Por Paco Vaquero
Cada vez con más frecuencia leo en distintos medios, tanto digitales como analógicos o en papel, noticias relacionadas con la aplicación de una Renta Básica (RB).
Esas noticias hablan sobre cómo se aplicaría; qué implicaría para el conjunto social, cómo será el futuro de ese conjunto social, etc. Y en muchas de ellas, el tema central es la justificación de la RB.
El avance tecnológico, el desarrollo de la IA, el avance en las ciencias de la salud, que están logrando prolongar la esperanza de vida, en condiciones aceptables, la situación económica mundial, los niveles de tensión de una sociedad, cada vez más dividida según las posibilidades económicas y de bienestar, etc son circunstancias vistas, por quienes están a favor de la RBUII, como justificación para que esta se instaure y, además, con el rango de derecho humano.
Dicho de otra forma: todas esas circunstancias justifican (para sus defensores) la instauración de la RBUII, ya que es perfectamente posible dado el desarrollo actual (que no todos pueden disfrutar), o de lo contrario nos dirigimos a un futuro (con visos de abismo) lleno de conflictos a escala mundial.[1]
Sin embargo, creo que hay una mirada errónea en esas motivaciones que, por supuesto, hay que atender con la urgencia que se solicita.
Hablo de una lógica (un predialogal como diríamos los humanistas) que subyace en el planteamiento genérico: los avances, acompañados por la injusticia y la discriminación, son los que nos han llevado a esta situación. Hay quienes echan la culpa precisamente a esos avances y proponen un alto en el camino (no se sabe muy bien con qué intención futura) hasta tanto no se cambien las condiciones de justicia social, entre otras cosas.
Es la posibilidad de vivir cada vez más y mejor, lo que está haciendo que aumenten también las expectativas y las exigencias de todos los seres humanos.
Pero no es la tecnología la que está haciendo que los seres humanos tengamos que cambiar los paradigmas con los que hasta ahora habíamos construido lo social..y también lo personal.
Es la rebeldía contra las condiciones naturales con las que nos encontramos, y que nos someten (cada vez menos eso sí) a sus antojos, la que impulsa el desarrollo de la tecnología. Es la necesidad de romper y superar TODAS las barreras del sufrimiento humano, ya sean tangibles o intangibles, lo que ha hecho, y sigue haciéndolo, que avancemos. Aunque sea a trancas y barrancas.
La historia de la ciencia, el pensamiento, la espiritualidad (esta última motor principal en la traducción de lo más profundo de cada cual), es un camino hacia la liberación de todo tipo de cadenas. Eso incluye a la, aparentemente, barrera final: la muerte. Y eso hace que nos replanteemos la vida.
Desde que nos levantamos sobre las dos piernas (a lo mejor antes y por eso nos levantamos), y miramos hacia las estrellas donde inevitablemente terminaremos yendo, estamos haciendo tecnología. Por cierto que empezamos a hacerlo en colaboración, porque no quedaba otra, y hasta la fecha sigue siendo así. (Otro tema es cómo ha variado la concepción de lo que es colaboración)
Estamos intentando entendernos y no se trata tanto de saber quiénes somos (que también) sino qué somos los seres humanos. Modificamos nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, nuestras acciones, buscando la unidad interna y el acuerdo, porque es la señal, la unidad interna, de que vamos por buen camino. Esa unidad interna, por cierto, “trabaja en equipo” con la contradicción interna, indicándonos ambas por dónde sí y por dónde no debemos seguir nuestros pasos. Indican nuestras traiciones y fidelidades que solo nosotros nos hacemos.
Modificamos nuestro medio natural, no solo el que nos rodea, sino nuestro propio cuerpo.
Y, con cada cambio, vamos averiguando que no somos naturaleza, que no somos cuerpo, sino que ese es nuestro medio de expresión. Que podemos cambiar como de hecho muchas personas están haciendo.
Así que, coherentemente con lo dicho hasta aquí, podemos afirmar que el ser humano no es lineal, ni tiene una sola forma de expresarse. Y ese impulso, esa diversidad, nos viene “de fábrica”; otra cosa es que le hagamos caso, o nos detengamos a escuchar nuestro interior.
El Proceso Humano, así con mayúsculas, apenas lo estamos vislumbrando, por lo menos el común de los mortales; reconozco, y agradezco, a todas aquellas personas que valientemente dedicaron sus vidas a superar el sufrimiento y el dolor de todos los demás, y nos han hecho ver que somos una misma esencia, y un miles de millones de apariencias.
Pero bajo a tierra y al presente. ¿Qué tiene que ver la Renta Básica con todo esto que se ha dicho?
Para mí es evidente que, a tenor de lo que se está discutiendo sobre la RB, no se está hablando solo de condiciones sociales y personales. Que cuando se profundiza en el diálogo con otras personas sobre la RBUII, en más de una ocasión se termina hablando de cómo es el ser humano, para qué estamos aquí, qué significa que absolutamente todos tengamos esta posibilidad. ¿Qué significa para los demás y especialmente para cada cual? ¿Cuál es el sentido de la vida humana, de mi vida?
No, no se habla solo de dinero, ya que se tienen que poner en el centro del debate muchas maneras de entender, y defender, lo que creemos, lo que estamos dispuestos a hacer, lo que no estamos dispuestos a hacer…
Por eso es conveniente recordar que todas esas preguntas nos acompañan desde antiguo, desde el ANTES, desde que caímos en cuenta de nosotros mismos y hemos sido el centro de interés de lo que nos pasa.
Es por eso también que, cuando explico o intercambio sobre esta, aparentemente, sencilla propuesta “económico-social”, atiendo especialmente a lo que expreso y me expresan.
Y no me quedo solo en las palabras.
Paco Vaquero es miembro de Humanistas por la Renta Básica (HXRBUII) y militante del Partido Humanista (PH)
[1] Los conflictos no serán solo a escala mundial. Serán regionales, serán locales y, por último, serán personales: con nuestro entorno inmediato y con nosotros mismos. De hecho ya lo son.