Hoy Giulio Regeni lleva desaparecido dos años y tres meses: desde que desapareció en El Cairo el 25 de enero de 2016 para ser encontrado muerto después de nueve días de feroces torturas.
No ha habido un día de los 820 días desde entonces en que el color «amarillo Giulio» no haya iluminado las acciones en escuelas, universidades, plazas, ayuntamientos, no haya ondeado desde los balcones de Italia.
Y hoy, Fiesta de la Liberación, Giulio es recordado (pero con esa memoria activa que llama a la verdad y a la justicia, no con aquello que sólo se rinde para conmemorar) en muchas ciudades, espontáneamente o por petición expresa de los promotores de las iniciativas del 25 de abril.
Hoy celebramos la mejor parte de nuestro país: la parte que luchó contra el nazifascismo, por la libertad.
Giulio está, con su historia, plenamente arraigado en la mejor parte de nuestro país. Era el hijo perfecto de los partisanos, la encarnación de los ideales por los que luchó la Resistencia.
Giulio actuó y pensó como un hombre libre. Reclamar la verdad para él es también defender los valores que están en la base de su formación y de nuestra cultura democrática. Contentarnos con medias verdades es traicionar a esos jóvenes partisanos y por lo tanto traicionarnos a nosotros mismos.
Es una lástima que la historia de Giulio no la reconozcan, o incluso la desconozcan, las instituciones italianas. Aparte de la mención (aislada, sin ninguna referencia a la situación de los derechos humanos) del Presidente Mattarella en su entusiasta mensaje de felicitación al Presidente al-Sisi por su reelección, durante meses el nombre de Giulio no ha aparecido en las declaraciones de los representantes institucionales.
Los dos últimos gobiernos han hecho muy poco para que las autoridades egipcias rindan cuentas de quién ordenó y llevó a cabo el asesinato de Giulio Regeni. El regreso del embajador a El Cairo el pasado mes de septiembre marcó la rendición política.
La labor del Fiscal General de Roma sigue en pie. Queda una familia extraordinaria. Sigue siendo su incansable y apasionada defensora. Millones de personas todavía quieren saberlo. Eso no es poca cosa. ¡Feliz 25 de abril, Giulio
(Colaboró @ManuelaMurgia1)