Por Darío Aranda
Manuales escolares realizados por empresas como Monsanto. Empresarios que “capacitan” a los chicos. Cómo son los convenios que firmó el gobierno. Qué dicen los libros que elogian el agronegocio. Y hasta dónde llega la educación transgénica.
Escuela pública. Alumnos de entre 5 años y 17. Una sola mirada: los transgénicos son beneficiosos, los agroquímicos no son tóxicos y el modelo de agronegocio –con la soja como principal cultivo– es una bendición para Argentina y el mundo. Ese es el discurso que imparte, literalmente, el gobierno nacional en articulación con entidades socias de Monsanto, Bayer, Syngenta y Nidera, entre otras.
Doctrina transgénica
La resolución 349 del Ministerio de Agroindustria –fechada el 28 de octubre de 2016– institucionaliza y profundiza una práctica que provenía del gobierno anterior: empresas y organismos oficiales trabajan en conjunto para impartir talleres, cursos y seminarios en escuelas públicas. El nombre del programa es sugestivo: “Escuelagro”.
“El programa pone el foco en los jóvenes, quienes no sólo son el futuro sino también el presente. Escuelagro es unir en una misma mesa escuelas agrarias, productores e instituciones del medio junto a gobiernos municipales y provinciales y el trabajo de los ministerios nacionales”, indica la resolución y precisa que se desarrollarán “encuentros sistemáticos en las diversas escuelas secundarias agrarias y rurales”.
Entre las temáticas a impartir sobresalen biotecnología (básicamente, industria transgénica) y “buenas prácticas agrícolas”, eufemismo instalado por las empresas de agroquímicos para habilitar fumigaciones a diez metros de las viviendas. Con una gran campaña publicitaria, el agronegocio logró que periodistas y funcionarios, y ahora profesores, hagan propio el término “buenas prácticas agrícolas” según el cual se podrían controlar los efectos nocivos de los agroquímicos.
El programa aclara que para el financiamiento se contará con “Aportes No Reintegrables (ANR – Subsidios)” para la organización y adquisición de insumos que permitan llevar a cabo los encuentros. “Los mismos podrán ser otorgados a municipios, escuelas nacionales y/o provinciales, asociaciones cooperadoras, organizaciones no gubernamentales y/o quien resulte ser organizador de los encuentros citados (incluso empresas)”, señala. Entre los objetivos también figura el asesoramiento y capacitación destinada a los directivos y docentes.
En la resolución, firmada por el ministro Ricardo Buryaile, el gobierno se compromete a facilitar “el traslado de expositores, materiales didácticos y demás elementos que requiera la realización de los encuentros”. Entre las impulsoras del proyecto está Beatriz “Pilu” Giraudo, ex presidenta de Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa, socia de las grandes multinacionales del sector), actual coordinadora de Políticas para el Desarrollo Sustentable del Ministerio de Agroindustria; y Victoria Zorraquín, directora de Escuelas Secundarias Agrarias y Rurales de Agroindustria.
Zorraquín es una de las fundadoras de la ONG Educere, donde “actualiza” y “acompaña” a docentes y cuenta con financiamiento de Aacrea (Asociación de Consorcios Regionales), el INTA y de la multinacional Nidera.
El semillero
Uno de los primeros encuentros de Escuelagro se realizó en Bartolomé Bavio, en el partido bonaerense de Magdalena. “Encuentro de escuelas agrarias y rurales para generar valor al interior de las aulas”, publicitó el Ministerio de Agroindustria, con la presencia del secretario de Agricultura, Ricardo Negri, que disertó sobre la bondades del agronegocio. Participaron escuelas públicas de Baradero, Berazategui, Berisso, Brandsen, Ciudad de Buenos Aires, Campana, Cañuelas, Chascomús, Escobar, Exaltación de la Cruz, Ezeiza, Florencio Varela, General Belgrano, General Guido, General Rodríguez, Lomas de Zamora, La Plata, Lobos, Luján, Marcos Paz, Mercedes, Monte, Moreno, Navarro, Quilmes, Salto, San Andrés de Giles, San Antonio de Areco, San Pedro, San Vicente y Zárate.
La jornada se repitió en Daireaux, al oeste bonaerense. “Queremos lograr una manera distinta de interactuar con las escuelas y comunidades educativas, esa es la semilla que queremos sembrar un poco en sus cabezas y otro poco en su corazón”, aseguró el secretario Negri a los alumnos.
El 15 de junio de 2017 se profundizó la política de educación transgénica. “Los ministerios de Educación y Agroindustria impulsarán la educación agraria en todo el país”, fue el título de la gacetilla de prensa del propio gobierno. La foto mostraba a los ministros Buryaile y Esteban Bullrich en la firma de un convenio para “fortalecer la educación agraria”. Se precisó que también se firmó un acta compromiso con 45 empresas y entidades del sector para que sean “fuente de capacitación”.
Precisaron la participación activa de Aapresid, Aacrea y del sindicato Uatre (Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores), una de las entidades gremiales más desprestigiadas del país por perjudicar a los trabajadores que debiera representar. También firmaron más de 45 empresas y organizaciones –el Ministerio no precisó cuáles– “para facilitar el acceso de las escuelas rurales a la innovación agroindustrial. Se busca un acceso fluido, ágil y sencillo a las innovaciones y nuevas prácticas que se llevan adelante en la agroindustria, para lograr una alta capacitación en docentes y directivos de las escuelas y una mejor inserción laboral de los alumnos”.
Productos hogareños
“Biotecnología y mejoramiento vegetal” es el nombre de uno de los manuales que el Gobierno utiliza en el Programa Escuelagro. Fue editado (incluso con el sello en la tapa) por Argenbio, organización de lobby científico-político fundada por las empresas Syngenta, Monsanto, Bayer, Basf, Bioceres, Dow, Nidera y Pioneer, todas productoras de transgénicos y agroquímicos. Una de las editoras del manual es Clara Rubinstein, de Monsanto.
También imparten a los alumnos un material de Aapresid que afirma que el agronegocio cuida el suelo, contribuye a reducir el calentamiento global, ahorra agua y produce alimentos de forma sustentable.
A los agrotóxicos los llama “fitosanitarios” y, en la página 29, alerta que el insecticida Raid (de uso hogareño) es más tóxico que los utilizados en el campo. En base a información de la multinacional Basf afirma que el glifosato es igual de tóxico que el Lisoform.
En la página 32 da un paso más: compara la toxicidad de los agroquímicos con lavandina, aspirina y sal de mesa. Con la leyenda “nada es veneno, todo es veneno”.
La Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia) es la encargada de aprobar los transgénicos en Argentina. Está dominada por las mismas empresas que producen las semillas y se basa en estudios de esas mismas empresas para asegurar que no son perjudiciales. También aportaron una cartilla de quince páginas para dar clase en las escuelas titulada “Biotecnología agropecuaria, hacia un mundo sustentable”.
En la página diez resume: “Los cultivos transgénicos permiten aumentar la productividad, competitividad y sustentabilidad de las prácticas agrícolas, reduciendo el impacto de la agricultura sobre el medio ambiente, incrementando la seguridad alimentaria y ofreciendo productos de mayor calidad a los consumidores. Además, promueven la innovación y el desarrollo”.
Un afiche colorido que utilizan en las escuelas tiene un título en color verde, letra mayúscula: “El impacto de los transgénicos”. Y, en contradicción con numerosos estudios científicos (y contra lo que sucede en el campo), afirma con dibujos de insectos, maíz y dinero: “37 por ciento menos de insecticidas, 22 por ciento de mayor rendimiento, 68 por ciento de mayores ingresos para el agricultor”.
Expoagro es la gran feria de agronegocio que tiene como socios a las diarios Clarín y La Nación, junto a todas las empresas locales e internacionales de transgénicos, agroquímicos y maquinaria agrícola. El 14 de marzo pasado, la gacetilla del Ministerio de Agroindustria tenía título celebratorio: “Acuerdo educativo-empresarial en Expoagro”. Allí se explicaba que el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, firmó acuerdos con 27 empresas (que se suman a las 55 que ya participan) para el Programa Escuelagro. No precisaron el total de compañías, pero sí remarcaron la presencia de Syngenta, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina.
El maestro empresa
La Sociedad Rural Argentina (SRA) fue un actor central del avance del agro en el Siglo XIX y primeras décadas del Siglo XX. Pero con el modelo transgénico, década del 90, los actores fundamentales fueron (y son) las entidades Aacrea (Asociación de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) y Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa), siempre con un supuesto discurso “científico-técnico” y de “diálogo” muy estilo PRO.
Ambas entidades centran sus actividades en el trabajo con los productores, en su relación íntima con las grandes multinacionales del agro, el lobby ante sectores políticos, la incidencia en los grandes medios de comunicación, la presencia en organismos de decisión (Ministerio de Agroindustria, INTA, Conabia) y, fundamental, la instalación de políticas públicas.
Aapresid fue uno de los actores principales en la creación e impulso de la “Red BPA (Buenas Prácticas Agrícolas)”, donde confluyen todas las empresas de agrotóxicos y que funciona como espacio de lobby político y técnico para maquillar las consecuencias del modelo basado en uso de químicos. En la red sobresale la Cámara de Sanidad Animal y Fertilizantes (Casafe, integrada por Monsanto, Bayer, Syngenta, Dow y todas las empresas de agrotóxicos), Asociación de Semilleros de Argentina (ASA), Argenbio (académicos con vinculaciones con empresas del agronegocio), INTA, ACREA, Facultad de Agronomía de la UBA y el Ministerio de Agroindustria.
El manual censurado
En 2011, el Ministerio de Educación de Nación y la Secretaría de Ambiente imprimieron 350.000 ejemplares del manual Educación Ambiental. Ideas y propuestas para docentes, donde de manera integral y crítica abordaba los temas de actualidad, entre ellos megaminería y agro. Dos actores principales imposibilitaron que se distribuya en las escuelas: el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, por su alianza con la minera Barrick Gold, y Aapresid en la defensa de los negocios transgénicos.
La entonces presidenta de Aapresid y actual funcionaria de Macri, Beatriz “Pilu” Giraudo, sinceró en una entrevista radial cómo operaron para censurar los manuales: “Empezamos a tener distintas reuniones. Primero entre privados. Rápidamente, con una gestión de Silvina Gvirtz (en ese entonces Directora General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires) nos pusieron en contacto con las editoriales”. Giraudo detalló que tuvieron reuniones con el Ministerio de Educación de Nación y con el secretario de Agricultura, Lorenzo Basso. Confirmó que Acsoja (la entidad que nuclea a productores y grandes empresas de la soja) financió “la revisión de todos los manuales que están en el ámbito educativo”.
Los 350.000 manuales oficiales nunca se distribuyeron. Los alumnos de escuelas públicas no pudieron acceder a lecturas críticas sobre minería y agronegocio. El manual ambiental fue el libro censurado del kirchnerismo. “Había que evitar su nociva divulgación”, justificó Giraudo.
Aapresid redobló la apuesta: impulsaron un programa llamado Aula Aapresid, donde ellos mismos ingresan a las escuelas públicas y difunden las bondades del modelo transgénico. “Se busca difundir en ámbitos educativos, gubernamentales y en otras organizaciones el impacto que tienen la producción agropecuaria y la utilización de la biotecnología sobre el medio ambiente, la economía y la sociedad. Su ejecución está a cargo de los Grupos Regionales Aapresid. El objetivo principal es difundir un modelo de producción agropecuaria sustentable basado en las Buenas Prácticas Agrícolas, así también como en la aplicación de la biotecnología”, resumen en su página de Internet.
Según datos difundidos por Aapresid, en 2017 impartieron 144 charlas en escuelas de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, entre otras provincias. Nicolás Bronzovich, “líder de Aula Aapresid”, apuntó a los críticos: “Algunos protestan, desinforman, tienen una posición ideológica”. Y aseguró: “Nosotros nos paramos desde la ciencia”.
En agosto pasado, durante el Congreso Anual de Aapresid en Rosario, en el colegio Boneo reunieron a más de 500 alumnos de una decena de escuelas de Santa Fe. En la jornada unificaron Aula Aapresid y el programa oficial Escuelagro. “Los referentes del sistema productivo siembran en los adolescentes la ‘semillita’ de la vocación productiva”, celebró la gacetilla de prensa de la entidad.
“Esto es magia. Son talleres dictados por productores, funcionarios y especialistas”, destacó la funcionaria, Victoria Zorraquín.
El director de Agricultura de la Nación e integrante de Aapresid, Ignacio Garciarena, fue elocuente: “Es una instancia maravillosa, donde chicos que están queriendo definir su vocación encuentran un espacio que les ‘rompe la cabeza’”.
Nicolás Bronzovich, empresario agropecuario y referente de Aula Aapresid, resumió: “Este tipo de encuentros permite que se transmita el conocimiento, que se comunique lo que hacemos en el sector y se destierren aquellos prejuicios que ya están instalados. De la mano de estos chicos eso es posible”.