Elizabeth Benjamin, Universidad de Coventry para The Conversation
Cuando Francia celebra el 50 aniversario de las revueltas de mayo de 1968, Emmanuel Macron podría obtener más de lo que esperaba. En lugar de celebrar la ocasión, el presidente francés parece estar recreándolo inadvertidamente. Ha propuesto una controvertida reforma de la educación superior en un momento particularmente inoportuno, lo que desató grandes protestas.
Mayo de 1968 tuvo un impacto significativo en la sociedad, la política y la cultura francesa. A partir de las protestas estudiantiles, los disturbios civiles pronto se extendieron y tomaron una dimensión filosófica, tocando todos los entornos sociales. Hoy estos eventos se han convertido en un mito mundialmente reconocido de la cultura francesa y del cambio social.
Macron, que apenas ha completado su primer año en el poder, designó el aniversario como una oportunidad para que Francia «salga de las ‘malas’ maneras en que se discuten los eventos que contribuyeron a la modernización de la sociedad francesa«. Durante años, este período en la historia de Francia se habló de manera negativa, y se le achacó a los males sociales en curso de Francia, incluidos los ex presidentes. Las contradicciones de objetivos y demandas en ese momento (claras por parte de los trabajadores, vagas y mezcladas por parte de los estudiantes) hicieron de mayo de 1968 un asunto complicado. Las opiniones a su paso han sido tan divididas que el recuerdo de esto a menudo está distorsionado.
Macron, como el primer presidente francés nacido después de mayo de 1968, parecía querer inculcar una actitud más positiva. Sin embargo, pronto cambió de parecer, decidiendo no conmemorarlo en absoluto, pero sin dar una razón real. Es en este contexto que incorporó sus reformas, tal vez explicando por qué se encuentra frente a una repetición.
Las reformas propuestas por Macron incluyen la selección competitiva y los procesos de especialización para las universidades en un intento por abordar la sobresuscripción y las altas tasas de fracaso. Los planes han sido recibidos con indignación entre la población general y acciones específicas en los campus. Las universidades en toda Francia han sufrido cierres en el último mes debido a que los estudiantes se resisten a estos cambios, desacreditando el elitismo y la injusticia social.
Los estudiantes se han tomado los campus, han creado bloqueos y salido a las calles a protestar. Carteles y pancartas se han inspirado en el 68 para dar una voz visual a la multitud. Esto es todo a medida que la temporada de exámenes entra en pleno apogeo, lo que impide que muchas personas realicen evaluaciones.
Raíces filosóficas
El sistema educativo de Francia tiene sus raíces igualitarias en el siglo XIX. Una serie de leyes logró que, de manera progresiva, la educación escolar fuera obligatoria, secular y gratuita. Un elemento central del sistema de educación superior es la regla de que cualquier persona que posea el título de bachiller (más o menos equivalente al nivel A) es libre de asistir a la universidad. La reforma de este requisito es uno de los puntos centrales de contención en las protestas estudiantiles.
Esta historia se suma a un fuerte sentido de moral pedagógica, y pobre de cualquiera que los amenace. Si las leyes y los requisitos de ingreso se suman a la igualdad y la libertad de acceso, el único lema que queda del lema nacional francés es la fraternidad requerida para levantarse y defender el derecho a la educación.
Desafortunadamente, estos ideales traen consigo un costo diferente: éxito. Mientras que alrededor del 90% de los alumnos aprueban el bachillerato, menos del 40% de los estudiantes universitarios completan el grado que inicialmente comenzaron. Esta discrepancia fue lo que causó que el gobierno de Macron lanzara una amplia reforma del bachillerato. La nueva ley, introducida en marzo de 2018, otorgará a las universidades el poder de introducir criterios de selección y clasificación de candidatos, con la esperanza de que solo se acepten estudiantes capacitados para mantenerse en la carrera.
2018: El anti-mayo del 68?
El diario francés de centro izquierda Libération comenzó el año preguntando «¿Será 2018 el anti-mayo del 68?» Coreando las alabanzas de la revuelta y el espíritu revolucionario de mayo del 68, el periódico presentó un contrarrevolucionario 2018, en el que la libertad, la igualdad y la fraternidad buscada en aquel entonces se ven reprimidas por el acoso, las amenazas a la seguridad y el malestar social. Poco se dio cuenta el periódico de que el mes de mayo de 2018 realmente tendría un gran parecido con su predecesor.
El malestar social surgió de manera similar en ambos casos. Los estudiantes de hoy en día se han tomado los campus en todo el país, en un contexto de huelgas de transporte, trabajadores ferroviarios que protestan en las calles y Air France siendo castigado mientras el personal hace huelga en contra de los salarios. Los eventos de mayo de 1968, como los de mayo de 1818, surgen de la resistencia de los estudiantes a las medidas para contrarrestar la sobresuscripción crónica. Ambos han sido reflejados por protestas en otros grupos clave. Y ambas instancias han explotado en una fuerte defensa de los principios franceses.
Las actuales protestas estudiantiles pueden situarse en un contexto radicalmente diferente al del 68 (con un cambio de lo sociocultural a lo socioeconómico), pero no se puede negar la continuidad del espíritu. En ambos casos, tenemos una «convergence des luttes» (convergencia de luchas) que muestra que la amenaza al modelo social francés está en juego.
Los números no se ven bien para Macron si quiere evitar una escena. Las encuestas recientes de YouGov indican que, en el contexto de las protestas actuales, el 52% de los franceses apoyan el regreso de los acontecimientos de mayo de 1968. Con solo el 28% satisfecho con el primer año de Macron, el presidente francés podría encontrarse reviviendo lo que ocurrió en mayo del 68 en lugar de conmemorarlo.
A pesar de ser un mal momento para las propuestas de reforma de Macron, la convergencia de mayo de 1968 / mayo de 18 resalta un compromiso con cuestiones sociopolíticas que podrían utilizarse en su beneficio. En la misma encuesta que indicaba insatisfacción con el primer año del presidente, más de la mitad de los franceses estima que Macron cumple sus promesas. La voz colectiva francesa claramente no se silenciará, y Macron haría bien en prestar atención a su mensaje. Los ideales revolucionarios son difíciles de erradicar, especialmente en Francia.
Elizabeth Benjamin, profesora de francés en la Universidad de Coventry
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Léase el artículo original.
Traducido del inglés por Valeria Paredes