Un amigo hace poco me preguntó si podía hacerme una entrevista para un programa en el que participa y me envió un correo con la siguiente pregunta: ¿Cuáles son y por qué las 5 mejores cosas de vivir en Venezuela y las 5 peores?»
Y me parece que puede ser nutritivo, como lo fue para mí, compartir con ustedes la síntesis que surgió.
No es fácil la pregunta, pero intentaré hurgar en mi experiencia para responder lo mejor que pueda. No voy a enumerar, ni tampoco mirar desde lo mejor o lo peor porque dentro de lo mejor también está lo peor y viceversa, así que como vaya saliendo va a ir quedando.
Vivir en Venezuela ha sido para mí el privilegio de haber compartido el tiempo del comandante Chávez. En política es algo extraordinario encontrar un personaje que diga lo que realmente piensa, y menos aún un gobernante que haga lo que dice. El comandante Chávez tenía el raro esplendor de la coherencia y una fe inquebrantable en el ser humano que transmitía como un faro que iluminó de esperanza no solo a Venezuela sino a toda Latinoamérica.
Vivir en Venezuela ha instalado en mí la certeza, la idea fuerza, escrita por Victor Hugo: “No hay fuerza más poderosa que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. Y esto no es solo una quimera o una forma de lidiar con los momentos oscuros, no, aquí han ocurrido una y otra vez situaciones inéditas; en los momentos en los que aparentemente no había salida, de pronto ocurre lo que nadie espera, y casi siempre propiciado por los mismos que adversan los cambios que aquí están ocurriendo. Algunos dicen que Dios es Chavista, otros que la oposición no cesa de meterse autogoles. Y yo, no dejo de confirmar que, como decía el comandante, estamos en la “hora de los hornos, la hora de la verdad”.
En estos 19 años hemos compartido muchas situaciones intensas, 19 años donde los cambios en lo social han sido notables. Un amigo chileno me escribió preguntándome que no entendía cómo Venezuela estando en la situación que estaba la gente siguiera apoyando a Maduro. Y en principio le recomendé que se informara no solo de los medios oficiales, sino que buscara información alternativa y luego le expliqué que la conciencia y el empoderamiento que había tenido el pueblo llano seguía siendo un fenómeno subterráneo, incluso invisible para muchos que viven en Venezuela, sobre todo la oposición y los medios que desinforman. Porque de lo contrario habría que pensar que el pueblo es masoquista.
Por lo tanto, ya no se trata solo de Maduro, sino de un modelo de país, de un proyecto que el comandante dejó delineado para muchos años y que efectivamente se ha ido concretando, llevando salud, educación, servicios básicos, viviendas, alimentación y ahora último apoyo económico a los olvidados de siempre, y es allí donde está la fortaleza y el legado del comandante vivo, palpitando y ganando en conciencia.
Siempre me pregunté por qué, cuando el comandante ya sabía que su partida era inminente nombró su sucesor a Nicolás y no a cualquiera de sus otros ministros, todos profesionales, algunos con doctorados y especialización en economía, ciencias políticas etc. Nicolás, por el contrario, no tuvo educación universitaria y antes de la política había sido un chofer de autobús. Y ahora, viendo su lealtad y sensibilidad social lo he entendido, él era el único que había vivido en carne propia la pobreza, igual que el comandante que durante su infancia vivió en el campo en una casita con piso de tierra. No se equivocó en su elección y hemos visto cómo Nicolás se ha ido templando con cada arremetida, y ahí lo tenemos firme, amarrado al mástil capeando el temporal, y la gente lo sabe.
Vivir en Venezuela es y ha sido un intenso proceso de aprendizaje. Antes del comienzo de la revolución existía una absoluta apatía social y política. En la actualidad, no hay nadie que permanezca indiferente, es imposible no participar cuando la efervescencia es constante y necesariamente tienes que estar informado porque lo que está en juego afecta tu vida. Así es de importante.
Y hasta aquí lo dejo. Cada uno verá si estas reflexiones les son útiles o no.