Tonelada
Desaparición forzada: caso Daniel Solano
Fiske Menuko, Río Negro. En la décimo primer audiencia del juicio por la desaparición forzada de Daniel Solano declararon cinco testigos. Cada uno de ellos aportó oraciones descriptivas a la causa que pueden ser, leyéndolas en perspectiva, analizadas y mencionadas, por los abogados querellantes, dentro de los alegatos de clausura del juicio: el reconocimiento por parte de un testigo de la existencia de, por lo menos, un cabaret con la presencia de mujeres paraguayas y brasileñas, la puesta en práctica dentro del boliche de “juegos” en los que se premiaba al trabajador rural que soportara los azotes más severos. Una “falsa alarma”, dentro de la comisaría octava de Choele Choel, que involucró el accionar de tres policías imputados. La aclaración, en reiteradas ocasiones, por parte del animador del boliche que afirmó que a Daniel (Solano) se lo sacó del establecimiento para prevenir “males mayores”. El novio de la hija del ex juez Bodrato que no recordó y que incluso negó partes de su primera declaración. La negativa de Carlos “Tonelada” García (dueño de Macuba Megadisco) para reconocer que sabía el nombre de los policías imputados; policías que habían trabajado con él, casi de manera ininterrumpida, dentro de su local, durante varios años. “Trabajaron todos conmigo, pero no recuerdo sus nombres. El único que recuerdo que estaba era (Walter) Echegaray, que fue con él que hable esa noche”. Incluso este mismo testigo (directo) afirmó que, en el momento que sacaron a Daniel, en la salida del boliche no había nadie, ni siquiera reconoció haber visto autos en la calle. Esta actitud reticente y contradictoria -–con respecto a la declaración de otros testigos– por parte del dueño de Macuba provocó que, luego de su declaración, el abogado querellante Leandro Aparicio solicitara su inmediata detención por incurrir en falso testimonio. En este contexto, y para indicar otro rasgo de relevancia dentro del relato inverosímil de este empresario, es necesario evidenciar que el único momento de lucidez y seguridad lo demostró cuando, mirándolo a los ojos, dentro de la sala y con toda la audiencia como testigo, amenazó al abogado querellante Sergio Heredia, sugiriendo que sabía donde dormía y que por lo tanto estaba atento a lo que hacía y los lugares que frecuentaba. “Era el hotel donde estaba usted”, le indicó, dejando registrado, una vez más, dentro del juicio, una escena que comprueba el tono mafioso y la capacidad corporativa de la maquinaria delictiva que desapareció (y pretende dejarlo en ese estado) a Daniel Solano. La consigna es clara y aparentemente de efectivo cumplimiento: el pacto de silencio criminal que los encubre debe ser sustentado por todas las partes involucradas. ¡No sólo por los verdugos! Inclusive aquellas partes que no actuaron directamente en la desaparición de Daniel Solano, pero que de forma indirecta o por propia voluntad ayuden a vulnerar ese pacto de silencio que encubre a los victimarios pueden sufrir, como respuesta, severas consecuencias. Finalmente, antes que concluyera la audiencia, los jueces comunicaron que no harían lugar al pedido del abogado querellante, impidiendo, de esta forma, que Carlos García quede detenido.
Introducción
Durante la décimo primer jornada del juicio por la desaparición forzada de Daniel Solano dieron su testimonio cinco testigos: el dueño de Macuba Megadisco Carlos “Tonelada” García, el animador del boliche, un compañero de los policías imputados, el novio de la hija del ex juez Bodrato y una docente que fue parte de la organización de la fiesta que se desarrolló la noche en que desapareció Daniel Solano. Esta última testigo fue contundente en afirmar que: a) ella estuvo en la puerta de entrada de Macuba cobrando las entradas; b) vio cómo dos policías sacaban a los golpes a Daniel Solano del boliche; c) los dos policías tenían características físicas similares a las de los oficiales imputados Diego Cuello y Pablo Albarrán. “Uno era alto y el otro mucho más bajo”, declaró la testigo, mientras miraba a los siete policías imputados.
Kiñe. Primer capítulo
La amenaza del hombre ciego que vio todo
¿Carlos “Tonelada” García vio todo o no vio nada? ¿No sabe nada o es uno de los principales responsables ideológicos de la desaparición de Daniel Solano? Su posición de poder dentro de la estructura delictiva de seguro es privilegiada, fundamentalmente porque es el dueño de Macuba Megadisco. Por lo tanto, la noche en que desapareció Daniel, podía entrar y salir del boliche de la misma forma que, por otro lado, podía saber cada movimiento que se realizaba dentro de su local, dado que eran pocos los empleados (6 según su testimonio) “contratados”. Sin embargo dentro de su declaración afirmó que conocía a todos los policías imputados porque todos habían trabajado con él, pero que no los podía reconocer por el nombre. Específicamente, la contradicción en la declaración de García radicó en que sí recordaba el estado de ebriedad que tenía Solano y que había escuchado que lo habían sacado por molestar a una chica “o algo así”, pero no pudo reconocer a nadie a la salida de su boliche. “Cuando salí afuera no había nadie, sólo estaba parado en la vereda la persona que desapareció. Una persona morocha, de un metro sesenta o un metro cincuenta”. En este contexto García realizó, a pedido del abogado querellante, un croquis de lo que vio en la calle cuando salió de Macuba, aunque lo dibujado en una hoja de papel no coincidió con lo declarado en noviembre de 2011. Otro dato curioso pero no menos significativo dentro de su declaración, fue su ingreso a la sala y los primeros intercambios que mantuvo con la jueza García Balduini, en los cuales ésta última le llamó la atención por portar anteojos negros. “Son lentes de aumento. No veo bien. Si me los saco veo una figura nada más. No puedo ver su rostro”.
Carlos “Tonelada” García negó saber qué hacía la novia del DJ en su boliche, negó saber que ella hacía las fotografías del boliche, las mismas fotografías que se publicaban en la cuenta de facebook de Macuba. Negó saber que ella había sacado las fotos la noche del 5 de noviembre de 2011 cuando desapareció Daniel Solano. García negó también, en otro pasaje de su declaración, saber cuál era el nombre real del “Tano” y qué actividades había en su local. “El ‘Tano’ tiene un bar donde vende comida que hace él y bebidas. Se las rebusca con eso. Nada más”. “Yo lo conozco por el ‘Tano’. En el pueblo nos conocemos todos por el sobrenombre”.
El único momento de lucidez que mostró tener el hombre que no veía bien, fue para pronunciar una amenaza delante de todo el público presente, incluidos los jueces y los medios de prensa. Carlos García le indicó al abogado querellante Sergio Heredia que sabía dónde estaba el hotel donde se hospedó durante un año. “El hotel donde estaba usted”, le dijo mirándolo a los ojos y con un tono amenazante. Una amenaza que pasó aparentemente inadvertida, pero que fue directa, sin preámbulos, mirando de forma fija y segura al abogado querellante, como intentando recordarle que él, como empresario de la noche, conocía todos sus movimientos y que finalmente sabía dónde dormía.
Epu. Segundo capítulo
El pedido del animador
¿Hubo un acto o una acción que realizó en particular Daniel para que el animador del boliche le pidiera a la policía que lo sacaran del establecimiento? El propio animador, dentro de su testimonio, declaró que no, que no existía ningún motivo, que simplemente se sacó a Daniel para evitar una situación más grave en la noche, pero que en definitiva Solano estaba manteniendo el mismo comportamiento que otros de sus compañeros. “Generalmente cuando veo que pasa algo en la pista, bajo y hablo con las personas, de buen modo, para evitar problemas y para que la noche siga”. El animador de Macuba esa noche bajó a hablar con el grupo de personas que estaba con Daniel, vio que discutían entre ellos y ante un supuesto avalanzamiento solicitó que se presentara la policía. En un primer momento la policía intentó sacar a un joven descrito como el chico con el pelo teñido de rubio, pero el animador les advirtió que no era él al que había que sacar.
Más adelante y antes de terminar con su testimonio el animador hizo referencia a los distintos lugares en los que trabajó como locutor, entre ellos peñas y eventos a beneficio. También indicó que participó en dos oportunidades de un canto bar dentro de un cabaret en donde reconoció la presencia de mujeres paraguayas y brasileñas. «Era una confitería” “Estaba debajo de un puente”. “Había mujeres, pero yo no sé cuál era el final de eso. Yo sólo iba a trabajar, a hacer locución, a hacer canciones”.
Küla. Tercer capítulo
El novio de la hija de Bodrato que negó su testimonio
“¿Cuántos policías habían a la salida de Macuba cuando usted llegó?” “No lo sé”, respondió el testigo. “Pero en su primera declaración usted dijo que eran tres”. “No, yo no declaré eso. Vi que habían policías, pero no sé cuántos eran”. “Pero esta declaración está firmada por usted”, insistió Leandro Aparicio. “Si, pero yo no dije eso”. El novio de la hija de Bodrato dio su testimonio, pero su testimonio oral dentro del juicio no coincidía en muchos partes con el que había declarado en 2012. No sólo eso sino que además, dentro de la sala judicial, negó lo que había declarado anteriormente, una declaración que contaba con su firma, que él mismo reconoció.
Este joven declaró que había llegado en moto con un amigo, que se quedaron fumando un cigarrillo mientras esperaban a una tercera persona, y que en ese periodo de espera él vio dos camionetas paradas, una perteneciente a Carlos “Tonelada” García y la otra perteneciente a la policía. Sin embargo, en su declaración había dicho que vio llegar a la camioneta, que dentro de ella había tres policías, que los policías se bajaron de la camioneta y se quedaron hablando al lado del rodado.
Al finalizar las cinco declaraciones, el abogado querellante Leandro Aparicio intentó realizar un careo entre el novio de la hija de Bodrato y Carlos “Tonelada” García, dado que éste último entendía que la declaración de ambos testigos no coincidían en un dato específico: la ubicación de la camioneta del dueño de Macuba. Lo que intentó probar Aparicio es que Carlos García mintió en todo su testimonio. Finalmente, por una unanimidad, los jueces rechazaron el pedido por entender que no había un hecho relevante que justificara el careo.
Meli. Cuarto capítulo
La falsa alarma en la comisaría
“Usted lo conoce a Sandro Berthe?” “Si, lo conozco”. “¿Usted sabe si Berthe tuvo alguna sanción?” “No me acuerdo. Creo que sí”. “¿Usted lo vio haciendo algún tipo de trabajo dentro de la comisaría?” “Si, si lo vi haciendo mantenimiento”. Leandro Aparicio es el que pregunta, un compañero de los policías imputados es el que responde. Este oficial fue el último en declarar. Este testigo declaró que la noche en que desapareció Daniel Solano la comisaría octava recibió un llamado de Macuba y que acudieron al lugar Pablo Quidel, Diego Cuello y Pablo Albarrán (que era el que conducía). “Mientras ellos iban yo me quedé preparando todo para cuando llegarán con el contraventor: las llaves del calabozo (porque a veces llegan un poco alteradas las personas que traen de los boliches), dejé preparados los papeles para las pertenencias. Yo dejo todo preparado y a los diez minutos llega de nuevo el móvil. ‘¿Y el contraventor?’, les preguntó. ‘Falsa alarma’, me respondieron ellos. ‘Cuando llegamos afuera de Macuba no había nadie y nos volvimos’. “Volvieron al instante, a los diez o quince minutos”. “No noté nada raro o particular en ellos”.
En otra parte de su relato el compañero de los policías imputados aclaró que al lado de la comisaría octava hay una alcaldía, pero que ellos no tienen acceso a la misma. “A la alcaldía sólo he ido a dejar algún papel a pedido del jefe, o he ido a buscar algún oficio, pero nunca he ingresado dentro”, indicando también de esta forma que no sabía si había celdas dentro de la alcaldía, una sugerencia que le realizó el abogado querellante Leandro Aparicio. Lo único que vinculaba –según el relato de este oficial– la comisaría con la alcaldía, era un patio en donde ingresan camionetas de distintas comisarías.
La consigna es clara y aparentemente de efectivo cumplimiento: el pacto de silencio criminal que los encubre debe ser sustentado por todas las partes involucradas. ¡No sólo por los verdugos! Inclusive aquellas partes que no actuaron directamente en la desaparición de Daniel Solano, pero que, de forma indirecta o por propia voluntad ayuden a vulnerar ese pacto de silencio que encubre a los victimarios pueden sufrir, como respuesta, severas consecuencias.