… y la escalada antidemocrática en Brasil.
Ayer el Juez brasileño Sergio Moro decretó la entrada en prisión para Luiz Inácio Lula da Silva, tras el fallo del Supremo Tribunal Federal (STF) que negaba el habeas corpus solicitado por el PT. Con esta decisión, Moro suma un paso más en la vergonzosa persecución judicial que inició en 2015 contra el expresidente, con el objetivo último de evitar la participación de Lula en las elecciones presidenciales de este otoño que, según todas las encuestas, ganaría con facilidad.
En la última fase de esta persecución, la que ha tenido lugar en el STF, la manipulación interesada contra Lula por parte del poder judicial ha vuelto a producirse. La Presidenta del Tribunal, la jueza Carmen Lucía, cambiaba el orden de apreciación de la solicitud del expresidente, entrando a valorar directamente el habeas corpus. Con esto, se saltaba el orden habitual, que implica debatir primero la propia doctrina del tribunal sobre la entrada en prisión sin una condena definitiva, que había sido cambiada 4 años antes y que era el asunto sustantivo en la demanda de Lula. Otro juez del mismo tribunal, Marco Antonio Mello, ha afirmado que espera que esta doctrina se restituya en la vista que tendrá lugar el próximo miércoles y que serviría para asegurar que los derechos de Lula se salvaguarden.
El proceso contra Lula viene de lejos y en todas sus fases se ha basado en irregularidades. La propia sentencia de Moro, al principio de este proceso, basada sobre todo en confesiones interesadas y sin pruebas materiales, mostró una voluntad de condena extrajudicial. Es muy difícil no ver detrás de esta persecución los intereses políticos que protegen a las élites de lo que, según todas las encuestas, desea la mayor parte del pueblo brasileño: la vuelta de Lula y el PT a la presidencia.
La situación es especialmente grave, ya que no podemos olvidar el contexto de esta condena. Desde que el vicepresidente Michel Temer llegara al poder en el año 2016 tras un golpe blando contra Dilma Rousseff, la situación en Brasil no ha parado de empeorar en absolutamente todos los indicadores. Hay menos democracia, menos justicia social, más corrupción y un ataque sistemático a los derechos humanos que se ha sustanciado en el aumento de los asesinatos a defensoras de los derechos humanos o la militarización de zonas y ciudades brasileñas. Si el PT combatía la pobreza redistribuyendo la riqueza, Temer lo hace aumentado la violencia contra las personas pobres.
En este marco, este mismo martes, muy poco antes de conocerse la sentencia del STF, el Jefe del ejército brasileño, Eduardo Villas Boas amenazaba con un golpe de estado en caso de que la sentencia fuera favorable para Lula, en claro chantaje al tribunal; algo que para Temer se encuadra dentro de la libertad de expresión. Estas manifestaciones, secundadas por generales en activo y en la reserva traen al presente los recuerdos de la dictadura militar de 1964 y nos revelan el grado de degeneración democrática y desmoralización institucional del gobierno golpista instalado en Brasil después del golpe. No podemos olvidar que la semana pasada Lula fue atacado con armas de fuego durante un acto público y que el segundo en las encuestas, Jair Bolsonaro, defiende abiertamente a torturadores y la dictadura militar en Brasil.
Desde Podemos queremos expresar nuestra más absoluta condena y rechazo a todos estos hechos que muestran que las élites brasileñas están dispuestas a todo para evitar que el PT vuelva al gobierno y que la democracia se restaure. En este momento no se puede mirar hacia otro lado, ya que la cuestión ha traspasado ya el asunto de Lula y se ha convertido en una cuestión de democracia, que es lo que verdaderamente está en juego en Brasil. Por esta razón, nuestra organización seguirá movilizándose y trabajando junto a otras organizaciones para denunciar e intentar parar esta dinámica en Brasil.
Esta situación es muy preocupante en un país del tamaño y la relevancia política de Brasil, en un contexto regional donde las violaciones de los derechos humanos y el autoritarismo no para de crecer. Por eso, exigiremos también al gobierno que, a través de medidas diplomáticas, presione al gobierno de Temer para que las libertades democráticas y los derechos humanos estén plenamente asegurados en Brasil de aquí hasta las elecciones de este otoño.