Hoy marcó el lanzamiento de PAX, la organización de paz holandesa, de su informe anual Do not Bank on the Bomb . El informe de este año es más relevante que nunca dado el histórico acuerdo del año pasado entre 122 países sobre el texto del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y la posterior concesión del Premio Nobel de la Paz al ICAN, del cual PAX es miembro, por su trabajo para que esto suceda. El Tratado ahora está en proceso de firma y ratificación y actualmente cuenta con 57 de las primeras y 5 de las segundas.
El informe ha descubierto inversiones de 525 mil millones de dólares puestos a disposición por unas 329 instituciones financieras a 20 compañías de armas nucleares que trabajan para los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia e India[1]. Claramente, esto solo representa cuatro de los nueve estados con armas nucleares. La información acerca de Rusia, China, Pakistán, Israel y Corea del Norte no está disponible en el informe, pero dado que estos cinco representan alrededor del 50% del arsenal nuclear mundial, el financiamiento identificado en este informe es solo un reflejo parcial del verdadero alcance del problema. Uno debe preguntarse qué se podría lograr en el campo del desarrollo global si este dinero estuviera disponible para financiar una economía de paz.
Sin embargo, las cifras representan un aumento de 81.000 millones de dólares con respecto al informe del año pasado, pero una reducción neta esperanzadora de 30 instituciones.
Los diez principales grupos de inversores infractores de este año en el «Salón de la vergüenza» del informe son: Blackrock, Capital Group, Vanguard, State Street, JP Morgan Chase, Bank of America, Citigroup, Evercorp, Wells Fargo y Goldman Sachs, que cuentan entre ellos con $ 254 mil millones, y este apoyo a la inversión adopta diversas formas, como préstamos, banca de inversión y participación o propiedad de bonos.
Queda por ver cómo reaccionarán las instituciones financieras en los próximos meses porque este apoyo financiero pronto será ilegal para los Estados que forman parte en el nuevo tratado, dado que una vez ratificado entrará en vigor su artículo 1 (e) que dice que «cada Estado Parte se compromete, en ninguna circunstancia, a ayudar, alentar o inducir, de ninguna manera, a nadie a participar en ninguna actividad prohibida a un Estado Parte en virtud del presente Tratado».
Algunos de los primeros indicios son que el Tratado tendrá un efecto positivo ya que dos de los cinco fondos de pensiones más grandes del mundo (ABP en los Países Bajos y el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega) han anunciado cambios en sus relaciones con los productores de armas nucleares.
«Si se ha estado preguntando quién se beneficia de las amenazas de guerra nuclear de Donald Trump, este informe tiene esa respuesta», dijo la directora ejecutiva de ICAN, Beatrice Fihn. «Estas son las compañías que pueden beneficiarse del asesinato indiscriminado en masa de civiles. Nos volvemos menos seguros mientras se aprovechan del caos al confiar en el Armagedón».
«Una nueva carrera de armas nucleares ha acercado el Reloj del Juicio Final al Armagedón, pero también ha iniciado una nueva fiebre del oro nuclear para aquellos que quieren sacar provecho de la destrucción masiva», agregó.
Si bien este informe encontró un aumento masivo de la inversión en la destrucción masiva, también describe a 63 instituciones financieras con políticas que limitan o prohíben la inversión en cualquier tipo de productor de armas nucleares.
Susi Snyder, de PAX y coautora del informe, destacó los hallazgos positivos: «El Tratado de Prohibición Nuclear ha generado un impulso hacia la desinversión, un 10% menos de inversores en armas nucleares, y un aumento en las instituciones financieras que prohíben exhaustivamente cualquier inversión. Las inversiones no son neutrales, estas compañías deben ser felicitadas por estar del lado de la humanidad».
Cuando se le preguntó acerca de qué pueden hacer las personas comunes que no son directores financieros en empresas multinacionales para apoyar el movimiento hacia la desinversión de las empresas de armas nucleares por parte de las instituciones financieras, Snyder agregó: «Los bancos y fondos de pensiones necesitan más de sus clientes que inversiones en Armas de destrucción masiva. Pueden y cambian sus políticas según la demanda del cliente. Cualquiera puede usar el informe para averiguar si su banco está invirtiendo, y luego puede usar el poder de su billetera para lograr que el banco cambie».
Traducido del inglés por Alejandra Llano
[1] Las 20 principales empresas identificadas de armas nucleares son:
Para los Estados Unidos: Aecom, Aerojet Rocketdyne, BAE Systems, Bechtel, Boeing, BWX Technologies, CH2M Hill, Fluor, General Dynamics, Honeywell International, Huntington Ingalls Industries, Jacobs Engineering, Lockheed Martin Northrop Grumman y Orbital ATK.
Para el Reino Unido: Aerojet Rocketdyne, BAE Systems, Boeing, BWX Technologies, CH2M Hill, General Dynamics, Honeywell International, Jacobs Engineering, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Orbital ATK y Serco.
Para Francia: Airbus, BAE Systems, Safran y Thales.
Para India: Larsen y Toubro.