Estas últimas semanas no han sido fáciles. Todos ya sospechábamos el desenlace final, eran piedras ya cantadas.
Aunque ya tenía la extraña sensación de que iban a votar 6 a 5 en el Tribunal Supremo, no pude dejar de sentir tristeza con todo el circo que montaron para pedir el encarcelamiento de Lula.
No sólo por lo que él representa como líder político relevante, sino también por el carácter opresivo contundente de agresión no solamente a él, sino que al estado de derecho. Las cúpulas del poder político y económico se permiten todo.
Hoy hubo actos políticos en diversas ciudades. Tomé fotos en los que participé en Río de Janeiro. Estaba animado, había más volumen y más gente de lo que imaginaba, lo que demuestra cierta movilización de las fuerzas de izquierda, en general más preocupadas cuando la Democracia es amenazada.
En este contexto no nos queda otra cosa si no luchar.
No habrá una lucha decisiva. Tendrá que haber muchas luchas en diversos campos.
Dada a desproporcional fuerza a favor del estado de excepción, habrá lugares de lucha donde no se podrá vencer en este momento.
Las manifestaciones en las calles son importantes como cohesor, como motivadoras del espíritu colectivo y como demostración de que existen fuerzas de resistencia.
Pero habrá incontables luchas, en el campo electoral (espacio que no es fácil de abrir) y también en los barrios donde todos los derechos son pisoteados: cuando muere un joven, cuando un servicio de urgencia de salud cierra, cuando una escuela no cuenta con todos los profesores.
Ninguna fuerza política debe pretender hegemonizar heroicamente esa fuerza, porque ella pertenece de verdad a la sociedad. Todos sabemos cuánto aspiro a la unión de las fuerzas de izquierda, de las fuerzas progresistas. ¿Cómo será? ¿con quiénes será? no tengo respuesta. Sé que esa convergencia será un compromiso de corazón para restablecer nuestra Democracia.
Súbitamente me vino en mente un fragmento de un libro que leí hace ya mucho tiempo, y que me gustaría compartir:
«… o somos arrastrados por una tendencia cada vez más absurda y destructiva o damos a los acontecimientos un sentido diferente. En el transfondo de esta presentación está operando la dialéctica de la libertad frente al determinismo, la búsqueda humana de la elección y el compromiso frente a los procesos mecánicos cuyo destino es deshumanizante.»
Caos destructivo o revolución – del libro “Cartas a mis amigos”, Silo