El Año Nuevo Andino Amazónico y Chaco (Wilka Kuti) es una celebración que busca recuperar la identidad de los pueblos indígenas, que pretendió ser eliminada con la conquista española.
“En el Año Nuevo Andino Amazónico y Chaco se trata de entender que antes nuestras culturas vivíamos bien (…). Cuando llegó la otra cultura nos hizo creer en un Año Nuevo diferente, el 1 de enero. Se trataba de hacernos olvidar lo que somos, nos quisieron clandestinizar. El Año Nuevo es un tema de espiritualidad”, explicó el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas.
Agregó que “como Viceministerio, lo que nos manda la Constitución (Política del Estado) es recuperar los saberes y conocimientos, y a partir de eso construir una identidad nacional. El Año Nuevo Andino antes solamente se celebraba en Tiwanaku porque ése es el centro de nuestra espiritualidad, hoy podemos decir que tenemos más de 200 sitios sagrados, con una diversidad de participaciones”.
Destacó que los jóvenes son quienes se apropiaron de la festividad y la combinaron con expresiones culturales propias, como ocurrió en la zona de Inca Raqay, de Cochabamba, donde armaron un campamento; o en la zona de Obrajes en La Paz, con el IntiFest, donde hubo rock, baile y fiesta para recibir los primeros rayos del sol de invierno.
Celebración con ofrendas
La celebración del Año Nuevo Andino Amazónico y Chaco se recuperó en 1979, tomando como antecedente la fiesta incaica del Inti Raymi.
Se realizó en las ruinas de Tiwanaku y la Isla del Sol en el lago Titicaca, desde entonces comenzó a extenderse en la región andina por las wakas o sitios sagrados o ceremoniales de los pueblos indígenas para la renovación de las energías.
El 21 de junio, durante el solsticio de invierno —en el hemisferio sur—, se celebra el Día del Sol; el astro es concebido como renovador de energías por tratarse del reencuentro entre el Padre Sol y la Madre Tierra (Inti y Pachamama).
El Decreto Supremo 173 del 17 de junio de 2009 declara al 21 de junio feriado nacional para permitir la participación de la población en las ceremonias y rituales propios de la fiesta ancestral.
Para este año, el recibimiento de los primeros rayos del sol se planificó en 207 sitios considerados sagrados, donde se dieron ofrendas a la Madre Tierra. En ellas, los amautas queman una mezcla preparada con dulces, lanas de colores y hierbas aromáticas, y acompañan este acto con pedidos de bienestar para el futuro.
Es una jornada para el fortalecimiento espiritual. El ritual es acompañado con la degustación del apthapi (comida comunitaria).
Lucero del Alba
Los pueblos indígenas de tierras bajas también tienen una celebración propia para el Día del Sol, llamada el Recibimiento del Lucero del Alba.
Filemón Suárez, dirigente del pueblo guaraní, explicó que a las cuatro de la madrugada del 21 de junio se espera la llegada del Yasitata Guazú con una ceremonia, que este año tuvo lugar en la comunidad de Pueblo Nuevo, en el departamento de Santa Cruz.
Faustino Cardozo, capitán grande de la Capitanía Zona Cruz, relató que las actividades comenzaron a las ocho de la noche con una feria artesanal y gastronómica, seguida de una noche cultural con música y danza hasta la medianoche, para luego dar paso a la ceremonia ancestral.
En el Fuerte de Samaipata coinciden los rituales de recibimiento del Lucero del Alba y del Willka Kuti, el primero propio de los pueblos de tierras bajas y el otro de los pueblos de tierras altas. La fiesta dio inicio al año 5526 de los pueblos indígenas.
Montañas sagradas son observatorios astronómicos
El 21 de junio, el sol reposa sobre la cima del Illampu, una de las montañas sagradas para los pueblos indígenas, pues ahí se marca el inicio del año y el comienzo del recorrido hacia el sur.
La tradición oral de los amautas o guías espirituales recopilada por el investigador Guillermo Lange da cuenta de que “el Padre Sol camina desde la región del Illampu hasta los dominios del Illimani, en el solsticio de verano, el 21 de diciembre”.
Además de ambos solsticios, las observaciones astronómicas que hacían los amautas indican que el 21 de marzo y el 21 de septiembre —los equinoccios de otoño y primavera, respectivamente— el Padre Sol se posa sobre el Huayna Potosí o Joven Bramador, que increíblemente se encuentra equidistante entre ambos nevados, marcados como los señalizadores cósmicos que dan inicio a los tiempos para la siembra, la cosecha y otras actividades propias de la comunidad.
Marcador astronómico
La Cordillera Real de los Andes es considerada el marcador astronómico solar más grande que existe en el mundo.
Lange calificó como “maravilloso” el espectáculo que se vive cada año y que de alguna forma estimula el despertar de la conciencia humana y sus pensamientos sobre la majestuosidad de nuestros nevados.
“De alguna manera el sol es quien engendra, quien hace la vida de los seres terrestres”, escribió Fausto Reinaga, cuyo pensamiento señala que el sol es el que posibilita el fluido de las ideas, “que de una u otra manera es energía hecha luz, luz solar”.
En el Día del Sol se recibe la energía cósmica que nos permite fortalecer nuestra identidad.
Celebración se amplió en todo el Abya Yala
La celebración del Año Nuevo Andino Amazónico y Chaco no solamente tiene lugar en Bolivia, sino en otras culturas y pueblos indígenas del continente americano, conocido anteriormente como Abya Yala.
Por ejemplo, el pueblo Rapani de la Isla de Pascua (Chile) celebra el 21 de junio la Aringa Ora o Koro; los mapuches de ese país lo llaman el We Tripantu (la nueva salida del sol).
En Ecuador y Perú, con fuerte presencia quechua, se celebra el Inti Raymi. En Tierra del Fuego, al extremo sur de Argentina, al igual que en Jujuy y en Parque Avellaneda de Buenos Aires tiene lugar la Fiesta Nacional de la Noche más Larga.
En Paraguay, los pueblos guaraníes esperan la aparición del Eichu (las Pléyades), mientras que en los pueblos indígenas Muisca, Tikuna y Nasa de Colombia, en el Hemisferio Norte, celebran el solsticio de verano con una fiesta para recibir al sol.