La decisión de fijar las elecciones presidenciales no puede ser una sorpresa sabido que cuanto más rápido ocurran será mejor para el gobierno, jaqueado por una crisis de hiperinflación e hiperdevaluación, pero que encuentra a una oposición descolocada, desestructurada y fracturada que, ante todo, debe decidir si participa o no de los comicios. Y desde ya resulta difícil imaginar un llamado unitario a la abstención.
Por eso se hace tan difícil llegar a acuerdos en el diálogo que entre gobierno y oposición que se realiza en Santo Domingo en la que, según el presidente Nicolás Maduro, se firmó un acta privada de preacuerdos de varios puntos, entre ellos la realización de las elecciones. ¿Fecha? La propuesta es la de 8 de abril. La oposición dijo que no se llegó a ningún acuerdo, pero para ello era necesario que los delegados de la derecha se pudieran poner de acuerdo entre ellos.
Pero antes de esa reunión, el ministro de Comercio José Gregorio Vielma Mora se reunió largamente y cordialmente con el principal empresario del país y publicitado posible candidato presidencial de la oposición, Lorenzo Mendoza. Un “outsider”, que espera contar con el visto bueno de la descompuesta oposición y es muy bien visto en Washington y la Unión Europea.
Y cuando parecía que se llegaba a acuerdos en Santo Domingo, el secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, amenazó con la posibilidad de que haya un cambio de gobierno en Venezuela, bien por dimisión del presidente Nicolás Maduro o por una sublevación militar. “Muchas veces el ejército es el agente del cambio cuando las cosas están tan mal y el liderazgo ya no puede servir a la gente», dijo Tillerson, un empresario petrolero de la Exxon, en víspera de una gira por varios países de América Latina.
En busca de un estrategia
En la oposición, cada grupo quiere desarrollar su propia estrategia y, sin lugar a dudas habrá participación de opositores, con candidatos outsiders que representarán una oferta electoral alternativa. Los abstencionistas, señala el director de Datanálisis Luis Vicente León, probablemente convoquen a la protesta no solo contra el gobierno sino también contra la oposición que decida participar.
La fecha del llamado a la elección era una pieza clave de negociación del gobierno con la oposición (en Santo Domingo), junto con el reconocimiento de la Asamblea Constituyente y la flexibilización de las sanciones económicas y financieras impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, puntos en los que no parece haber retroceso. Y, sin duda, el ventajismo corre por cuenta del presidente Nicolás Maduro, quien sin ningún consulta previa, y lanzó su candidatura a la reelección. Lo que ni fue sorpresa alguna.
Más allá de las negociaciones sobre la fecha y condiciones electorales, extrañamente no se ha adelantado hasta ahora una negociación sobre acuerdos para el período 2019-2025, en el que le corresponderá ejercer a quien resulte electo en 2018, asunto crucial que determina todo lo que antecede al momento de la votación. Gane quien gane, el cuadro de equilibrio de la correlación de fuerzas no será alterado sustancialmente: el drama es que el momento electoral no definirá plenamente el conflicto entre las fuerzas políticas y sociales que se confrontan en la actualidad.
Mientras, desde el Norte siguen las sanciones. Las de la UE son medidas de presión para incidir sobre la política interna venezolana y empujar un cambio de gobierno, lo que no está permitido por el derecho internacional. Es la UE la que abandona la forma civilizada de procesar las diferencias y perturba las posibilidades de acuerdo y diálogo en Venezuela.
El analista marxista Guillermo Almeyra señala que el gobierno de Nicolás Maduro, a diferencia del de Hugo Chávez, utiliza el apoyo de los trabajadores para mantener el statu quo, es decir, el régimen capitalista y su propia administración, no para intentar construir las bases del poder popular. Así como con Chávez, pero en mucho mayor medida, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es sólo un aparato burocrático ultracentralizado y sirve apenas para la lucha meramente electoral contra una oposición cuyos diversos aparatos partidarios son igualmente electoralistas, añade.
Hay sectores que plantean una necesaria revisión interna en el PSUV, revisionista del madurismo, reivindicatoria del chavismo, que trate de reconectar a la gente con otra figura distinta a Maduro que represente el “legado” de Chávez, quien mantiene todavía niveles de respaldo popular muy relevantes, pese a los esfuerzos hechos por los asesores extranjeros del gobierno para sepultar su imagen y echarle la culpa de los desaguisados actuales a la herencia dejada por su gobierno.
La alternancia (im) probable
En un cuadro de hiperinflación y desabastecimiento es de esperarse que en las elecciones presidenciales se produzca una alternancia, que el Gobierno las pierda, pero no hoy en Venezuela. Si bien en lo social hay un verdadero malestar, lo que se transforma fácilmente en voto castigo, pero también hay franjas muy importantes de la población que no están seguras de dar un paso de ruptura con la dirigencia gubernamental con la que sostienen vínculos estrechos de identificación, atención y compromiso, señala el politólogo Leopoldo Puchi.
Lo cierto es que las estructuras de Gobierno y del Psuv –partido oficial- encargadas de los programas de atención social están más activas que en otros momentos, mejor organizadas y entrelazadas en la base. Todo esto le brinda un sustento electoral sólido al candidato gubernamental.
La oposición ve dificultadas sus posibilidades de triunfo por el desánimo de sus seguidores, a consecuencia de la derrota de la estrategia aplicada entre abril y julio de 2017 que buscaba el derrocamiento de Maduro, y por la división en torno a las candidaturas, y que no se consigue presentar un candidato único y dem´s atractivo, más allá del empresario Lorenzo Mendoza.
Si Primero Justicia y Voluntad Popular no concurren a las presidenciales, en las primarias de la oposición competirían Henry Ramos, Henri Falcón y Claudio Fermín. Puchi alerta que de no resolver estos desafíos, un segmento minoritario pero no desdeñable de la oposición va a continuar deslizándose por el camino de la lucha armada, en la que grupos insurgentes y figuras como la del terrorista Oscar Pérez serán más frecuentes.
La productividad agrícola ha descendido considerablemente, por la falta de agroquímicos, abonos, insecticidas. Se ha puesto el acento en la importación de bienes finales y hasta empacados (los combos alimentarios son con productos importados de México y Chile), en detrimento de los insumos necesarios para la siembras, como semillas o repuestos o la producción nacional.
Lo cierto es que la mecánica electoral ya se ha puesto en marcha y tiene su propia dinámica: la oposición busca candidato único, el oficialismo ya proclamó (sin ninguna consulta interna) a Maduro, adoptando una nueva simbología y se ha creado una nueva organización, Somos Venezuela, alejando de los íconos chavistas.
La única verdad es la realidad, solía repetir Juan Domingo Perón. Y la realidad señala que los problemas de la economía son verdaderamente graves, con efectos sociales muy nocivos, a pesar de los programas de distribución, lo que se ha agravado por las medidas de bloqueo financiero, y la falta de ideas, propuestas, planes, proyectos anclados en la realidad tanto de parte del gobierno como de la oposición, que se abstuvo de presentar alguna en 18 años de protesta permanente.
Las elecciones presidenciales son solo una estación en el camino: lo necesario es construir un esquema de convivencia y cohabitación para el período 2019-2024, más allá de quien gane las elecciones de este año.