Ya votamos en Venezuela, ya pasamos la prueba de fuego y el Presidente Maduro ha sido reelecto para el período 2019-2025. Veo algunos titulares de la prensa destacando la abstención como la protagonista del día. Quienes así lo interpretan, además del evidente acto de manipulación de la opinión pública, les parece inconcebible la contundencia del apoyo del pueblo al presidente Maduro. Y siguen equivocándose.
Pasar por alto las condiciones que está el país en el que se da este proceso electoral y comparar los porcentajes de abstención con los de otros países o en Venezuela, no es válido. No ayuda a comprender la realidad de lo que ocurrió.
El contexto es el de un país y un pueblo agredido y amenazado de intervención por poderosas fuerzas económicas internas y externas. Con una hiperinflación inducida por el dólar paralelo, que ha llegado a más de dos mil por ciento (2.000%) en estos últimos meses convirtiéndose en un escandaloso remarque diario de precios que vuelve sal y agua el salario. Bloqueo económico que impide el arribo de alimentos y medicinas y por lo tanto desabastecimiento y hambre en los más vulnerables. Acaparamiento y contrabando de los productos subsidiados con la intención de generar descontento y malestar cotidiano en la población. Contrabando de gasolina y dinero en efectivo hacia Colombia, quienes compran los productos venezolanos en la frontera doblan y triplican su valor. Sabotaje descarado apoyado y aupado por el gobierno vecino. Y como si todo eso no fuera suficiente, paro de transporte el día de la votación.
Y cabe aquí una pregunta:
¿En qué lugar del mundo ganaría las elecciones el candidato supuestamente culpable de todo lo que nos está pasando con el 67,84 de los votos?
Haber ganado la reelección a la presidencia en estas condiciones, como lo expresara el presidente Maduro en el acto de acreditación “es un milagro, y el hacedor del milagro, el pueblo de Venezuela, el pueblo de Dios con su fuerza, con su maravillosa fuerza…/ yo siento que Venezuela es capaz de superar cualquier reto, cualquier desafío; que Venezuela tiene la madurez democrática, constitucional, institucional; que nuestro pueblo tiene la fortaleza de conciencia para enfrentar cualquier desafío, y para salir airosos.”
Y se siguen equivocando. Durante el sabotaje petrolero, la oposición hizo exactamente lo mismo que está haciendo hoy. En aquel momento aseguraban: “Si PDVSA va al paro, el país colapsa en una semana”, y exigían la renuncia del presidente. Nos dejaron sin gasolina, sin gas y sin comida durante 63 días. En algunos hogares rompieron sillas y muebles para cocinar con leña. Una señora al ver pasar al comandante en una marcha le gritó: “Si tuviéramos que comer piedras comeremos piedras, pero no te rindas muchacho, no te rindas carajo”. Y en ese entonces, año 2002, el pueblo no se amotinó contra su gobierno.
Los líderes de la oposición se pasean por el mundo pregonando la situación de miseria, provocada por ellos mismos, que existe en el país, casi suplicando una invasión. Sin reconocer sus fracasos anteriores insisten en el forzamiento, la provocación y la amenaza, y no se dan cuenta que no solo escuchan su pregón en el exterior, sino también el pueblo humilde venezolano que ama su país, y a quienes, con sus mentiras y conducta servil, constantemente avergüenzan e irrespetan en su gentilicio.
Sintiéndose superiores, llaman al presidente «Maburro», y él, que algo aprendió del comandante, no los contradice, sino que lo repite y lo alimenta. Quien no reconoce sus errores está condenado a repetirlos, pero ellos en su prepotencia terminan creyéndose sus propias mentiras. Y se equivocan una y otra vez ofendiendo al presidente.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su política de sanciones a diestra y siniestra, sirvieron para que no quedara duda alguna que quien estaba produciendo la crisis económica, no era Maduro. Y para llamar las cosas por su nombre, esto que vivimos no es una crisis, es una declarada guerra económica.
El efecto mariposa. ¿El aleteo de una mariposa en Brasil hace aparecer un tornado en Texas? Parece que sí. En Argentina, Mauricio Macri acude al FMI, justo durante la campaña presidencial. Y en cuestión de días, por si a alguien en Venezuela se le hubiera olvidado lo que es en la práctica el “neoliberalismo”, eufemismo para no decir estafa masiva disfrazada de rescate, casi que ayuda humanitaria. El Sr. Macri con solo mencionar al Fondo Monetario Internacional, nos hizo recordar cómo “el paquete” de medidas que acompañan esos préstamos revienta un país. Los venezolanos pararon la oreja, vieron las ofertas de campaña de nuestros candidatos, todos menos uno, ofreciendo acudir al FMI para enfrentar la “crisis” y salieron con más convencimiento a votar por Maduro.
Mi percepción de lo que pasó el 20 de mayo en Venezuela con la reelección del Presidente Maduro, fue constatar que el comandante Chávez no aró en el mar y sembró en el tuétano, en la médula, la conciencia del rol histórico de Venezuela, la hizo identidad, piel y carne en su pueblo. Lo que pasó en Venezuela es que ganamos los que queremos la paz, el dialogo, el entendimiento, el humanismo. Ganó la unión cívico-militar que sueña con la patria grande de nuestros libertadores. En Venezuela ganó la esperanza.
Traigo aquí, unas palabras del joven español, Iñigo Errejón, que espero muchos otros hermanos del mundo hagan suyas: “…/Hoy en Venezuela vuelven a sonar ladridos de pasado. Hoy la democracia en revolución resiste los ataques de las fuerzas que monopolizan la comunicación y quieren construir un cerco contra Venezuela. Pretenden que defender a Venezuela manche y estigmatice. Bueno, pues bien, si todavía no lo hubieran hecho ya, que me apunten en esa lista, que nos apunten a todos en esa lista. Porque Venezuela no está sola. En el sur de Europa necesitamos mucho de ese cálido viento latinoamericano que borre a tanto canalla. Les queremos. Chávez vive. La lucha sigue.”
PS: Para quienes quieran información sobre los resultados y detalles del proceso de votación del 20-M este es el enlace del Consejo Nacional Electoral venezolano con información oficial, el CNE: