Así lo cree el periodista ucraniano Oleg Yasinsky, quien recorre Latinoamérica desde hace más de 25 años. Yasinsky siguió de cerca el proceso de paz de Colombia.

La realidad gris que vivió el ucraniano Oleg Yasinsky durante su adolescencia, aunque con el bienestar social de la Unión Soviética de los años 70 y 80, fue coloreada por las plumas de Gabriel García Márquez y Julio Cortázar. Fueron ellos quienes le mostraron un mundo “exótico, atractivo y romántico”: Latinoamérica.

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Hoy, a sus 51 años, este periodista recuerda que toda esa carga de literatura, “que estaba muy popular en la Unión Soviética”, despertó en él gran interés por los procesos históricos, sociales y políticos de la región. “Latinoamérica, a pesar de la distancia, estaba muy presente en la cultura de mi generación, que también coincidió con la revolución sandinista de Nicaragua y la guerra civil en el Salvador”, recuerda.

Oleg se enamoró tanto de Latinoamérica que se fue a vivir a Chile. Desde hace 26 años, este país es el punto de partida para explorar diferentes problemáticas sociales de la región, como el proceso de paz de Colombia. Oleg estuvo en La Habana, también visitó un campamento de las Farc y sufrió con los resultados del Plebiscito.

El 24 y 25 de abril de este año participó en el congreso “Para no volver a la guerra”, que se realizó en Medellín. Allí habló con Colombia 2020 sobre la lectura que hace del posacuerdo.

¿Cuáles lecciones saca del proceso de paz?

Con sus miles de defectos, el proceso fue absolutamente necesario. Me alegro que se pudo firmar la paz porque significó miles de vidas salvadas: soldados, guerrilleros y civiles.

¿Para usted cuál fue la principal falencia de este proceso?

Yo creo que uno de los grandes problemas sin resolver fue la poca participación de la sociedad civil. El proceso se hizo en La Habana, entre pequeños grupos políticos y todo lo demás. Yo siento que el resultado después del Plebiscito, que nos sorprendió y bajoneó tanto, es la consecuencia de esta realidad. Yo creo que la mayoría de los colombianos no se sintieron partícipes de este proceso.

Usted enfatiza mucho en la participación ciudadana y menos en los partidos políticos

En lo único que creo es en la participación ciudadana. Mientras más un ciudadano común y corriente participe, discuta estos temas, más nos acercamos a la solución de estos problemas. Yo siento una gran desconfianza hacia todos los partidos políticos, sin excepción. Yo creo que los partidos políticos ya han cumplido su rol de construir historia. Ahora nuestras sociedades deberían inventar las organizaciones, las formas más contemporáneas de la participación ciudadana.

¿Cree en el partido de las Farc?

Yo creo que todos los partidos políticos, como una forma de hacer política, debería desaparecer. Es una tendencia de estos tiempos. La Farc puede ser un partido de izquierda más. Pero yo no creo en esta forma de hacer política. Yo creo en los movimientos sociales, en las organizaciones de paz. La tendencia de los partidos pertenece al siglo pasado. Pero tampoco soy quien para juzgar a la Farc porque vienen de otra realidad. Entiendo el tremendo costo humano que significa cambiar la vida tan bruscamente en tan poco tiempo.

Luego del resultado del Plebiscito, usted opinó que la Farc tuvo un gesto de madurez y sabiduría al reafirmarse en continuar con el proceso. ¿Cree que tiene la madurez para sortear la crisis actual?

Yo creo que las Farc tiene más madurez humana que madurez política. Yo siempre pensé, y se los dije a ellos, que su proceso político es absolutamente atemporal. El resultado de las últimas elecciones lo reflejó claramente. Yo no creo en el proyecto político tal como lo presentan ahora. Admiro y aprecio a la gente de las Farc que conocí personalmente, por su capacidad de sacrificio y entrega. Pero humildemente pienso que a través de un partido político, en un terreno totalmente controlado por la derecha económica, política, mediática y todo lo demás, no tienen ninguna posibilidad.

A propósito de los vientos de crisis del posacuerdo, ¿cree posible que la guerrilla vuelva a las armas?

La lucha guerrillera en este momento histórico quedó obsoleta, quedó en el pasado, no hay cómo competir con el poder militar del Estado moderno. La violencia no sirve. La violencia ha fracasado. El siglo pasado fue un gran laboratorio de los métodos de la lucha por un cambio social. Hay que ser coherentes: si nosotros luchamos por el ser humano no podemos ser violentos, tenemos que cambiar nuestros métodos de lucha. El riesgo de guerra de guerrillas no, pero el paramilitarismo sí. Por otra parte, si se abren escuelas, hospitales y el Estado hace presencia en las zonas más apartadas habrá menos probabilidad de conflicto armado.

Para usted, de qué va a depender el éxito del posacuerdo

El proceso de paz recién empieza. Su éxito o fracaso no depende de los políticos ni de los partidos. Depende de la participación ciudadana y de la capacidad de organización de los ciudadanos, de la capacidad de exigir al Estado que cumpla estos compromisos.

Por otra parte, ¿qué aspectos destaca del proceso de paz en en Ucrania?

El proceso de negociación en Ucrania es un fraude. El actual poder político no reside en Ucrania y obedece a los intereses de los Estados Unidos. Lo que menos les interesa es la paz. El momento de la firma de la paz real entre Ucrania y las repúblicas independientes de Ucrania oriental sucederá el día que termine este gobierno. Mientras esté en el poder, las negociaciones de la paz es un show mediático.

¿Cómo analiza usted la situación del proceso de Ucrania comparado con el de Colombia?

Creo que la ventaja que tiene Ucrania en comparación con Colombia es que son pocos años de la guerra y no hay tantas cosas pendientes. No hay tanto odio todavía. Son menos generaciones que lo vivieron. Si en la sociedad hay menos odios y rencores acumulados es más fácil llegar a un acuerdo.

Usted ha dicho que la función de los medios de comunicación en el posacuerdo no es solo informar sino crear espacios de reflexión

Para mí, ese es el problema número uno de este momento histórico. Vemos que el poder de los medios es cada vez más grande. No solo en Colombia, Chile y México. En Ucrania, mi país, pasa exactamente lo mismo. En este momento no podemos cambiar las cosas macro. Pero pienso que se puede hacer creando medios comunitarios. Es decir, construyendo en el nivel barrial, en el nivel de nuestro pequeño entorno, en algunos núcleos del poder donde podemos tomar decisiones, hacer ejercicio democrático y conocer y construir con los vecinos. Quizás ahí todavía queda algún espacio no copado por los grandes dueños del poder mediático. Pero puede ser una ingenuidad lo que estoy diciendo. Pero yo no veo otra opción.

¿Cuál de este tipo de medios la ha llamado la atención?

En México vi radios comunitarias que escuchan miles de personas. Tienen mucha credibilidad y realmente pueden movilizar miles de personas cuando tienen que defender algo. Es un gran tema. Yo tengo más preguntas que respuestas.

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¿Cómo cree que se pueden propiciar o potenciar ese tipo de espacios de comunicación?

No podemos ser paternalistas y llevar a la comunidad a organizarse desde lo que a nosotros nos parece lo correcto. Esta necesidad debe surgir desde adentro. El rol de los periodistas progresistas o de los activistas sociales sería más bien aportar a incrementar las condiciones para que esto sea posible. En cada país hay una realidad muy particular y no puede haber fórmulas generalizadas.

Usted se enamoró de Latinoamérica y de Colombia desde que era niño, gracias a la literatura y a las obras de García Márquez y Cortázar, ¿qué opina hoy del país?

Yo creo que Colombia puede ser el país más maravilloso de la región por su enorme riqueza, no solo económica sino también por su tremenda diversidad cultural y por su experiencia histórica. Colombia es un país donde siempre dan ganas de volver. La alegría de este pueblo y la capacidad de gozarse la vida existe en pocos lugares del mundo. Yo creo que el pueblo colombiano merece otra realidad, por eso debe organizarse.

/Por: Walter Arias Hidalgo/ @walterariash/
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