Un viejo amigo dijo hace muchos años que los problemas son largos kilómetros, pero que si cada uno toma un centímetro se pueden resolver: una visión simple pero efectiva de abordar los problemas, que privilegia la acción colectiva a la de hipotéticos «poderosos», «héroes», «ex maquina» y similares.
Otra visión, que podemos rastrear en los instrumentos del Método Estructural Dinámico, es la que dice que las cosas se resuelven analizando el proceso histórico de los problemas (de dónde vienen y a dónde van), su composición (de qué están hechas) y en qué contexto están. Este Método también dice algo que me parece fundamental: «no hay fenómenos aislados»; todo está correlacionado y tratar de aislar un problema para resolverlo puntualmente es un gran error.
Este es quizás el punto central: el pragmatismo, más allá de sus graves carencias ideológicas y su justificación de este Sistema profundamente injusto, se equivoca, pragmáticamente, al creer que los problemas pueden ser aislados y resueltos uno por uno.
Vemos un problema que aparece en las páginas de los periódicos, el de la inmigración: alguien dice, brevemente, que no se puede permitir que la gente venga a nosotros sin criterios y que sería mejor ayudar a estas personas en casa para que mejoren sus condiciones de vida y que todo el mundo se quede en casa, excepto para ser un turista de vez en cuando.
La tesis tiene varios defectos, como el que no se entiende por qué yo, ciudadano europeo, puedo ir fácilmente donde me parezca, mientras que un ciudadano marroquí debe tener muchos más problemas que yo para hacerlo; puedo ir a buscar trabajo en la mayoría de los países con cierta facilidad y una persona, quizás con más cualificaciones que las mías, no puede hacerlo porque viene de un país «en desarrollo» (volvemos a hacer el debate sobre el desarrollo).
Pero el gran defecto que nos interesa señalar, para «aferrarnos a lo concreto», como recitan nuestros amigos pragmáticos como un mantra, es aquello de «ayudarles en casa».
En este caso también es bueno recordar que el colonialismo europeo ha estado «ayudando en casa» a muchos países y durante muchos años. Esta «ayuda» consistió en quitar materias primas, regular la economía y la agricultura según los modelos del país colonial, elegir mano de obra barata para llevar (¿deportar?) donde era necesario.
Se trataría, por tanto, de reparar los numerosos casos que el colonialismo y el postcolonialismo han producido en el territorio de los países de los que proceden los inmigrantes.
La reparación de este daño histórico sería inconmensurable. Hace años se estaba escribiendo un bonito texto, creo que con motivo del 500 aniversario del «Descubrimiento de América» (diríamos de la invasión de Abya Yala), en el que un originario de esas partes exigía la restitución, con interés, de todo el oro que el originario había prestado generosamente a los decadentes europeos. Un interesante ejercicio de cambio de perspectiva.
En resumen, podemos intentar resolver problemas, pero debemos ser capaces de enmarcarlos dentro de los parámetros de la justicia y su solución profunda. Y sin perder de vista los principios y el futuro al que aspiramos.
Cualquier «solución» de corto alcance será una concesión más al pragmatismo de moda. Y no traerá ninguna solución real.