La premiación de la película chilena “Una mujer fantástica” con el Oscar a la mejor película extranjera nos sitúa, como país y una vez más en el ámbito artístico-cultural, en la cresta de la ola y en el tapete noticioso mundial.
Antes de este reconocimiento, la expectativa era enorme, así como la cautela, dado que en más de una ocasión “el pan se quemó en la puerta del horno”. Esperanzas generadas por la calidad y el abordaje dado a una temática compleja, la transexualidad; y cautela por la eventual resistencia a premiar un film de esta naturaleza.
Apenas se supo que la película había sido premiada, el candidato presidencial electo, Piñera, no dudó en aprovechar la fantástica oportunidad para afirmar en un twit, al más puro estilo Trump: “Esta noche el cine chileno tocó las estrellas. Grande Chile y un gran abrazo, con orgullo y emoción, a todo el equipo de #UnaMujerFantástica, la mejor película extranjera en los #Oscars”.
Dentro de los sectores políticos que lo respaldaron en la última elección, no dejó de sorprender la aparición del meteórico twit. Mal que mal, en el marco de la campaña presidencial, consultado sobre el tema, Piñera sostuvo que en muchos casos la transexualidad “se corrige con la edad” y que no podía pretenderse que el género sea algo cambiable todos los días a la sola voluntad de las personas, llegando al extremo de rematar que “no debíamos andar cambiando de género como quien se cambia de camisa todos los días”. Estas afirmaciones dan cuenta de la superficial visión que posee de un tema que afecta en términos de exclusión y discriminación a quienes están involucrados.
Por otra parte, el grueso de quienes lo respaldaron, que conforman la coalición ChileVamos, se caracterizan por su conservadurismo valórico y su resistencia a enfrentar la homosexualidad, fenómeno que visualizan como una anomalía, una desviación y/o una enfermedad, al igual que las personas trans. Ello explica su negativa a legislar en estas materias, particularmente en los partidos de extrema derecha como la UDI y RN. Si bien, están asomando sectores liberales en estas materias en el seno de la propia coalición, siguen siendo minoría y les queda un largo trecho que recorrer.
Mientras tanto, la orden del día en la derecha es resistir, aguantar, frenar. Pero como el agua que busca su cauce, más temprano que tarde tendrán que sumarse. Se resiste a reconocer la igualdad de género, la transexualidad, así como en su tiempo se resistió al divorcio. Es lo que llamo la derecha atrasada. Dentro de esa derecha, Piñera así como ve oportunidades de negocio, no puede dejar de ver oportunidades políticas, como en este caso, donde no desperdició la fantástica ocasión para darse una olímpica vuelta carnero.