Entrevista y texto: Jember Javier Pico Castañeda.
Desde inicios del año 2018, la situación de la frontera colombo-ecuatoriana fue puesta en el centro de interés de la opinión pública. El asesinato de cuatro militares en el mes de marzo, y el secuestro y posterior asesinato de tres trabajadores del diario quiteño El Comercio en abril, atribuidos a un grupo armado al mando de alias “Guacho”, desembocó en discursos mediáticos y oficiales que justifican medidas securitistas, centradas en buscar neutralizar a dicho cabecilla.
Además, el periodo transcurrido entre el final del mes de abril y el inicio del mes de mayo estuvo marcado por varias amenazas -fallidas- de artefactos explosivos en Quito. La complejidad de esta situación nos llevó a dialogar con el colombiano José Antonio Figueroa, antropólogo, profesor e investigador de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador. Dialogamos sobre: las fronteras y las violencias, la situación actual de la frontera colombo-ecuatoriana, y ćomo dejar de reproducir espirales de violencia simbólica y no simbólica.
Las fronteras y las violencias
¿Qué es violencia? ¿Qué es conflicto? ¿Cómo se relacionan?
La violencia es un tema estructural y tiene causas políticas. En una frontera, el fenómeno estructural de la violencia está vinculado con unas raíces históricas y con el modo de presencia de la sociedad y del Estado; allí, los conflictos se visibilizan por la magnitud que tienen o por el tratamiento que le dan los medios de comunicación.
¿Qué es una “situación de frontera”?
Una situación de frontera es aquella que involucra a los países que poseen territorios en el borde fronterizo. Ésta puede ser invisible cuando tiene que ver con la cotidianidad de la gente -que tiene vínculos históricos, familiares y más a ambos lados de la frontera-, o visible cuando alguna situación excepcional atraviesa a los países involucrados en dicho borde, y apela la intervención directa de sus Estados.
¿Por qué tenemos una imagen negativa -que puede llegar a la sensación de temor y rechazo- de la situación de frontera?
Las imágenes negativas que hay sobre la frontera tienen que ver con una relación centro-periferia, atravesada por experiencias de mucha centralización. Que una zona fronteriza sea vista como problemática tiene que ver con estereotipos que se afianzan desde el “centro” y que se convierten en reales por el tipo de relación que tiene el “centro” con estas “periferias”. Éstos están marcados por el abandono, la extracción de recursos, una circulación de capitales y servicios mucho menor que en el “centro”, en fin; una serie de asimetrías que se convierten en imágenes negativas.
La situación actual de la frontera colombo-ecuatoriana
Desde esta mirada profunda y amplia ¿Qué está pasando en la frontera colombo-ecuatoriana en los últimos meses?
En esta frontera está sucediendo otro episodio de violencia y conflicto de la larga problemática que hay allí. Es una especie de decantación del tipo de relación que los Estados nacionales han tenido con esta zona, y muestra que las condiciones estructurales de la frontera hacen de ella un sitio que puede ser utilizado políticamente según las coyunturas.
Después de los Acuerdos de Paz entre el actual gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC EP esta zona ha vivido, en el lado colombiano, un abandono por parte de estos grupos y de la fuerza policial, y una entrada del paramilitarismo. Lo que está sucediendo allí es que los sectores de la derecha colombiana, articulados con sectores de la derecha ecuatoriana, están creando una situación favorable para definir a la frontera como un lugar de intervención militar que abandona todos los proyectos de intervención estatal. Esto no resuelve los problemas, sino que los profundiza, dado que apuesta a dar continuidad al conflicto que justifica su acción. En este sentido, Ecuador está respondiendo de manera ingenua a esta situación al entrar en estos reclamos de militarización, que profundizan la exclusión y marginalización de las poblaciones en situaciones fronterizas.
Con los resultados de la primera vuelta en Colombia, y luego de los pronunciamientos de Juan Manuel Santos de que Colombia entrará a la OTAN, quedan claras dos opciones: o triunfa el candidato del uribismo, Ivan Duque, al cual, sin duda el establecimiento político se va a plegar tras la promesa de convertir a Colombia en la plataforma militar de intervención en América Latina, o triunfa Gustavo Petro, quien tiene una clara apuesta por la paz y por transformar las condiciones que generan la violencia estructural de Colombia y no creo que tenga ningún interés en apoyar las aventuras militaristas del proyecto de la OTAN. En esto cumple un papel fundamental Sergio Fajardo, quien debería llamar a sus votantes a apoyar a Petro, por encima de las diferencias internas. Ese es el escenario a pocas semanas de la segunda vuelta.
¿Qué repercusiones tiene esta situación fronteriza a nivel regional?
Me preocupa que se siga considerando a América del Sur como espacio de presencia militar norteamericana. Esto rompe las soberanías, las posibilidades de impulsar proyectos socioeconómicos que beneficien a la población, y termina convirtiendo a los países de la región en fichas de un ajedrez geoestratégico de expansión.
Esto se puede afrontar si se asume políticamente, civilmente, democráticamente, como sucede en Portugal y Uruguay. El narcotráfico no se resolverá por la vía militar; se resolverá por una decisión civil y política de los Estados, de manera soberana: legalizar la producción de la coca, la marihuana y otros derivados. Esto significa sacarlo del tema militar y policial, que mueven grandes cantidades de capitales legales e ilegales, y llevarlo hacia el ámbito estatal de salud y administración pública. Así se desmontarían las estructuras de corrupción y los recursos que generan -el 75% de los recursos relacionados con el narcotráfico se quedan en Estados Unidos-. El problema del narcotráfico no son los narcotraficantes.
¿Quiénes están siendo invisibilizadas/os en este contexto?
La población. Sus requerimientos y demandas de presencia del Estado en salud, educación, empleo. En Colombia, además de invisibilizarlas, se han criminalizado, lo cual es funcional para el proyecto policial y militar. Donde la gente no tiene más salida que cultivar hoja de coca, no es posible resolver con fumigaciones, sino afrontar la situación de modo estructural. La gente sabe el riesgo de esto y reclama otras condiciones de vida, como cualquier persona del “centro”.
Para evitar reproducir espirales de violencia simbólica y no simbólica
¿Cuál es y cuál debería ser el rol de la comunicación en relación con las situaciones de frontera?
La comunicación está directamente vinculada con los intereses de los propietarios de los medios de comunicación. En el caso de la frontera con Colombia y de las situaciones de conflicto allí, los medios han jugado un papel muy negativo, profundizando los conflictos y propiciando la justificación de intervenciones militares. Ante ello, apoyar los medios comunitarios y no hegemónicos de comunicación, junto a un proceso permantente de capacitación y formación investigativa de los comunicadores, es un factor determinante para narrar solidariamente lo que se vive en la frontera y los requerimientos de las poblaciones.
¿Qué recomendaciones darías a quienes no viven geográficamente (directamente) este tipo de situaciones para evitar seguir y repetir ciegamente ciertos discursos “oficiales” al respecto?
Ir y hablar con la gente. Es más factible hacerlo en el lado ecuatoriano de la frontera que en el colombiano. Constatar esto rompe estereotipos, y permite visibilizar las riquezas de esta zona. Es necesario romper esta relación centro-periferia, horizontalizar estas relaciones, hacer de la periferia el centro y del centro, la periferia; dar todo el apoyo civil, social, cultural; y darnos cuenta que allí viven poblaciones concretas con sus cotidianidades.