Por David Sámano.-

Aunque no siempre en forma manifiesta, el humanismo ha acompañado al desarrollo de la civilización moderna. Sin embargo, ya desde hace tiempo advertimos que el curso futuro de la obra humana podría olvidarse de su creador. Con el auge de la racionalidad instrumental, se tiende a priorizar criterios materiales y tecnocientíficos en los que las preocupaciones humanistas parecen reducirse el síndrome de Frankestein.

Si originalmente se consideraba que humanizar era un verbo seguido de un predicado en el que solo incluiríamos aquello que no era producto de la obra humana, hoy resulta prioritario dirigir la mirada humanizante al mundo creado por el hombre, y en este incluimos por supuesto a la tecnología y la ciencia, pero también a las mismas humanidades ( a las que alguien junto con la religión y el arte, llamó “custodias de la autoimagen humana”) pues necesitamos una nueva perspectiva no solo de la naturaleza, sino del ser humano y de su espiritualidad ante la alienación provocada por la capacidad manipulativa que nos está dando la tecnología y la modernización económica y social.

Algo que caracterizó al Humanismo Renacentista fue su tendencia a reinterpretarlo todo, esto le permitió ser fuente de inspiración para integrar lo tradicional y lo innovador en la sociedad de la que emergió. Y hoy pareciera que tendríamos que darle esa misma tarea, pues creemos que es el momento de reconsiderar los conocimientos tecnocientíficos – tan emblemáticos de la modernidad- a la luz de perspectivas que solo son comprendidas cuando nos retiramos del vertiginoso mundo guiado por la prisa de la producción y del consumo para preguntamos por el valor y significado del ser humano ya no en el cosmos quizá (como lo hacían los renacentistas ), sino más mesuradamente, en el mundo creado por nosotros en el que reconocemos mujeres y hombres de todas las culturas y diversidades biológicas y también en el que tenemos que darle un lugar a la naturaleza y todo lo viviente, pues el humanista de todos los tiempos es ante todo un ser compasivo.

Con esta inquietud el Centro de Estudios Humanistas Toltecáyotl de la Ciudad de México, el Seminario de Humanismo y Antropología de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y la agencia de noticias Pressenza ha organizado este ciclo de conferencias que hemos denominado Visiones del Nuevo Humanismo aquí, en las instalaciones del Plantel del Valle da la UACM.

Muchas gracias.

—-

Huston Smith en su libro más allá de la mente posmoderna. 1982. Pag. 148.

En relación a la alienación Silo en su Diccionario el Nuevo Humanismo comenta: “…el desarrollo de la técnica subordina cada vez más al ser humano a la acción de la máquina, cambiando su ritmo de vida y constriñendo muchas de sus funciones orgánicas. El progreso en la esfera científico-técnica asegura a las personas el dominio de las fuerzas naturales cada vez con mayor amplitud, lo que les da inusitada movilidad en el espacio acelerando el “tempo” social, realizando comunicaciones más variadas, abriendo la salida al cosmos, permitiéndoles crear medios artificiales de habitación que correspondan a sus necesidades. Sin embargo, todos esos logros han generado nuevos peligros, colocando bajo amenaza la existencia de la vida en la Tierra. El desarrollo de la cultura y sobre todo de la corriente informativa en general, atestigua el progreso intelectual, pero a la vez muestra el crecimiento del control subjetivo sobre la existencia individual, subordinándola a impulsos y pensamientos ajenos. En la esfera de la cultura y del arte el ser humano pasa hacia la creación de un mundo nuevo con propiedades no existentes en la naturaleza. Ha crecido grandemente la diversidad, pero junto con la ampliación de los marcos humanos de la cultura se revela una tendencia peligrosa hacia la uniformidad, lo que puede llevar al atascamiento de la civilización como sistema cerrado.