito y no en las conexiones familiares o tribales.
Mujeres en la fuerza laboral
Las mujeres desempeñan un papel importante en Visión 2030. En general, las mujeres saudíes tienen un nivel de educación ligeramente superior al de los hombres, por lo que el gobierno cree que pueden desempeñar un papel activo en el desarrollo del país. Las mujeres también pueden ser menos reacias que sus homólogos masculinos a hacerse cargo de algunos de los puestos de trabajo -como enfermeras u otros puestos relacionados con los servicios- que actualmente ocupan los inmigrantes. Hoy en día también están significativamente subempleadas. Sólo una de cada cinco saudíes empleados en Arabia Saudita es mujer, una cifra extremadamente baja en comparación con el resto del mundo.
Parte de la razón por la que las mujeres están en gran medida ausentes de la fuerza laboral está relacionada con las tradiciones culturales y las interpretaciones religiosas que declaran que las mujeres deben ocuparse del hogar mientras que los hombres se ocupan de los trabajos fuera del hogar. Pero también hay una serie de impedimentos prácticos que dificultan que las mujeres acepten realmente un empleo, si es que lo desean. La más importante ha sido la cuestión de las mujeres y el transporte.
Arabia Saudita se encuentra en un clima muy caluroso donde es físicamente difícil estar al aire libre bajo el sol. Las ciudades también están diseñadas a la manera americana, con largas distancias entre el trabajo, el hogar, los servicios y las compras. Por lo tanto, aunque no hubiera barreras culturales, las posibilidades de que las mujeres caminen o vayan en bicicleta al trabajo son muy limitadas. El transporte público está muy poco desarrollado y los taxis no son una opción cultural a menos que al menos dos mujeres viajen juntas. Bajo la prohibición de que las mujeres conduzcan, esto ha significado que para salir de la casa una mujer debe ser conducida por un pariente masculino, o si la familia puede permitírselo, por un conductor.
Hombres ausentes
Para las familias acomodadas, contratar a un conductor y comprar un coche extra no es un problema, pero para la mayoría de los empleadores en el sector público, contratar a un conductor es simplemente demasiado caro. El príncipe heredero también ha instado a las instituciones del sector público a crear o ampliar los servicios de transporte para las trabajadoras.
Pero la cuestión del transporte también tiene un impacto en la eficacia de los hombres en el trabajo. Los maridos sin conductores están obligados a dejar el trabajo para conducir a sus esposas si necesitan ir al dentista, al médico o a otras citas que se consideren importantes. La mayoría de los empleadores que he visto como parte de mi investigación en Arabia Saudita, al menos en el sector público, aceptan esta norma cultural, lo que implica que conducir a la esposa es una razón legítima para no estar presente en el trabajo.
Esto hace que el levantamiento de la prohibición de conducir para las mujeres sea un paso esencial para que la economía saudí sea más eficiente a largo plazo. Potencialmente, podría atraer a más mujeres instruidas al mercado laboral, aumentando al mismo tiempo la eficiencia de la mano de obra masculina. Pero sobre todo está liderando un cambio en las normas culturales que en el futuro permitirá que hombres y mujeres ocupen los mismos espacios y trabajen juntos.
Martin Hvidt, Profesor Asociado al Centro de Estudios Contemporáneos de Oriente Medio, Universidad del Sur de Dinamarca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Leer el artículo original.
Traducido del inglés por María Cristina Sánchez