Por David Andersson
Todo comenzó como de costumbre. El frío de la mañana me hizo dirigir rápidamente al tren. Cuando llegué al trabajo, realicé mi rutina habitual de revisar mi correo electrónico, poniéndome al día. Un correo electrónico, titulado «17 minutos de huelga», había sido enviado por nuestro director de la escuela. Esto era bastante inusual: en mis 19 años trabajando en esta escuela nunca, jamás, se había llevado a cabo una huelga, y esta solicitud no fue solo enviada a los estudiantes, sino a la administración, los maestros, y personal de apoyo. Todos fueron invitados a permanecer afuera durante 17 minutos, uno por cada una de las víctimas del tiroteo escolar en Parkland, Florida, el mes pasado.
En la acera junto con mis colegas y estudiantes, dando discursos y leyendo poesía, vimos a estudiantes de la escuela cruzando la calle caminando en procesión con letreros. Me di cuenta de que no era solo un evento escolar sino algo más grande, en coordinación con las escuelas de todo el país. Hoy, 14 de marzo, fue una Huelga Escolar Nacional. El propósito, de acuerdo con los organizadores, era destacar la «falta de acción del Congreso contra la violencia armada que afecta nuestras escuelas y vecindarios». Organizado con el apoyo de la Marcha de las Mujeres, se estima que participaron 185.000 jóvenes en 50 estados. Aproximadamente 3.100 escuelas mencionaron que iban a participar, declaró un organizador a NBC News antes de la huelga.
Esta es realmente una situación «nueva» e inusual, en la que los directores de las escuelas privadas se colocan en un tipo de lucha política y social. Esta no fue una manifestación / protesta regular, sino un esfuerzo coordinado de las administraciones de las escuelas de todo el país, presionadas por sus estudiantes para apoyar y participar en este esfuerzo.
La huelga se realizó 10 días antes de March for Our Lives (La marcha por nuestras vidas) en Washington DC y en muchas ciudades del mundo.
Traducido del inglés por Valeria Paredes