La decisión de Estados Unidos de abandonar el acuerdo nuclear iraní – estipulado en 2015 por Teherán con los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania – provoca una situación de extremo peligro no sólo para Medio Oriente.
Para entender las implicaciones de tal decisión, tomada bajo la presión de Israel, que define el acuerdo como «la rendición de Occidente al eje del mal liderado por Irán», debemos partir de un hecho muy preciso: Israel tiene la bomba, no Irán.
Israel ha estado produciendo armas nucleares durante más de 50 años en la planta de Dimona, que se construyó con la ayuda principalmente de Francia y los Estados Unidos. No se inspecciona porque Israel, la única potencia nuclear del Medio Oriente, no es parte del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, que Irán firmó hace 50 años.
Mordechai Vanunu, que había trabajado en la planta de Dimona, aportó hace más de treinta años pruebas de que Israel produce armas nucleares: después de haber sido examinadas por destacados expertos en armas nucleares, fueron publicadas en el periódico The Sunday Times el 5 de octubre de 1986.
Vanunu, secuestrado en Roma por el Mossad y transportado a Israel, fue condenado a 18 años de dura prisión y liberado en 2004, sujeto a severas restricciones. Israel posee ahora (sin admitirlo) un arsenal estimado entre 100 y 400 armas nucleares, incluidas minibombas nucleares y bombas de neutrones de nueva generación, y produce plutonio y tritio en cantidades tales como para construir cientos más.
Las ojivas nucleares israelíes están listas para ser lanzadas con misiles balísticos, como el Jericho 3, y con cazas F-15 y F-16 suministrados por Estados Unidos, a los que ahora se añade el F-35. Como han confirmado numerosas inspecciones del OIEA, el Irán no posee armas nucleares y se compromete a no fabricarlas sometiéndose, en virtud del acuerdo, a un estricto control internacional. Sin embargo -escribe el ex secretario de Estado estadounidense Colin Powell el 3 de marzo de 2015 en un correo electrónico que salió a la luz- «los habitantes de Teherán saben muy bien que Israel tiene 200 armas nucleares, todas dirigidas a Teherán, y que nosotros tenemos miles».
Los aliados europeos de Estados Unidos, que formalmente siguen apoyando el acuerdo con Irán, están esencialmente del mismo lado que Israel. Alemania le suministró cuatro submarinos Dolphin que fueron modificados para permitirle lanzar misiles de crucero con ojivas nucleares. Alemania, Francia, Italia, Grecia y Polonia participaron, junto con Estados Unidos, en el mayor ejercicio internacional de guerra aérea de la historia de Israel, la Bandera Azul 2017.
Italia, vinculada a Israel por un acuerdo de cooperación militar (Ley n. 94, 2005), participó con el caza Tornado del 6º Stormo de Ghedi, encargado del transporte de las bombas nucleares estadounidenses B-61 (que pronto serán sustituidas por la B61-12). Los EE.UU., con el F-16 de la 31ª Fighter Wing de Aviano, a cargo de la misma función.
Las fuerzas nucleares israelíes están integradas en el sistema electrónico de la OTAN en el marco del «Programa de Cooperación Individual» con Israel, un país que, aunque no es miembro de la Alianza, tiene una misión permanente en la sede de la OTAN en Bruselas. De acuerdo con el plan probado en el ejercicio Juniper Cobra 2018 de EE.UU.-Israel, fuerzas de EE.UU. y de la OTAN llegarían desde Europa (especialmente desde bases en Italia) para apoyar a Israel en una guerra contra Irán.
Podría comenzar con un ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes, como el que se llevó a cabo en 1981 en Osiraq, Irak. En caso de represalias iraníes, Israel podría utilizar un arma nuclear y poner en marcha una reacción en cadena con resultados impredecibles.
Del Manifiesto del 15/5/18
Traducido del italiano por María Cristina Sánchez