A los pies de la Cordillera santiaguina, afuera de la Comunidad Ecológica de Peñalolén, encontramos la Maison de l’Enfance, un espacio educativo que comenzó hace varias décadas y que ha sido el nido de niñas y niños que aprenden y crecen felices.
Fuimos a conversar con la educadora que representa el espíritu de este proyecto, que pone en el centro lo humano y el ambiente que lo rodea.
Pressenza: Mariela, cuéntanos ¿por qué estás en este proyecto?
Mariela Palacios: Yo he vivido la vida como es este proyecto, esta forma de educación tiene aportes significativos, no sólo conocimientos, aquí hay valores, experiencias, juegos. Tengo la libertad para crear, equivocarme. Este proyecto partió en Concepción, como Casa de la Cultura, porque siempre hemos considerado que es más amplio, tiene que ver con la cultura, no es solamente formación educativa. Siempre he estado en educación, mi mamá desde pequeña me llevaba a sus clases y esto tiene que ver con nuestra pasión familiar.
Pressenza: ¿Por qué crees que debemos “educar” o qué es para ti la educación?
MP: Creo que es hacer descubrir a los niños, no meter contenidos, ya que así no permanecen. Ellos descubren por la observación, este es un lugar de observación y creación. Además nosotros observamos a los niños para saber cuáles son sus necesidades, no son iguales, cada uno es un mundo. Es valioso lo que los niños tienen que decir, las ideas son fantásticas.
Pressenza: Ustedes se definen como un proyecto con un gran compromiso por el medio ambiente, qué nos puedes comentar sobre este tema…
MP: Hemos hecho un intento de ir abriendo el camino, pero de manera integral, no solamente el tema de la “natura” sino que cómo es el ambiente donde están los niños, cómo son las relaciones, el trato. Acá nada se bota, todo se usa, somos cuidadosos.
Pressenza: Danos un ejemplo de alguna actividad que realicen en esta dirección.
MP: Una de las actividades emblemáticas es que con materiales de reciclaje armamos esculturas. Ellos traen diferentes materiales, los ponemos en diferentes lugares y ellos van proponiendo. No hay instrucción, sólo que necesitan una base. Algunos niños inventan un relato y espontáneamente cuentan lo que hicieron. La gracia es que la reutilización termina siendo un elemento estético.
Pressenza: ¿Qué elementos crees necesarios para el aprendizaje de los niños?
MP: Creo que un tema esencial es establecer relaciones de confianza, calidez, amor, lo afectivo es muy importante. El buen humor es fundamental, aprender jugando, los niños tienen libertad de movimiento. Hay momentos de concentración, el niño elige en qué lugar quiere estar. Nuestra forma de motivar el aprendizaje es que lo vemos en concreto, en el entorno, las actividades toman todos los contenidos a través de la experiencia. Por ejemplo, poner la mesa es un juego matemático.
Pressenza: En ese contexto, ¿Cómo manejan las frustraciones
MP: No se frustran porque no lo logran, no hay apuro, no hay tensión, pero ellos solitos lo hacen y cuando necesitan ayuda, la piden. Buscamos la reflexión, que busquen las soluciones. Muy pocas veces contesto lo obvio, todo es distendido.
Por otro lado el acompañamiento es fundamental, el qué les voy diciendo cuando hacen sus actividades. Es un acompañamiento amable, yo soy exigente, pero amable, entonces los logros son felices. Hay una valoración. Mi felicitación es real, no es falsa, así van mejorando y hay pura felicidad.
Mariela nos deja con la esperanza de que espacios como éstos son posibles. Actualmente ha abierto “Casa Árbol”, otro proyecto con este mismo propósito. De este modo, se reproduce la apuesta a humanizar la educación, ayudando a niñas y niños a encontrar lo mejor de cada uno.