«Estamos cambiando de niños enjaulados a familias enteras enjauladas». Esta es la reacción de Cory Smith, líder de Kids in Needs, un grupo dedicado a defender los derechos de los niños. Smith comentó sobre la orden ejecutiva de Donald Trump que pone fin a la separación de los niños de sus padres, detenidos mientras trataban de entrar a los Estados Unidos.
Smith tiene razón en que la marcha atrás por parte del 45º presidente sobre la trágica situación de los niños es simplemente una ligera mejora. Sin embargo, nos revela la completa falsedad de la política de Trump basada en una realidad inventada por America first (Estados Unidos primero), que enfrenta el complejo tema de la inmigración.
Enojado por el creciente número de ingresos no autorizados procedentes de la frontera mexicana, Trump decidió aplicar la tolerancia cero. La nueva política ha decretado que cualquier persona que entre ilegalmente a los Estados Unidos es culpable de «felonía», un delito mayor, en lugar de la tradicional «infracción», un delito menor que sólo se castiga con la deportación. Una vez iniciada la tolerancia cero, las personas que han entrado en el país en busca de asilo son declaradas delincuentes y, por lo tanto, merecedoras de prisión. Como todos los demás criminales, los inmigrantes han sufrido la separación de sus hijos de sus brazos para terminar en manos del Departamento de Seguridad Nacional. Desde el comienzo de la práctica de la tolerancia cero, se ha separado a 2.300 menores de sus padres, que, según la ley, tras una detención máxima de 20 días, deben ser confiados al cuidado de las familias.
La puesta en marcha del programa de tolerancia cero ha tomado al gobierno sin preparación para hacer frente a la situación de las familias, pero también a la situación política. Trump había declarado que la ley, según él aprobada por los demócratas, le ató las manos. Inventar que un partido aprueba las leyes es una de las muchas fake news (noticias falsas) de Trump. Las leyes las aprueba el gobierno sin ninguna etiqueta de partido. Pero más allá de esta falsa afirmación, aún más falso era que sólo el Congreso podía cambiar la política de separar a los niños de sus padres.
Chuck Schumer, el líder de la minoría democrática en el Senado, había dicho que la tolerancia cero y la separación subsecuente de los niños de sus padres entraban dentro de los poderes del presidente. Podría resolverse con una simple llamada presidencial. Al final, Trump, derrotado por el excelente trabajo de los medios de comunicación, lo que él llama noticias falsas, tuvo que rendirse. El desgarrador audio y video de los niños llorando inconsolablemente forzaron a Estados Unidos a reaccionar.
Incluso la primera dama, Melania Trump, habló en contra de la tolerancia cero, diciendo que las leyes deben ser respetadas, pero que deben ser hechas «con el corazón». Las cuatro ex primeras damas vivas también han sumado sus voces y el 45º presidente ha hecho lo que rara vez hace. Ha dado marcha atrás. Podría haberlo arreglado con una llamada telefónica o con uno de sus tweets que tanto le gustan, pero decidió usar una orden ejecutiva para terminar con la separación de los niños de sus padres.
Trump comprendió que tenía que rendirse, pero inmediatamente regresó a la campaña electoral antiinmigrantes. Dos días después de firmar la orden ejecutiva de no separar a los niños de sus padres, el 45º presidente invitó a la Casa Blanca a un grupo de familiares que perdieron a sus seres queridos por crímenes cometidos por inmigrantes no autorizados. El mensaje es claro. Las únicas víctimas son los estadounidenses, y la inmigración ilegal es un peligro para la seguridad.
Los hechos nos dicen, sin embargo, que los inmigrantes, autorizados o no, cometen menos crímenes que los estadounidenses nacidos en los Estados Unidos. Un estudio del Instituto Cato, un organismo conservador fundado por la Fundación Charles Koch, analizó los crímenes cometidos en el estado de Texas y encontró que la tasa de condenas para inmigrantes en 2015 era ochenta y cinco por ciento menor que la de los nativos americanos. Otro estudio realizado por Michael Light (Universidad de Wisconsin) y Ty Miller (Universidad de Purdue) descubrió que las zonas con inmigrantes ilegales tienen menos delitos. El sentido común confirmaría esto. Los inmigrantes, autorizados y no autorizados, tienen miedo de cometer delitos sabiendo muy bien que podrían conducirlos incluso a la deportación.
La administración Trump no sólo ha mostrado poco corazón con su tolerancia cero, sino también una falta de preparación en sus políticas. El Departamento de Justicia y el Departamento de Seguridad Nacional no previeron las consecuencias de la tolerancia cero ni los efectos en las familias. Al momento de escribir estas líneas se nos informa que después de la denuncia de la Unión Americana de Libertades Civiles, un juez de California ordenó la reunificación de las familias inmigrantes dentro de 30 días. En el caso de niños menores de 5 años, la Orden Ejecutiva de Trump debe ser implementada dentro de 14 días.
Los flujos migratorios no son un problema americano porque existen en muchas otras partes del mundo. Trump y los otros populistas tienen respuestas fáciles al dilema revelando que no han estudiado la situación ni la han entendido. En América muchos de los migrantes provienen de Guatemala, El Salvador y Honduras, países con una tasa de criminalidad muy alta donde la gente arriesga su vida todos los días. La periodista Sonia Nazario, ganadora del Premio Pulitzer, acompañó a una de estas jóvenes migrantes en su viaje a Estados Unidos describiéndolo cuidadosamente en un libro. Su viaje a los Estados Unidos no es de ninguna manera «una caminata a Central Park» como lo describió Trump. El 60% de las mujeres que emprenden la odisea son violadas. Son objeto de otros crímenes y luego, una vez que llegan a la frontera, el final de la odisea, son separadas de sus hijos y colocadas en jaulas separadas.
Existen soluciones a los problemas de inmigración, pero van más allá de las consignas populistas. Sin embargo, el Presidente de los Estados Unidos tiene poco interés en las soluciones. Después de declarar que firmaría cualquier proyecto de ley sobre inmigración que fuera aprobado por la legislatura, cambió de opinión. En su última declaración aconsejó a la legislatura que dejara todo atrás y lo pospusiera hasta después de las elecciones de mitad de período. Trump no tiene intención de gobernar. Mejor la constante campaña política que produce más y mantiene completa fidelidad de su base.
Traducido del italiano por María Cristina Sánchez