Hemos escuchado que anoche la Asamblea Nacional Francesa rechazó la propuesta -también apoyada por muchos parlamentarios macronianos- de incluir una fecha de salida para el glifosato en 2021. Sin embargo, la Francia de Hollande y, sobre todo, la Francia de Macron’s había expresado oficialmente su oposición a la prórroga de la autorización del uso de glifosato a partir de 2012, cuando Europa tenía que decidir si prohibir o volver a autorizar el uso del plaguicida más extendido del mundo (y en Francia). La Comisión Europea estaba a favor de la prórroga.
Por otra parte, la opinión pública tiende a rechazar el glifosato debido a sus efectos nocivos y cancerígenos para la salud humana, también destacados en un informe del centro de investigación de la FAO. Sin embargo, la decisión se pospuso. Francia siguió afirmando su oposición, mientras Alemania se andaba con rodeos. En la última posible reunión ministerial europea sobre el tema, la mayoría de los Estados optó por una nueva prórroga de la autorización hasta 2022. Contrariamente a sus argumentos anteriores, Francia se abstuvo, pero anunció que pondría fin unilateralmente al uso de glifosato en un plazo de tres años. Anoche, el Presidente Macron actuó de nuevo de manera diferente a la que había prometido, utilizando el argumento de que es en interés de la agricultura… francesa (bien europeo, ¿no?) dar tiempo a la industria viva para encontrar plaguicidas que no sean perjudiciales para la salud humana.
De lo contrario, no podemos penalizar al capital obligándolo a suspender un producto muy rentable sin darle la oportunidad temporal y económica de inventar un nuevo producto y hacer la transición sin pérdida de rendimiento del capital. Para Macron, sin embargo, la protección de la salud humana no es, más allá de la retórica de cualquier tipo, un tema prioritario en caso de que entre en conflicto con el imperativo de salvaguardar la rentabilidad del capital.
Pero, ¿qué lógica política, social y ecológica inspiró a uno de los líderes políticos europeos considerados entre los «salvadores» de Europa, junto con Merkel? Si hablamos de «salvadores», es evidente que Macron y sus colegas del Consejo Europeo y sus amigos de la oligarquía tecno-financiera dominante son, ante todo, «salvadores» de los intereses de los grupos de capital europeo y mundial, a los que llaman «stakeholders«. Y ahora tienen la desvergüenza de acusar a las fuerzas políticas elegidas por los ciudadanos de ser antieuropeas, contra Europa, olvidando que ellas mismas están en el origen de los procesos de aplastamiento de la Europa política, económica y social.
Los acontecimientos de las últimas 48 horas en Italia y Francia muestran que los mayores peligros para el futuro de las sociedades europeas no provienen esencialmente de los ciudadanos, conocidos como «populistas», sino sobre todo de las políticas de las clases dominantes europeas que, en nombre del progreso de la ciencia y la tecnología y de «su» Europa, han luchado y están luchando contra los inmigrantes, los empobrecidos, los grupos y las comunidades que no obedecen a sus imperativos de austeridad y subordinación, la lógica del rendimiento financiero y del endeudamiento estructural, de todo y de la comunidad humana «al servicio» de los titulares de fondos de inversión. El acto de Macron sobre el glifosato muestra la amplitud y profundidad del fracaso/la traición histórica de las élites europeas con respecto a la protección de la vida y los derechos a y desde la vida, el Estado de Derecho, el Estado de bienestar y el cuidado de la democracia constitucional…