Hay tres categorías de mentirosos: Mentirosos, Malditos mentirosos, y… Boris Johnson, el Secretario de Estado para el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth del Reino Unido.
El ministro del FCO, respaldado por la primera ministra Theresa May y el rugido de los principales medios de comunicación, ha provocado una histeria colectiva en los países de la OTAN con acusaciones y amenazas, tan violentas como infundadas, contra Vladimir Putin, en relación con el supuesto envenenamiento de un ex espía de la era soviética con un fármaco neurotóxico ‘de un tipo desarrollado por Rusia’.
Durante la última semana, esas acusaciones han sido desmanteladas por unas pocas, pero muy decididas personalidades, entre ellas dos distinguidos ciudadanos británicos: Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, y Craig Murray, ex embajador del Reino Unido en Uzbekistán.
Pressenza ha informado en detalle, especialmente aquí y aquí.
El autogol de los británicos se hizo evidente cuando el primer ministro francés Macron, claramente molesto por haber estado involucrado en un comunicado conjunto hostil e infundado, tuvo que correr para cubrirse y declarar que Francia «no se ocupa de la ficción política. Una vez que se prueben los hechos, entonces se tomarán las decisiones«. Incluso en Alemania, el antiguo Ministro de Asuntos Exteriores y otras voces notables se han desvinculado claramente de las acusaciones británicas.
El sábado 17 de marzo por la noche, Boris Johnson atacó una vez más y fue respaldado de nuevo por los principales medios de comunicación que proclamaron en voz alta: «Boris dice que tiene pruebas». Pero de nuevo Craig Murray desmontó el segundo ataque con la profesionalidad flemática aprendida en las escuelas de diplomacia de Su Majestad, demostrando que Boris repite la misma táctica: usar formulaciones verbales que permiten a la gente creer en algo que en realidad no se ha afirmado.
Por supuesto, si el Ministerio de Asuntos Exteriores realmente tiene pruebas de que Rusia produce y almacena armas químicas, según Boris Johnson, ¿por qué no se ha planteado esta cuestión en el Consejo de Seguridad de la ONU y en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ)? Esto es lo que haría un gobierno responsable y respetuoso del derecho internacional.
Boris, sin embargo, ha logrado un resultado muy predecible: ayudó a Putin a ganar otra elección aplastante.
Ahora esperemos y veamos. Alguna apuesta traviesa sobre un tercer ataque al que nadie se tomará la molestia de responder: como en la historia de Pedro y el lobo, el gobierno británico se está autodesacreditando.