por Jorge Marchini
Entre el 21 de febrero y el 2 de marzo pasado se llevó a cabo en Asunción del Paraguay la última ronda de negociación ( la número 32) entre los representantes de los países del Mercosur y los de la Unión Europea para la firma de un tratado de libre comercio (TLC) que viene debatiéndose desde hace ya 19 años.
Bien se sabe que,, pese a muchas expectativas previas, no se había podido concretar el anuncio en Buenos Aires a principios de diciembre en el marco de la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio. Entre muchas idas y venidas tampoco se pudo concretar en en esta oportunidad en la capital paraguaya.
En los últimos días se hicieron públicas significativas manifestaciones de oposición a la firma del acuerdo con la Union Europea por parte de centrales sindicales y entidades empresarias del Mercosur que manifestaron un serio llamado de atención por el secreto de las negociaciones , cuyos contenidos fueron puestos al descubierto solo por documentos filtrados (leakeados ) en el mes de noviembre pasado, nunca confirmados ni desmentidos por los gobiernos (ver en detalle en https://archive.org/download/
Se puso en evidencia que las preocupaciones no eran debido a la cuota de exportaciones de carnes del Mercosur por el histórico proteccionismo agrario europeo, un tema recurrente de discusión habitual que deseaba ser presentado como «imagen de éxito» con modificaciones marginales (aumentar de 70.000 a 99.000 toneladas el cupo ), sino por otras cuestiones mucho más sensibles que llevarían a ahondar asimetrías y desbalancearían aun más las relaciones con Europa.
Estas son degravaciones arancelarias de productos industriales, liberalización de servicios, el monopolio de la propiedad intelectual, la flexibilidad de normas de origen, el alcance difuso del comercio electrónico, la apertura de las compras públicas, las reservas de indicaciones geográficas, entre otros.
Más allá de la significación de haberse parado el anuncio del acuerdo y las notorias manifestaciones de inquietud que ni siquiera fueron formalmente respondidas por los gobiernos, los cancilleres del Mercosur ratificaron en estos días en Paraguay que es «prioritario firmar el acuerdo» (canciller de Brasil Aloiso Nunes) y han acordado gestionar una nueva reunión con Europa que podría llevarse a cabo a fines del presente mes.
Los gobiernos del Mercosur desean arribar lo antes posible a un acuerdo aunque sea muy desventajoso. La prioridad de hacerlo ha sido sintetizada en las últimas horas por el canciller paraguayo Eladio Loizaga, “Como siempre digo, necesitamos dar una señal al mundo».
En tanto los negociadores europeos saben muy bien que se finaliza «la ventana de oportunidad» por comenzar los períodos electorales en Paraguay y Brasil .
Reconocen con realismo que no siempre se puede tener como contrapartes gobiernos tan propicios a ceder casi todo a cambio de muy poco o promesas ambiguas de un futuro venturoso, sobre todo ahora que crecen las presiones proteccionistas tanto en Europa (elecciones en Italia) como a nivel internacional (la «guerra comercial» por el acero y el aluminio lanzada por EE.UU).
En el último fin de semana se pudo asimismo conocer un informe oficial del estado de situación de las negociaciones presentado los representantes europeos en las negociaciones con el Mercosur. De su lectura queda en evidencia que las concesiones brindadas por el Mercosur son enormes y sustanciales, y que han ido creciendo significativamente de negociación en negociación en el último período..
Resulta por lo tanto clave en este momento convocar a la atención pública. Se plantean peligros sumados de improvisación, irresponsabilidad y una absurda ansiedad para apurar contra reloj las negociaciones
Ellos han quedado en evidencia al declarar el canciller de Uruguay, Nin Novoa sin tapujos que «si no se firma ahora, no se firma nunca más». Por supuesto, con expresiones lamentables de debilidad como ésta los negociadores europeos se preparan para1 pedir más concesiones y ventajas.
Nin Novoa, en la cuerda floja
Luego de tantos años sin resultados, las conclusiones justamente debieran ser otras a las que infieren los cancilleres del Mercosur.
El debate del futuro de relaciones comerciales y económicos con tanta importancia y potencialidad como son las de la Unión Europea y el Mercosur (hoy por cierto muy desequilibradas) , debería partir indefectiblemente de la exigencia de transparencia en las negociaciones y estudios públicos de impactos sociales y económicos que den lugar a proponer metas y acciones para alcanzar resultados viables y mutuamente convenientes. Lo que no se ha hecho hasta ahora.
* Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires, Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda (OID-IDO) Investigador de CLACSO. Miembro del Consejo Editor de la revista latinoamericana “Tiempo de crisis”. Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana