Desaparición forzada: caso Daniel Solano

Fiske Menuko, Río Negro. La exhaustiva investigación que realizó dentro del escenario del crimen el abogado (querellante) Sergio Heredia y la labor tenaz de Leandro Aparicio dentro de las salas de audiencia, intenta interpelar y desandar una cultura de la violencia que se extiende, con la forma de una estructura delictiva, dentro de las ciudades anónimas de la mal llamada patagonia argentina. Los interrogantes que surgen al pronunciar estas acciones no apuntan sólo a saber dónde está Daniel Solano y quiénes son los autores intelectuales de su desaparición; la investigación y la labor de estos dos abogados apunta a que la sociedad se pueda preguntar también: ¿por qué los trabajadores rurales de la región son estafados y tratados como seres inferiores dignos de ser violentados y eliminados? ¿Cuál es el rol (cómplice) específico de las instituciones del Estado y el Poder Judicial para que la Sociedad Rural del Alto Valle se beneficie impunemente del padecimiento de los trabajadores golondrinas? ¿Cuál es la relación entre el pensamiento colonizador (que contempla a las personas originarias como seres inferiores), el silencio cómplice de los medios masivos (incapaces de denunciar estas formas de opresión) y el accionar cómplice, en la desaparición de Daniel Solano, de los distintos representantes del Estado? ¿Cómo se incorporan las líneas del narcotráfico y de la trata (con fines de explotación sexual) en la extensa red del caso Daniel Solano? Dentro de las ciudades extractivas, ¿el narcotráfico, la trata de personas y la explotación laboral son administrados por la misma red delictiva? ¿Qué sucede cuando esta red delictiva es denunciada? La impunidad policial y estatal rápidamente logra proponer, como si se tratara de un mecanismo de defensa institucionalizado, coartadas e inocentes “perejiles” que permiten mantener resguardados y contenidos, con el ropaje de personas dignas, a verdugos indolentes e impasibles.

Introducción

En la decimoquinta jornada (día 15) del juicio por la desaparición forzada de Daniel Solano declararon 6 personas, entre ellos un empleado de Exprofut Argentina, un trabajador del Ministerio de Trabajo de Río Negro (que también trabajó para el Ministerio de Trabajo de Lamarque), una pareja amiga de uno de los policías (Juan Barrera) imputados, la ex pareja de una testigo clave (que intentó suicidarse) y un ex trabajador de Agrocosecha S.A. compañero de Daniel, acusado, durante los primeros días de la búsqueda, de ser el responsable de la desaparición del joven Solano.

Sergio Heredia se mantiene en silencio en todas las audiencias, dado que no ésta matriculado para litigar en la provincia de Río Negro. Foto Gustavo Figueroa

Kiñe. Primer capítulo

La coartada (policial) de Barrera

Durante el día 15 declaró un trabajador del Ministerio de Trabajo de Río Negro que reconoció haber participado, junto a Cecilia Constanzo, de un allanamiento y clausura de un galpón en donde vivían, en condiciones insalubres, trabajadores rurales (el mismo galpón que más tarde habilitaría Cecilia Costanzo para que sea administrado por Adrián Lapenta). Por su parte, el trabajador de Expofrut contó, en un relato breve, que tanto la empresa frutícola donde trabajaba él como la empresa de recursos humanos Manpower, eran las encargadas de seleccionar el personal para Agrocosecha.

Por otro lado, también declaró una pareja que afirmó ser amiga de uno de los oficiales imputados. “Me invitó mi esposo que es compañero de Juan Barrera”. La pareja afirmó haber estado en la casa del oficial hasta las doce de la noche. El motivo de la reunión fue el cumpleaños de Barrera. “Fue una reunión familiar. Recordamos anécdotas del trabajo”, señaló él. “Charla y risas”, específico ella. En la reunión había más personas: una mujer y una segunda pareja. Ésta última mujer declaró en la jornada anterior (día 14), afirmando que había visto a la pareja declarante al ingresar a la casa de Barrera, sin embargo esta pareja dudó en recordarla.

Juan Barrera le habla al oído a su abogado representante Pablo Barrionuevo. Foto Gustavo Figueroa

La coartada de Barrera consiste en afirmar que la noche del viernes 4 de noviembre de 2011 estuvo en su casa festejando su cumpleaños. Sin embargo varios testigos lo han ubicado afuera de Macuba Megadisco cerca de las cuatro de la mañana, introduciendo a Daniel Solano dentro de un móvil. Si la pareja que declaró se fue a las doce de la noche y la mujer también se retiró cerca de ese horario, ¿con qué cortada Barrera va a sostener que no estuvo a las cuatro de la mañana en Macuba? Dado los lapsos de horarios entre el cumpleaños y el momento en el que sacan a Daniel de Macuba, ¿Barrera pudo haber estado en los dos lugares?

Epu. Segundo capítulo

El inocente “perejil” y el gringo que trabajaba para la empresa

“A muchos chicos, en esa época, cuando se ponían en ‘pedo’, venía la policía y les pegaban. Luego los soltaban y todo seguía su rumbo. ¡Era normal! A mi me aplicaron un correctivo, pero no creí que era para hacer una denuncia”. Este ex trabajador de Agrocosecha recordó cuál era el rol de la policía dentro de la empresa frutícola: “La policía estaba siempre ahí. Controlaban que todo funcione bien y que no haya peleas dentro de las gamelas. Esa madrugada me levantaron de la cama a los golpes. Yo había discutido con otro chico, pero me dijeron que me vaya a acostar y yo lo hice. Me pegaron policías del C.O.E.R.. Después en la comisaría me volvieron a pegar. ¡Fue surtidito!”

El testigo de identidad reservada que la policía intentó incriminar en la desaparición de Solano declara ante los jueces de la causa. Foto Gustavo Figueroa

Este testigo también específico lo que hizo el fin de semana en el que desapareció Daniel Solano. “Yo no fui con él. Fui para otro lado. Volví tarde. Era de noche. Al otro día no fui a trabajar. Me levanté y seguí tomando con otros chicos que tampoco habían ido a trabajar. Luego nos fuimos a jugar a la pelota. El domingo tampoco apareció Daniel. Preguntábamos por él. ¡Era nuestro compañero! Yo estaba en la habitación de enfrente. El día lunes fui personalmente al hospital. Me acompañó Domínguez (el puntero). También fuimos a hacer la denuncia a la comisaría. Yo hice algo que nadie había hecho. El encargado no lo fue a buscar el sábado, la empresa no los busco el domingo. Nadie lo busco el lunes”.

Este testigo y ex trabajador de Agrocosecha reconoció que luego de desaparecer Daniel intentó volverse a Tartagal, pero que durante el camino un Fiat Duna rojo detuvo el colectivo donde viajaba. “Vos sabes algo. Nos tenes que decir”, lo interpelo la policía. El joven trabajador no accedió al pedido de los policías y se fue junto al resto de los trabajadores (cerca de 60 hombres). Este relato coincide con otros que ya han dado testigos de la causa. La policía quería incriminar a un inocente perejil que ya ha quedado acreditado que la noche del 5 de noviembre no estuvo en Macuba.

Leandro Aparicio le muestra la tapa del documental “¿Dónde está Daniel Solano? Diario de una causa” al testigo y a la audiencia presente. Foto Gustavo Figueroa

Por último, antes que terminar con su declaración, el abogado querellante Leandro Aparicio le mostró a este testigo la tapa del documental para que identifique a las personas en la misma. El joven reconoció a Daniel, a un compañero de Daniel y a un “gringo de pelo blanco” que según su testimonio trabajaba para la empresa porque siempre estaba en la oficina para las fechas de cobro.

El testigo señala a Adrián Lapenta que aparece en un equipo de fútbol junto a Raúl Aramendi. Foto Gustavo Figueroa

La impunidad policial y estatal rápidamente logra proponer, como si se tratara de un mecanismo de defensa institucionalizado, coartadas e inocentes “perejiles” que permiten mantener resguardados y contenidos, con el ropaje de personas dignas, a verdugos indolentes e impasibles.

 

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