Chile es el único país del mundo que ha entregado a privados los derechos de aprovechar sus aguas dulces, superficiales y subterráneas, de manera gratuita y a perpetuidad. Ha privatizado el ciclo hidrológico.
Sabida era la expectativa sobre la derogación del Código de Aguas, elaborado en dictadura, que cabía en todos los que lucharon por alcanzar la democracia. Sin embargo durante la transición hubo que esperar 15 años para que pequeñas modificaciones vieran la luz, en tanto se entregaron graciosamente todos los derechos de aprovechamiento de las aguas dulces del territorio, “para que entren al mercado”, me dijo hace dos décadas una funcionaria del Ministerio de Obras Públicas. Hoy día las comunidades no tienen agua para beber, menos para regar sus siembras, mientras el río corre caudalosamente a su lado, no pueden usarlas, no tienen el derecho ni menos cómo comprarlo. Por eso las comunidades marcharon este sábado por las calles de Santiago.
El fotoreportaje es de Dalia Chiu S.